No, no me había olvidado en mi recorrido por lugares míticos de la literatura de Celama, territorio en el que Luis Mateo Díez ha desarrollado casi toda su obra. Porque Celama resulta ser la consolidación de una forma de entender y de ver la literatura cuyos contenidos temáticos trascienden lo cotidiano, Celama, como la Comala de Rulfo, o Macondo de Gabo, son lugares de regreso para unos y de huida para otros. Al igual que le sucedió a Antti Tuuri, autor finlandés no muy conocido en los ámbitos literarios españoles, que podría haber nacido perfectamente en España, Méjico, Colombia o los Estados Unidos. Quiso el destino que naciera en Finlandia, país nórdico del que tan pocas cosas sabemos, salvo que entre su población se encuentran los Lapones, aún en plan nómada con sus rebaños de caribúes a cuestas, los buscadores de oro por la zona de Tankavara, y los cazadores de la tundra por el macizo de los Nattanen (el reino de los osos y de las águilas). Aunque Laponia es un territorio sobradamente conocido, lo más probable es no encontrarse a nadie en su interior, ya que la civilización se concentra en la llanura costera. En Laponia, tan sólo hay bosques y paisajes desolados, y si acaso, un buen material para la creación literaria. Y sabemos tan poco de él porque la universalización de la cultura trajo consigo que, tanto Márquez, Rulfo, Faulkner, Luis Mateo, Benet y Tuuri, coincidieran en el tiempo y en el espacio literario. (Si acaso, solo Faulkner y Mateo Diez quedan colateralmente al margen). Comala, Región, Macondo, Yoknapatawpha, Pohjanmaa o Celama no son sino representaciones gráficas de la misma desolación intelectual, y de la misma concepción del universo.

¿Quién se atreve a mantener ante alguno de esos autores, que efectivamente esos territorios no existen, y que no son sino producto de su desbordante imaginación? Finlandia ya no es el país de los renos y de los caribúes, por mucho que nos empeñemos en lo contrario, al igual que Alaska no tiene absolutamente nada que ver con aquella maravillosa serie televisiva de culto que respondía al nombre de ‘Doctor en Alaska’. Y así, nosotros podemos buscar a Pedro Páramo en Yoknapatawpha, o al general Aureliano Buendía en Celama, que nunca los habríamos de encontrar. Pero es que, posiblemente, por mucho que nos empeñemos en releer a esos autores, tampoco habríamos de encontrarlos en su hábitat natural, del mismo modo que nos resultaría especialmente complicado descifrar si Pedro Páramo es el autor de ‘Pedro Páramo’, y Antti Tuuri invención de Antti Tuuri. La globalización de la cultura, la aldea global del tercer milenio, ha traído consigo que al igual que Millás es capaz de ir de un país a otro, o de una ciudad a otra, tan sólo poniendo en práctica su teoría de los ‘armarios comunicantes’, nosotros, podemos trasladarnos de Finlandia a Méjico, al Caribe o a los Estados Unidos, y nadie apreciaría la diferencia literaria entre esas latitudes. Los hechos y los personajes de la obra de Márquez, Rulfo, Mateo o Tuuri sobrepasan las fronteras regionales y tratan historias universales y humanas sobre la venganza y el perdón, el amor y el odio, y sobre las consecuencias de un estilo de vida heredado de sus antepasados.