S alvando la temporada veraniega, el otoño es propicio para la lectura y la reflexión, máxime en estos tiempos de desazón generalizada y regreso a la zona más oscura de nuestra propia realidad. Es por ello que se agradecen, a la par que sorprenden, que las editoriales apuesten por la Literatura con mayúscula, presentando en ocasiones ejemplares dignos de acompañar nuestras largas noches de insomnio. Sylvia Plath, no merece presentación, ¿o sí? Y la maravillosa edición de Ariel , publicada por Nórdica Libros (volvemos a referirnos a editoriales independientes, cómo no) con ilustraciones de Sara Morante y nueva traducción de Jordi Doce, tampoco. Se ha escrito mucho sobre este poemario, póstumo y legendario, obra cumbre de la autora y de la literatura en lengua inglesa del pasado siglo y al que parecen regresar a menudo algunas poetas españolas actuales. Para su desgracia, Sylvia Plath pasaría a la historia de la literatura por su suicidio a causa de sus desequilibrios mentales, más que por el valor de su poesía, aunque como a Van Gogh, con quien se la suele comparar, su fallecimiento fuera el inicio de su eterno reconocimiento. Personalmente prefiero quedarme con sus poemas, disfrutar su literatura y apartarme de cuanto la haya rodeado.

Y de Sylvia a Irene Vallejo, flamante Premio Nacional de Ensayo con su El infinito en un junco . Es curioso, cuando el libro vio la luz hace un año, un viejo amigo escritor repudiaba el título del mismo. Hoy en día, podemos decir que la literatura en lengua castellana ya no será igual después de El infinito en un junco . Se ha dicho de él que es un libro de libros, sobre la historia de los libros. Que es un libro de viajes con paradas en diferentes lugares míticos, campos de batalla de la Antigua Grecia, Alejandría y su misteriosa biblioteca que sutilmente reflejara en sus novelas Lawrence Durell, o la Roma eterna de los papiros y manuscritos. Estamos ante el renacer de la civilización mediterránea, y con ella, ante el florecer de la cultura, la lectura y el libro en sus variadas formas. Irene Vallejo nos cuenta esto y mucho más, demostrando de paso que la literatura está hoy más viva que nunca, y que una nueva generación de escritores viene reclamando su lugar. Hay que felicitarse por ello.

Y para acabar esta Carta del Norte, vamos a hablar de Paisajes literarios , eternos como los autores que los han creado, que es como se titula un nuevo libro de Blume Editorial. Porque toda obra literaria se desarrolla en un lugar, real o imaginario, es por lo que se hace necesario este ejemplar, a la par que conviene referirse a la cuidada edición del mismo. Maravillosa como todas las que publica Blume. Encontraremos el Dublín de Joyce, el río Mississippi de Mark Twain, las tierras altas escocesas de Stevenson o El Cairo de Naguib Mahhuz. Territorios casi mitológicos que nos llevan de la Barcelona de Zafón a la Roma de Moravia. Todo un viaje por nuestra memoria literaria y la no literaria. Pónganse cómodos y disfruten.