«Pensábamos que en Almodóvar del Río, un pueblo de 7.000 habitantes estábamos a salvo, que los repuntes eran cosa de las grandes ciudades como Madrid y resulta que nos vemos peor, la gente se ha relajado, han dado un poco de libertad después de tanto tiempo encerrados y han empezado a entrar y salir, a hacer fiestas y por eso estamos así». Lo dice Cándida Urbano, una señora mayor, a la entrada de la farmacia, uno de los escasos recados que realiza por las mañanas. «Desde que empezó esto, no salgo casi y no he pisado un bar, mi marido y yo somos de riesgo, ni siquiera vienen ya mis hijas ni mis nietos por si acaso», relata sincera, «esto no es una broma». Mientras Cándida confiesa su temor, 342 cucos estaban llamados al cribado voluntario organizado en la localidad para detectar positivos asintomáticos y aislarlos para de frenar la expansión del covid. «Si no llegamos al 30% de los convocados no habrá una muestra representativa y habrá que pensar en llamar a más gente», afirma la doctora Ana María Lemos, médico del centro de salud de Almodóvar y responsable de la prueba, que llama también a aliviar la presión asistencial aplazando todas las consultas que no sean urgentes, para permitir a los profesionales centrarse en el covid.

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A la espera de los resultados, que se conocerán este viernes (a los positivos se les avisa inmediatamente), los vecinos personados en las pruebas se mostraron convencidos de la importancia de la prueba: «Te da mucha tranquilidad», afirma una de las testadas. Algunos no entienden que sea voluntaria y plantean su obligatoriedad por una cuestión de salud pública, una idea que no gusta a los sanitarios, que prefieren llamar a la conciencia social.

En la calle, un rumor generalizado apunta a que el brote que ha llevado a Almodóvar a superar los 500 casos por 100.000 habitantes (1.373 por cada 100.000 habitantes, en este momento, tras confirmarse este jueves otros 14 positivos. El acumulado desde que empezó la pandemia es de 133 positivos, de los cuales se han confirmado en los últimos 14 días 109) y estar en el punto de mira se originó en una fiesta de pedida a la que acudió demasiada gente sin cumplir ciertas normas básicas, en esa falsa realidad que hace pensar que la familia y los amigos no se contagian.

También hay muchos vecinos que piensan que no hay un foco sino muchos a la vez. «En septiembre, ha habido muchas comuniones, bautizos y bodas que se aplazaron en mayo con celebraciones familiares en las casas y eso se ve ahora», afirman. También hay quien señala a los colegios. «Es injusto que se recorte en todo, que no se pueda ir al médico, que se cierren los bares, pero en los clases haya más de 30 niños juntos, ¿eso cómo puede ser?», se pregunta Miriam indignada, «se le está echando la culpa a los bares recortándoles cada vez que hay un brote, pero hay muchos sitios donde no se previenen los contagios».

Los que peor llevan el repunte son los propietarios de algún negocio, que esperaban que el sacrificio realizado en el confinamiento hubiera calado en la población, haciéndola más consciente, y ahora ven su futuro cada vez más negro, pese a haber puesto en marcha todas las medidas de seguridad exigidas en cada fase de la desescalada. «Ahora hay más miedo que en el confinamiento, al principio estábamos limpios y en dos semanas, se ha ido de las manos», comentan José María y Estrella, propietarios de la Frutería Cárvula y Mundo Animal. «Nosotros vendemos productos de primera necesidad y aún así se ha notado mucho este brote, la gente no sale, tiene miedo y cada vez hay más pedidos por teléfono», comentan.

En Regalos Sagitario, Antonio Sánchez, que tiene además la cafetería Roldán, asegura que el brote ha sido «la puntilla» para los negocios de Almodóvar. «Esto se va a cargar al comercio de barrio, estoy convencido, no vamos a levantar cabeza así, habíamos empezado a recuperarnos después del confinamiento y cuando levantas un poco la cabeza, otra vez igual», señala preocupado. «Ha habido muchas comuniones y bodas en parcelas, en casas particulares y de ahí sale todo», señala, «la gente se ha olvidado del virus como si aquí estuviéramos a salvo». A la preocupación por la salud, se suma la inquietud por el negocio. «La vuelta al cole ha sido terrible, compramos la mitad de material escolar que el año pasado y se ha vendido la mitad de eso porque la gente compra lo justo por si a los dos días cierran las aulas», relata.

En la peluquería Millenum, Pepa Pozo abre la puerta con la mascarilla y la mampara en la cara mientras señala al felpudo para desinfectarse los pies al entrar. «Desde que empezó el brote, la gente no sale y nos cancelan citas porque hay miedo y cada vez más personas confinadas porque alguien ha dado positivo en su familia».

También es recurrente la queja porque hay vecinos que, una vez dan positivo, no cumplen la cuarentena. «Aquí nos conocemos todos y ves en la calle a gente que debería estar en casa», aseguran, convencidos de que hay que intensificar las sanciones. Según la alcaldesa, Sierra Luque, que ayer acudió al polideportivo al inicio de las pruebas, «ya hemos puesto seis o siete multas por este motivo» y «vamos a estar muy vigilantes de cara a las fiestas del pueblo» suspendidas oficialmente, advirtió, insistiendo en llamar a la responsabilidad individual a toda la ciudadanía. Aunque, por si acaso, se ha reforzado la vigilancia, que ejercerán la Policía Local y Guardia Civil. Aviso a navegantes.