Bien de Interés Cultural

Danzan las espadas por San Benito en un año histórico para Obejo

La reciente declaración como BIC reconoce el valor de esta tradición, que, este sábado, vive su jornada especial

Obejeños y foráneos celebran en la ermita la romería de la localidad desde primera hora de la mañana

La Danza de las Espadas de San Benito en Obejo

A. J. González

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

Danzan las espadas y un pasillo de fieles poseídos por la alegría les abre paso. San Benito, al fondo, aupado por los hermanos, contempla su admiración. Gaitas, bandurrias, guitarras y panderetas resuenan en la sierra. Los caballos llevan a los jinetes tras el santo, que, arropado con un manto de billetes, procesiona entre vítores. "¡Viva San Benito!", gritan los hermanos. "¡Viva! ¡Viva!", claman los obejeños ensimismados.

La tensión se palpa cuando los danzantes, herederos de prestigiosas armas y de un apreciado honor, rompen su paso y comienzan a brincar en círculos, cruzando las espadas en una emboscada que acaba con la cabeza del ahorcado entre los afilados hierros. Un ahorcado que, pese a la terrible situación en la que se encuentra, sale y acaba volviendo a la fila de danzantes para poner rumbo, de nuevo, a la ermita de donde parten minutos antes.

Orgullo por el reconocimiento

Es la Danza de las Espadas de Obejo y su valor histórico ha convertido esta tradicional ceremonia en Bien de Interés Cultural (BIC). Este domingo, el más cercano al 21 de marzo (festividad de San Benito), los obejeños han festejado su romería, han rendido homenaje a San Benito y han consagrado la celebración como bien de interés a nivel nacional.

Por eso mismo, más si cabe, ha sido el entusiasmo con el que se ha vivido la tradición este año. Por la misma razón, los vecinos que han bajado del pueblo, desde primera hora de la mañana, presumían entre ellos o antes los foráneos de ese reconocimiento. El expediente, que se había prolongado durante años sin éxito, amparará una fiesta muy apreciada en la zona y ayudará a conservarla como patrimonio de Obejo y de la provincia de Córdoba.

Una tradición arraigada

Reza la Regla de San Benito Abad, enmarcada en el interior de la ermita, que para recibir "la recompensa del Señor" hay, entre otras cosas, que "venerar a los ancianos" y "amar a los jóvenes". Precisamente, esa comunión generacional hace posible que la Danza de las Espadas, celebrada tres veces al año, perviva en el tiempo.

Hasta tres generaciones familiares han vivido este domingo la singular celebración. Algunos danzantes, orgullosos, relatan que sus hierros son heredados de padres o tíos. Y, así, diestros las han lucido y las han hecho danzar ante los ojos expectantes que se han arremolinado en el llano junto a la ermita. 

Los hermanos, junto al santo y encabezando con un estandarte la procesión, en compañía del parroco han asistido al baile, con certeza la tradición más arraigada de Obejo. Tan singular es el arte dancístico que practican o la destreza en el manejo de las espadas como las vestimentas que visten y en las que se enfundan horas antes: chaquetas cortas marrones de paño, camisas blancas, pantalones avellanados, fajines rojos y botas. En ese papel, dan la vuelta a la ermita, seguidos por los devotos y, con la gente aguardando en los laterales, ejecutan el ‘patatú’, el momento álgido de la danza.

Las gentes de Obejo hacen el resto. Horas antes, desde el principio de la mañana, hermanos y romeros han asistido a misas. Los vecinos fueron bajando desde las primeras horas del día. Algunos de ellos, para preparar los peroles en que se ocuparían buena parte del día. La gastronomía, como no podía ser de otra forma en la provincia de Córdoba, también tiene su espacio y, aparte de las comidas particulares, la celebración ha culminado con el reparto de buñuelos y vino fino de Montilla-Moriles.