Dos imágenes quedan en la memoria, el principio y el final: una mujer y un hombre separados por un cristal que hace imposible el diálogo verbal, aunque les queda la mirada; una mano enlazada a otra esperando una respuesta, sobre el fondo blanco e inmaculado de una sábana. Entre prólogo y epílogo nos encontramos con todo un tratado sobre la incomunicación, sobre cómo una familia puede destruirse gracias a los secretos y mentiras que la frecuentan, incluso los obstáculos que se intentan salvar cuando se intenta reconstruir una pareja. Por tanto, el director iraní Asghar Farhadi vuelve al tema que afrontara en 'Nader y Simin, una separación' (Oscar en 2012), aunque ahora filma en las afueras de París y el núcleo central de sus personajes lo compone una pareja que estuvo formada por una francesa y un iraní que vuelve, después de haber huido años atrás a su tierra, para firmar los papeles del definitivo divorcio a petición de ella. A su vuelta se encontrará con un panorama muy diferente al que dejó y un ambiente de lo más tenso. Asistimos en este opresivo drama a una puesta en escena de lo más preciso al poner en imagen, si un solo 'flash back', la historia de un reencuentro donde tiene mucho que decir la confrontación entre dos culturas diferentes y entre lo que pesa el pasado vivido en común a la hora de la decisión final ante un futuro de incertidumbres.

Bérénice Bejo, la conocida intérprete argentino-francesa, que se lanzó a la fama con la oscarizada 'The Artist', realiza un magnífico trabajo, como quedó avalado al ser premiada en Cannes como mejor actriz, después de que Marion Cotillard rechazara este mismo papel.

Asimismo, los niños que intervienen están más que a la altura consiguiendo dotar de veracidad a sus personajes, pues sobre sus espaldas cargan con una gran responsabilidad al transmitirnos que son realmente quienes más sufren las consecuencias de los actos que se narran.