Aromado de sueños y fragancias, cada poema destila un maravilloso universo íntimo de imágenes en el que el pálpito del amor se conjuga en gerundio, pretérito anterior o pluscuamperfecto para dejarse fluir en la serenidad que nos trae el discurrir del tiempo. Alfredo Jurado nos habla de los sueños que subyacen entre líneas, en los días que pasan y que los van diluyendo en el irrevocable atardecer de la vida.

Alfredo Jurado (Espejo, 1950), profesor y poeta, es miembro fundador del Aula de Poesía Astro. Antólogo, colaborador en revistas literarias y encuentros de poesía ha publicado más de una quincena de poemarios, como Mar de Liturgias, Mester de Amante, Memorial de los días, Los legados del tiempo o Jardín de Paracelso. Su último poemario, Herencia del tiempo (2021), está estructurado en tres partes: «Pretérito perfecto», «Bitácora» y «Ventana interior». «Bitácora» se perfila como núcleo central del poemario y abarca la mayor extensión de versos en un «canto» elevado a la irremediable atracción de aquellos cuerpos jóvenes que se insinúan a través de la luz, del agua y los tejidos vaporosos. Aquellos que, ajenos al tiempo, se amaban en la dulce y luminosa complicidad del verano. Juncias, Jaras, Juncos, tamariscos, celindas o retamas conforman un vigoroso jardín que atraviesa las páginas y acoge la corporeidad rebosante de los amantes en la cómplice comunión de las caricias y el deseo de aquellos años de «esplendor en la hierba». El curso ascendente del tiempo en «Ventana interior» rememora la intensidad de los besos del pasado para hacernos aterrizar en la memoria y sublimarnos en el recuerdo.

El espléndido broche final lo hallamos en el epílogo, en el que el poeta nos regala una exultante definición del verbo amar que se extiende a lo largo de veintidós versos con la vehemencia de quien se abraza a las palabras para asir y dar forma al sentimiento. Nos hallamos, por tanto, ante un hermoso jardín de versos en el que los olores y la sensualidad se manifiestan con poética rotundidad.