Si se le quiere buscar un sentido sentimental a la Feria de los Municipios de este año, se podría decir que es como la gran cena de Navidad que la familia de la provincia tuvo que suspender por culpa de la pandemia. Y para ello, todo el mundo ha acudido a la casa que les une y lo hace con las mejores galas y los mejores manjares y unas ganas inmensas de enseñar a los demás los progresos que se han hecho.
En las carpas que albergan el acontecimiento se respira ambiente festivo, de acogida. Cada pueblo, cada comarca ha desplegado todos sus encantos para mostrarse atractiva al visitante. Un visitante que no tendrá duda de que encontrará lo que busque: Historia, patrimonio, medio ambiente, cultura, gastronomía, folclore, deporte, distracción y disfrute en definitiva.
Junto a una de las puertas de acceso, un alfarero muestra cómo se desarrolla la actividad más conocida de La Rambla, igual que en Castro se pueden ver varias mecedoras de madera de olivo o como en Cañete han hecho de las flores su principal reclamo, mientras que Fuente Obejuna ofrece pan y teatro (que no pan y circo) a quienes se acerquen a la comarca del Guadiato. Por el sur, el aceite de Priego y Baena se ve rodeado de imágenes romanas llegadas desde Torreparedones o Fuente Álamo, al tiempo que Posadas anuncia una próxima apertura de su poblado prehistórico y todo ello aromatizado con los olores de las chacinas y embutidos de Espejo, los ibéricos de Los Pedroches, los vinos de Montilla Moriles, las mieles de Hornachuelos, las naranjas de Palma, las croquetas de Almodóvar o los quesos de Zuheros. Y eso no es más que un reclamo compensatorio para reponer fuerzas tras recorrer a pie, en bici o a caballo cualquiera de las rutas que proponen desde el Alto Guadalquivir, donde se sugiere una parada en la mezquita Ahmadía de Pedro Abad, que aporta un toque multicultural al evento.
Una oportunidad para los pueblos pequeños
Para los pueblos de mayor tamaño no es tan extraño participar en algunos de estos eventos, pero para los menores es la Feria de los Municipios, posiblemente, la única a su alcance para enseñar fuera lo que se tiene dentro. Un ejemplo es La Granjuela, donde, pese a ser uno de los municipios menores de la provincia, aglutina en su término municipal casi toda la oferta de su comarca, como explica su alcalde, Maximiano Izquierdo, “ofrecemos entorno, naturaleza, medio ambiente, sostenibilidad, aves únicas, algunas en peligro de extinción, como la avutarda, gastronomía, tranquilidad, senderismo, costumbres, reserva starlight, ¿quieres más?”. Para Izquierdo el regreso de esta feria tiene el valor de “reconectarnos los municipios con la ciudadanía para que nos conozca Córdoba ciudad pero también entre la provincia y porque los pueblos pequeños y, sobre todo, los del norte somos los grandes desconocidos, teniendo mucho que ofrecer”.
Manuel Ruiz, alcalde de La Guijarrosa, uno de los pueblos más jóvenes de la provincia, explica que el plato estrella de su pueblo es “las aceitunas partidas, como en La Guijarrosa no hay quien aliñe las aceitunas”, pero además habla de repostería y de su artesanía de la vareta de olivo. Ruiz también cree que la Feria de los Municipios es “una oportunidad para conocernos todos un poco más, al menos los que tenemos los pueblos más distanciados, como las comarcas del sur con las del norte. Es una buena forma para acercarnos más y que conozcamos nuestras costumbres y nuestras tradiciones”.
La misma juventud como municipio tiene Fuente Carreteros, conocido por sus costumbres centroeuropeas, entre las que destacan el conocido Baile de Los Locos o la Danza del Oso. Su alcalde, José Manuel Pedrosa, señala que esta feria “es importante. Hoy si no se está en este tipo de ferias no se te ve y para nosotros es importante porque se nos da visibilidad a los pueblos pequeños que podemos mostrar nuestras tradiciones, que es lo que podemos aportar a la hora de hacer turismo”.
