José Antonio Morena, arqueólogo municipal de Baena y director del Museo Histórico, ha escrito el libro La escultura zoomorfa ibérica en Baena: monumentos para la memoria y símbolos del poder, un trabajo que responde a los fines primordiales que tienen encomendados los museos que son, aparte de la conservación, la investigación y la difusión de sus fondos. El estudio está dedicado a una de las facetas más sobresalientes de la cultura ibérica, la plástica en piedra, de gran formato, que representaba diversas especies animales para decorar los monumentos funerarios de los personajes más importantes de la sociedad, con el fin de reafirmar y legitimar su poder, especialmente durante las épocas antigua y plena. Aunque también se tallaron esculturas zoomorfas destinadas a monumentos de carácter civil o conmemorativo y que pudieron hacer de hitos en el territorio, en lugares sagrados, cruces de caminos o delimitando fronteras políticas.

Morena comenta que Baena es uno de los municipios con mayor número de esculturas zoomorfas prerromanas conocidas hasta la fecha, algunas de las cuales están expuestas en el museo local y se encontraban inéditas, por lo que afirma que el objetivo es dar a conocer a modo de catálogo todas las piezas procedentes de Baena, ofreciendo los datos de cada una: procedencia, dimensiones, material, descripción, bibliografía y localización actual, acompañadas de buenas fotografías. 

Loba: La pieza original se encuentra en Jaén. | M. ARIZA

El trabajo presenta veintiséis piezas, entre esculturas completas y fragmentos, que cubren un arco cronológico de unos siete siglos y que «ponen de relieve el grado de perfección» logrado por los artistas iberos, así como el nivel económico alcanzado por quienes encargaron esas obras de arte, los jefes, gobernantes y personajes pertenecientes a las élites aristocráticas de aquellos núcleos urbanos ubicados en el territorio del actual término municipal de Baena: Ipsca (cortijo de Izcar), Iponoba (cerro del Minguillar), Ituci o Bora (Torreparedones) y los ignotos del cerro de los Molinillos y Torre Morana.

La profesora Teresa Chapa Brunet, catedrática de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, que es considerada como una de las mayores expertas del tema a nivel nacional, ha sido la encargada del prólogo. En él comienza señalando que José Antonio Morena es el mejor conocedor de la escultura zoomorfa ibérica. Señala que la escultura ibérica es una prueba de la «originalidad de esta sociedad» pero que no se extendió de forma regular por todos los territorios que consideramos ibéricos. Comparte con el autor que «el conjunto de Córdoba presenta unos rasgos muy particulares que permiten individualizarlo con claridad respecto a otras zonas». En el caso concreto de Baena, en el que se centra el libro, sus más de 25 esculturas de variado repertorio y prolongado registro cronológico, «resulta muy sugerente y especialmente informativo». La experta expone entre sus «rasgos distintivos», la preferencia declarada por la representación de leones, que en las áreas mediterráneas son minoritarios respecto a otras especies como los toros.

Califica de «excelente y documentado» el catálogo de las piezas, que llega más allá al lector porque «las esculturas se han emplazado en el paisaje habitado de entonces». Muestra, explica, cómo los grupos ibéricos tenían un territorio estructurado, con poblados fortificados en altura de distintos tamaños que explotaban y dominaban su entorno agrícola y las vías de comunicación.

La escultura zoomorfa ibérica en Baena: monumentos para la memoria y símbolos del poder ha sido editado por el Ayuntamiento de Baena en colaboración con el grupo de investigación Antiguas Ciudades de Andalucía, que dirige el profesor Carlos Márquez, catedrático de Arqueología de la Universidad de Córdoba y la Diputación Provincial, y se incluye dentro de la serie Historia y Patrimonio Baenense.

Necrópolis

El libro aborda el problema de las necrópolis ibéricas cordobesas, en general, y el de Baena, en particular, por cuanto se supone que la mayor parte de estas esculturas de animales debieron formar parte de monumentos funerarios, para proteger el alma del difunto, ahuyentando los malos espíritus y evitar, al mismo tiempo, posibles saqueos de la tumba.

Entre esas 26 esculturas, Morena destaca el león del cerro de los Molinillos de piedra caliza. Fue hallada en la década de 1940 y hasta el año 2010 la escultura se conservaba en la colección de Rafael Onieva Ariza y fue donada al museo de Baena. Es una escultura exenta que representa a un león echado al que le falta la parte posterior de la cabeza en la que estaría representada gran parte de la melena. Otra obra original es la del león del Cerro del Minguillar, de piedra caliza, que fue un hallazgo casual. Representa a un león echado al que le faltan las patas desde la rodilla. 

Como señala Teresa Chapa, las esculturas quedaron enterradas durante siglos y ahora vuelven a tener una nueva vida en otra época y el libro de Morena nos ayuda a entenderlas.