Cumplir 175 años como instituto en una ciudad de algo más de 20.000 habitantes es un hecho que pocos municipios medios pueden vivir.

En el caso de Cabra, esto ocurrió hace unos días, cuando el IES Aguilar y Eslava alcanzaba este aniversario, ya que una real orden firmada por la reina Isabel II el 24 de febrero de 1847 resolvió que el hasta entonces Real Colegio de Humanidades de la Purísima Concepción, fundado en el año 1679 por el presbítero Luis Aguilar y Eslava, se convirtiera en un «instituto de segunda enseñanza de tercera clase» incorporado a la Universidad de Sevilla, lo que ha llevado ahora al Ministerio de Educación a concederle la Placa de Honor de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio, por su labor en el ámbito educativo y en reconocimiento a su trabajo a lo largo de su historia.

Antes, en el año 2011, el entonces ministro de Educación, Ángel Gabilondo, en su visita al centro, anunció la concesión de la Corbata de Alfonso X El Sabio a la Asociación Nacional para la Defensa del Patrimonio de los Institutos Históricos (Andpih) constituida en el Instituto-Fundación Aguilar y Eslava, y de la que su actual director, Salvador Guzmán, fue su primer secretario y miembro fundador.

Hoy, hace justo dos años, el 28 de febrero del 2019, el Instituto- undación Aguilar y Eslava, previo expediente de la Consejería de Presidencia de la Junta de Andalucía, con motivo de sus 340 años de historia, fue distinguido con la Medalla de Andalucía, segundo título de mayor rango que otorga la Junta de Andalucía.

Un internado

Desde hace 343 años esta institución educativa ha venido dejando su impronta en varias generaciones de alumnos, hoy de Cabra pero hasta hace unos años, y gracias a su ya desaparecido internado, a jóvenes procedentes de distintos puntos de la geografía andaluza y española, por ser uno de los pocos municipios que, fuera de capital de provincia, contaba con un centro de estas características.

Tal como se refiere en el libro De la instrucción pública en España, de Gil de Zárate, «el Instituto de Cabra sería en aquella época uno de los 4 locales -junto a Algeciras, Figueras y Osuna- frente a 34 situados en capitales provinciales y 11 agregados a las universidades».

Claustro de profesores de principios del siglo XX.

Unos años más tarde, en 1857 y como consecuencia de la ley Moyano, se le facultó para otorgar títulos de Bachiller y en 1877 el rey Alfonso XII lo declaró instituto de categoría provincial, incorporándose al mismo los colegios de los pueblos limítrofes. En esa época de finales del siglo XIX, tres egabrenses se volcaron en la defensa y mejora del Instituto-Colegio de Aguilar y Eslava: el escritor, diplomático y político Juan Valera y Alcalá-Galiano durante su época de consejero de Instrucción Pública; Martín Belda y Mencía del Barrio, como ministro de Marina y gobernador del Banco de España; y Juan Ulloa y Valera, secretario general de Hacienda.

Grandes personalidades

Pero no solo ellos fueron decisivos. También lo fueron otros que de niños y jóvenes pasaron por sus aulas y que luego fueron personalidades relevantes de la vida social, cultural y política de la España del momento y de los que se conservan sus expedientes académicos, como es el caso de Blas Infante, político y fundador del andalucismo histórico; Niceto Alcalá-Zamora, primer presidente de la II República Española, o la hasta hace pocos meses vicepresidenta del Gobierno, la egabrense Carmen Calvo Poyato.

En el último tercio del siglo XIX el instituto se consolidó como una institución solvente y de prestigio. De los 63 institutos entonces existentes en España (1873) solo 25 tienen mayor número de alumnos que el de Cabra.

Ya a principios del siglo XX, con la creación del Ministerio de Instrucción Pública y Bachillerato, el titular de la nueva cartera, el Conde de Romanones, dispuso el cambio de denominación de los institutos, de forma que pasaría a llamarse Instituto General y Técnico de Cabra. Y en 1921, a propuesta del catedrático Juan Carandell y Pericay y refrendado por su claustro, pasaría a denominarse Instituto de Aguilar y Eslava, recibiendo en 1922 la visita del entonces ministro de Instrucción Pública, Tomás Montejo y Rica, quien afirmó que este instituto era «uno de los primeros, si no el primero de España».

Centro de estudios | Puestos de investigación. JOSÉ MORENO

Años más tarde, la apertura del curso 1932-33 a nivel nacional tuvo lugar en su Patio de Cristales, que hoy se conserva tal cual, con la presencia relevante de uno de sus antiguos alumnos, el presidente de la II República Española, Niceto Alcalá-Zamora, a quien acompañaban el ministro Fernando de los Ríos y los rectores de las universidades de Andalucía.

Tras la Guerra Civil, el instituto recuperaría otra vez su vitalidad, llegando a tener 7 secciones delegadas, 4 colegios libres adoptados y 3 colegios reconocidos, que lo convertían en el principal centro de enseñanza del sur de Córdoba.

A partir de los años 60, las antiguas secciones delegadas se transformaron en nuevos institutos: Aguilar, Baena, Castro del Río, Fernán Núñez, Lucena, Priego, Puente Genil y Rute, lo que conllevaría un descenso significativo de alumnos y el cierre definitivo de su internado.

El legado y la rica memoria que atesora desde finales del siglo XVII hicieron que el Instituto Aguilar y Eslava, no solo por la trayectoria pedagógica o personal de quienes formaron parte de su comunidad educativa, sino también por los fondos y recursos vinculados a su historia como institución docente que ha contribuido a forjar una parte de la historia de Andalucía, el 1 de marzo del 2018 recibiera de la Consejería de Educación el reconocimiento como Instituto Histórico Educativo de Andalucía, llevándolo a formar parte de la Red de Institutos Históricos de Andalucía junto a otros 16.

Desde la dirección del centro, junto a su Fundación y Museo, se trabaja en concienciar al alumnado del importante papel que ha desempeñado la educación en la historia de Andalucía y, en especial, la escuela pública. También se facilita la utilización de este legado como recurso didáctico y se fomenta la realización de actividades de carácter científico y educativo a la vez que se promueve la investigación de la historia educativa del centro a través del Centro de Estudios Vargas y Alcalde, ubicado en la primera planta del Oratorio de la Purísima Concepción y que atesora lo más valioso de la Biblioteca Histórica y el Archivo Histórico de la Fundación, disponiendo de seis puestos para la investigación.

Aula actual del instituto.

A esta labor de protección de su patrimonio documental e histórico-artístico se unió en noviembre del 2007 el Museo Aguilar y Eslava, donde se expone el rico patrimonio pedagógico, histórico, artístico, documental y sentimental de su tricentenaria historia y donde, entre las diferentes colecciones, objetos y obras de exposición que ofrece al visitante destacan los referidos a las Ciencias Naturales por acoger piezas, objetos y restos que suministran la Botánica, la Zoología, la Mineralogía, Petrología, Geología o Paleontología.

Desde febrero del año 2013 se encuentra aquí, en lo que fuera sótano, almacén y también refugio contra los bombardeos en los años de la Guerra Civil española, el Museo de la Pasión, en el que se culmina el proyecto de investigación El hombre de la Sábana Santa, que en el año 2002 inició el escultor y profesor Juan Manuel Miñarro, de la Universidad de Sevilla, en colaboración con el Centro Español de Sindonología y la Fundación Aguilar y Eslava y que, en forma de exposición itinerante, ha recorrido las principales ciudades de Andalucía y Levante como la que actualmente y desde el pasado 18 de febrero se puede ver en el Círculo Mercantil de Sevilla, en la céntrica calle Sierpes.

La riqueza de este centro no solo se atesora entre sus paredes, cuya zona educativa propiamente dicha se reformó y modernizó hace una década para las labores que la enseñanza requiere en el siglo XXI, sino que también se acrecienta con la permanencia bien conservada de la zona noble, lo que fue el edificio primigenio.

El edificio inicialmente se iba a dedicar a colegio de Artes y Teología, y para ello había sido reformado y ampliado en el año 1613 por el doctor Gerónimo de Leyva, canónigo de la Catedral de Sevilla, quien lo dejaría en testamento a la Compañía de Jesús para la instalación de un colegio de dicha orden. Sin embargo, los jesuitas no se decidieron a construir el colegio y en el año 1645 vendieron el edificio a Leonor de Moscos y Rojas, esposa del décimo primer conde de Cabra, para la instalación de un convento de monjas que tampoco llegaría a cuajar.

La Casa Grande, como era denominada, constituye hoy la parte noble del inmueble, al que después se le fueron agregando edificios contiguos. De ellos, lo más notable del edificio actual es su portada, labrada en 1613 por el cantero prieguense Luis González Bailén. Una fachada realizada en mármol rojo y negro rematada por una hornacina con la imagen de la Purísima Concepción, patrona del Real Colegio, y los blasones iguales a los lados del balcón con las armas de la familia del fundador.

La portada se sitúa abierta a una plaza proyectada en 1933 por el arquitecto Luis Berges Martínez y en cuyo centro se encuentra la fuente-monumento en honor del fundador con un busto obra del escultor egabrense Antonio Maíz Castro.

En el interior destaca el patio claustral con dos plantas y doble arcada sobre columnas toscanas, denominado Patio de Cristales por la montera de vidriería decorada que la cubre, obra de los talleres de los hermanos Maumejean de Madrid de 1930 y recientemente restaurada.