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Humor en estado puro

Almuzara publica ‘Textos huérfanos’, de Enrique Jardiel Poncela

Humor en estado puro

Cuando aparece un libro de uno de mis autores favoritos me alegro; nada especial, pero cuando ese autor estuvo en dique seco durante mucho tiempo y sus obras ahora vuelven a circular con un éxito más que merecido, mi alegría es mayor. Es el caso de Enrique Jardiel Poncela, del que editorial Berenice ha editado Textos huérfanos. Un título algo sorprendente que se explica con facilidad porque ni el autor los incluyó en ese rompecabezas que son sus Obras Completas.

Jardiel Poncela es más conocido por su obra teatral y por sus noveles, especialmente por esa genialidad que es La tournée de Dios, pero no tanto por la infinidad de textos de todas clases que publicó en su corta vida, solo cincuenta y un años. Todo lo que sea recuperar su obra es tarea digna de loa. Esto es lo que ha hecho Enrique Gallud Jardiel, escritor prolífico, nieto del escritor y autor de una Teoría y mecanismos del humor, editado por Carpe Noctem.

Uno de los peores vicios de la crítica es su cerrazón, su falta de horizontes a la hora de analizar y, sobre todo, el olvido de que estamos ante un género literario. Por culpa de estas razones y otras; entre ellas la falta de sentido del humor, se distingue entre autores serios y los que no lo son. Los primeros son los importantes, los otros, sencillamente entretienen. Esta estupidez sigue funcionando pese a los esfuerzos de los que llevamos muchos años defendiendo que existe la buena y la mala literatura con independencia de factores extraliterarios como los apriorismos y los tópicos.

El humor es el mecanismo de deconstrucción más poderoso que conozco, la ironía, el juego con los significados, la deformación de los referentes, todos los recursos que Jardiel domina a la perfección destruyen el orden que los serios nunca llegan a explosionar de manera tan radical.

Los textos aquí reunidos fueron publicados en diversas revistas y en años anteriores a 1927, fecha canónica del inicio de la carrera literaria del autor, su horfandad no resta un ápice a su calidad y pueden ser de aplicación a situaciones de nuestros días.

El 7 de octubre de 1923 publicó en la revista Buen humor el texto Los conspiradores. En los túneles del metro se reúne un grupo muy variopinto de conspiradores contra Primo de Rivera que, con la aquiescencia del rey Alfonso XIII, había dado un golpe de estado en septiembre de ese año; obsérvese la inmediatez de los hechos. Al dictador no se le menciona, se habla del Directorio, nombre oficial del organismo gobernante.

En el grupo se incluyen 15 diputados que se han quedado sin escaño al cerrarse el Parlamento. Huyendo de prolijas disquisiciones afirma un personaje: «Por culpa del Direztorio (con zeta, el que habla es ceceante) se han quedado a la luna de Castellón de la Plana (cambio de dicho popular pero por una provincia próxima) los quince exdiputados que nos escuchan que de puro brillo que daban al país, eran llamados el Brasso pa limpiar metales de la Camara... Al unísono responde los quince: ¡Sí!»

En el grupo se encuentran representantes de los separatistas, los mismos de ahora. El párrafo es demoledor, ingenioso y vale más que pedantes artículos de opinión: «que quien (no es errata) separar sus provincias de esta España antigua y un poco ancestral en que vivimos (...) Las tres provincias, que en total hacen diez, tien vida propia… Galicia puede vivir sola dedicándose a la pesca de sardina, que es un pescado muy inteligente; Vasconia, que es muy forzuda, es capaz de ganar todos los premios de las Olimpiadas y Cataluña, con sus telas exportadas a Nueva Zelanda, vive por sí misma». El humor exige dobles y triples lecturas y el recurso al ridículo es de enorme eficacia y Jardiel es capaz de rizar el rizo.

La ópera de ambiente gallego Maruxa, de Amadeo Vives, se estrenó en 1915. Este es un hecho objetivo, lo original es que el autor se invente esta situación: «¿Qué haría usted si en el momento de su muerte le obligaran a cantar Maruxa?». El territorio del absurdo pasa a primer plano y la clave radica en las respuestas que suponen una interpretación subjetiva de la personalidad de los encuestados; así Valle Inclán respondería: «Le pegaría un tiro al que me lo dijese»; Pío Baroja: «Le diría que la cantase un tío suyo»; Gregorio Marañón: «No solo la cantaría sino que -si me daba tiempo- escribiría un ensayo cuya idea me ronda hace tiempo (...) que se titularía La sexualidad de las zarzuelas regionales provocada por la fusión del hombre y la mujer en los coros”.

Léase.

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