Síguenos en redes sociales:

ENSAYO

Ética por encima de todo

«Esta profesora es una figura clave cuando se trata de discutir sobre las connotaciones morales de la política»

Ética por encima de todo

L a célebre Ética mínima de Adela Cortina, con prólogo de José L. López Aranguren, se publicó en Tecnos en 1986, siendo reeditada en 2020 en su décimo octava edición. Treinta años después ha sido ampliada con un nueva publicación El largo camino de la ética . Esta sugerente obra nació en el último tercio del siglo XX cuando se produjo la tercera ola democratizadora en España. Esta profesora valenciana, directora de la Fundación Etnor, es una figura clave en nuestro país cuando se trata de discutir sobre las connotaciones morales de la política, la economía y otros aspectos de nuestra sociedad.

La Ética es una disciplina filosófica hasta cierto punto autónoma que nace de las obras de Platón y Aristóteles, entendida como un saber práctico irrenunciable. En este ámbito de filosofía práctica es dónde Cortina se pregunta si es posible articular en la vida cotidiana una ética cívica tejida a partir de unos mínimos morales compartidos. En una época, la nuestra, que huye de la reflexión sobre los grandes sistemas, incapaz de querer descubrir la verdad, alcanzar el bien y practicar la justicia. Cortina se pregunta a quién le interesa poseer el secreto de una vida feliz y plena. Vivimos los ciudadanos intentando arañar ciertos fragmentos de justicia, pequeñas verdades y minúsculos bienes, que nos ayudan sin duda a «pasarlo bien», lo mejor posible, pero a lo que deberíamos aspirar en nuestras vidas es a «vivir bien».

Abordar en serio estas y otras cuestiones vitales es el propósito de este cuidado libro. Los lectores encontrarán respuestas a esas acuciantes preguntas que nos hacemos acerca de la rectitud de ciertas conductas, sobre la legitimidad del poder, la esperanza o el sentido de la existencia.

Una ética, desde los griegos, es «un saber de lo práctico». La cuestión ética no sólo es el preguntar qué debo hacer en la vida y con mi vida, sino, sobre todo, por qué debo. Lo que estoy obligado por imperativo de mi propia dignidad humana. La especificidad de la «Casa Ética» es, por tanto, preguntarse acerca de qué debo hacer, qué me conviene y qué pasa si no hago lo que debo.

Camus nos confirmaba la existencia del hecho moral como algo insoslayable, del que no podemos escabullirnos, dado que la ética, al final, es lo que está por encima de todo. Cortina, seguidora de Karl Otto Apel y de J. Habermas, considera que nuestras sociedades occidentales, moralmente pluralistas, han ido desarrollando una Ética cívica transnacional en este tercer milenio cada día más interconectado.

En 2020 llegó un enemigo invisible, inesperado e imprevisible desde la China, con un gobierno que nos ocultó al principio la pandemia que se avecinaba, que nos ha llevado a una terrible crisis sanitaria con un saldo de muertes y sufrimientos, que han fortalecido a algunos regímenes autoritarios y nacionalistas, venidos de la mano de un afán de seguridad. Coincide, según Cortina, con un período de recesión democrática, de desconsolidación de las democracias en el mundo (de Estados Unidos a Brasil, de Turquía a Filipinas o Hungría).

Lo urgente e inmediato es la necesidad de generar un Ethos mundial, mediante unos valores y normas compartidos, que serían republicanos-democráticos, que nos permita construir sociedades justas, en las que las personas puedan llevar hasta el fin sus proyectos personales de felicidad. En definitiva, de lo que se trata es de vivir libremente proyectos de buena vida.

Esa ética de máximos que promovía Aranguren sería una especie de magna moralia de raíz kantiana, que hace posible el ideal de la autonomía humana, que nos conduciría a una vida política fundamentada en la idea de concordia y consensos.

Una Ética acorde con la racionalidad humana que sabe atenerse a la obligación de universalidad, de lo que es válido, para mí debe serlo para todos. En el hoy nos vamos conformando con vivir una ética de mínimos (del «camello» en términos nietzschianos). No podremos conseguir una moral de perfección como ideal pero sí de aproximación esforzada a la excelencia ética. En una segunda parte, Cortina hace un repaso de la Ética contemporánea, desde la Ética de la convicción y la responsabilidad weberianas a la liberal Teoría de la justicia, de Rawls.

En su análisis de los métodos de la ética, los divide en inadecuados que rechaza y adecuados que defiende. Los primeros serían los que denomina como descriptivos-explicativos que tratan de analizar el lenguaje moral, sin recomendar contenido moral alguno. Son insuficientes. Por el contrario, su alternativa a esta meta-ética es la Ética del Diálogo iniciada por el socialismo lógico de Peirce y continuada por Habermas y Apel.

Esta ética dialógica propone una determinada utopía social, que debe ser alcanzada mediante la acción. Más utopías y menos distopías, entendiendo que la utopía no es producto de una esperanza irracional, sino de un concepto racional necesario para comprender que los ciudadanos se comprometan de hecho en una comunidad de argumentación. La utopía es, pues, el concepto práctico que presta coherencia a la accion.

Una ética del diálogo que excluye como ilegítima cualquier norma no acordada por los afectados por ella en pie de igualdad. Eliminar este principio o ponerlo en duda supone acabar con la sociedad democrática. El diálogo para lograr consensos es la única vía transitable para mantener la libertad individual y el progreso económico y social al que aspiramos. En esta obra pretende difundir una idea de lo que debería ser una sociedad justa. El saber ética y practicarla en la vida política y cotidiana te advierte contra las manipulaciones de los derechos primordiales y despierta la conciencia adormecida contra las injusticias.

Pulsa para ver más contenido para ti