REPORTAJE
Ambulancia sí, pero sin silla de ruedas
José de Dios, un cordobés de 54 años con diversidad funcional por polio, denuncia trato discriminatorio del servicio sanitario, que en caso de urgencia, no transporta sillas de ruedas
El 061 se remite a lo que prevé la normativa europea y la legislación española
«Estoy indignado, me han hecho sentir un ciudadano de segunda clase y quiero denunciarlo». José de Dios Moreno tiene 54 años y lleva prácticamente toda su vida moviéndose en silla de ruedas por Córdoba a causa de los efectos de la poliomielitis que sufrió de pequeño. Ha experimentado en primera persona lo que es la discriminación. «Antes no te dejaban entrar con la silla de ruedas en muchos sitios, pero las cosas han ido cambiando a mejor con el paso del tiempo», admite, «lo que no esperaba es que una ambulancia faltara a su deber de socorrerme».
Hace unos días, viajaba en un autobús urbano en su silla camino de Las Quemadas. A la altura de la avenida de Barcelona, en un momento de tráfico intenso, el conductor dio un frenazo fruto del cual sufrió una torcedura en un tobillo, tras impactar el reposapiés con la pared del autobús.Según relata, el conductor fue muy amable y «mientras yo era un puro alarido de dolor, él pidió al resto de pasajeros que se bajaran y llamó al 061 para que me atendieran». La persona que cogió el teléfono, tras recopilar los datos del herido y saber que iba en silla de ruedas les informó de que podían acudir al lugar del incidente, pero si era necesario el traslado, solo podrían llevarlo a él, pero no su silla de ruedas porque no tenían forma de transportarla. «Yo no podía dejar la silla abandonada en la calle», explica, «para mí mi silla es una extensión de mi cuerpo, el vehículo que me permite moverme y que además cuesta más que un coche». Dolorido, pasadas las 13.30 horas y con casi 40 grados, tuvo que bajar del autobús y recurrir a un taxi adaptado para que lo trasladaran al hospital y lo atendieran.
«Me sentí muy mal, discriminado y abandonado, yo pago mis impuestos como cualquiera y si necesito un traslado en ambulancia, aunque la incidencia no sea de vida o muerte, tengo derecho a recibir el mismo trato que cualquier otra persona», sentencia. Le consta que hay vehículos preparados para hacerlo.
No es el único que se ha enfrentado a una situación así. Según ha podido saber este periódico, el pasado mes de julio, una clínica de fisioterapia del Centro tuvo que hacerse cargo por humanidad de la silla de ruedas de una persona discapacitada que sufrió un accidente delante de su puerta después de que la ambulancia se negara a trasladarla con su dueño.
Respuesta del 061
Según el 061, consultado al respecto por este periódico, la Normativa Europea EN 1789 regula los vehículos de transporte sanitario y sus equipos y especifica cuáles son los requisitos de diseño, ensayos que deben cumplir, prestaciones y equipos que deben incorporar todas las ambulancias de carretera empleadas para el transporte sanitario. Así, señalan desde el servicio de emergencias, «tanto la normativa europea como la legislación española obligan a las administraciones y a las empresas de ambulancias a que todo componente que entre en la ambulancia esté anclado y sujeto por un soporte específico capaz de soportar tensiones iguales a 10 veces su peso». Por este motivo, afirman, «no se pueden transportar junto al paciente elementos que puedan suponer un riesgo para su seguridad y la el personal sanitario que le atiende, durante el traslado».
Cuando se producen situaciones de emergencias sanitarias, «son las fuerzas de seguridad las que custodian los elementos que no pueden ser introducidos en las ambulancias y en los casos en los que un paciente en silla de ruedas requiere un traslado no urgente o demorable, se puede programar en ambulancias convencionales y de traslado colectivos que tienen sistemas de sujeción interiores para las sillas de ruedas», añaden. Sin embargo, no hay nada previsto para los traslados urgentes, pero no vitales como este.
José de Dios no está conforme con esta explicación, que en su opinión, justifica «la omisión de socorro». De hecho, ya ha elevado su queja a la Oficina del Defensor del Pueblo, que le ha conminado a presentar una hoja de reclamaciones. «No es justo y creo que hay que buscar una solución».
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