La junta directiva de la Academia de Cine respaldó ayer por unanimidad a su presidenta, Marisa Paredes, que fue cuestionada tras la gala de los premios Goya del pasado sábado. Según los académicos, la ceremonia nunca "se planteó como un acto contra la guerra", pero, como se indica en un comunicado que firmaron todos los directivos, "en ningún caso la Academia impedirá que sus miembros, como ciudadanos, se expresen libremente porque la esencia de nuestro trabajo es la libertad".

Marisa Paredes leyó un comunicado con cara de cansancio, y no pudo disimular su malestar por haber sido "la primera acosada" tras la controvertida ceremonia. El presidente de la Federación de Productores (Fapae), Eduardo Campoy, pidió el lunes su dimisión. Lo hizo a título personal, pero también aseguró que dimitiría de su cargo en caso de que no prosperara su propuesta. En los próximos días se producirá una reunión de la Fapae para tratar este asunto.

Por lo pronto, muchos productores han abominado, algunos con violencia, de las palabras de Campoy, que han abierto un cisma en el cine español en un momento de crisis industrial muy delicado. La Academia rechazó esta petición de dimisión con palabras cuidadosamente escogidas: "Los cargos que desempeñan Marisa Paredes y los restantes miembros de la junta directiva están como siempre a disposición de la Academia y sólo de ella".

Uno de los miembros de la junta directiva, Fernando Trueba, que además fue presidente de la Academia, afirmó ayer que "vivimos en unos momentos en los que la libertad de expresión ha desaparecido".