REPORTAJE

Dar la mano a los ucranianos: se forma una cadena humana en el Puente Romano

Los cordobeses muestran su apoyo al país en guerra para conmemorar el Día de la Independencia de Ucrania

Aunque las refugiadas (son sobre todo mujeres) se sienten integradas, planean volver al final del conflicto

Abogadas, notarias o doctoras, con un buen nivel de vida y una buena casa donde ver crecer a sus hijos, "nunca imaginaron llegar a verse como vagabundas y pidiendo ropa interior para ellas o material escolar para sus pequeños". Así traslada Ana Kostyuk el desconcierto de las ucranianas refugiadas en Córdoba que se vieron obligadas a despedirse de familiares y maridos (ellos deben quedarse obligatoriamente a combatir) para huir del horror y las bombas. 

Kostyuk lleva 23 años viviendo en la ciudad; tiene un negocio de decoración y venta de globos y es la representante de la asociación Ucranianos en Córdoba impulsora, a nivel local, de una cadena humana que esta tarde ha recorrido el entorno del Puente Romano y del Arco del Triunfo, junto al mural realizado por el dúo artístico ucraniano Korobkov, cuya obra se llevó a cabo con una residencia del proyecto Córdoba, Ciudad de las Ideas. La idea era invitar a todos los viandantes que pasasen por allí, junto a quienes quisieran unirse desde el principio, a tender la mano a los ucranianos hasta formar una fila lo suficientemente llamativa como para conmemorar con reivindicaciones el Día de la Independencia de Ucrania, fechado oficialmente el 24 de agosto.

Refugiadas ucranianas durante la conmemoración a su tierra

Refugiadas ucranianas durante la conmemoración a su tierra / FRANCISCO GONZÁLEZ

La invitación para realizar esta acción llegó a la asociación a través de un correo electrónico del consulado de Ucrania en Málaga. Se trata de una iniciativa que hoy se ha llevado a cabo de manera simultánea, a las 19.00 horas, en varios países del mundo y a la que se han sumado más de 25.000 personas para demostrar su rechazo a las consecuencias del conflicto. Respecto a la hora, este puede ser un condicionante difícil de soportar en mitad de una cuarta ola de calor, con lo que esto supone para los cordobeses. No obstante, "los soldados están soportando condiciones duras, en las trincheras, escapando de proyectiles, jugándose la vida, por lo que nosotros podemos soportar una hora de calor por ellos", ha comentado Ana Kostyuk.

Volver a la zona de guerra o quedarse

Precisamente, la temperatura en verano es uno de los mayores inconvenientes a los que se enfrentan unas refugiadas poco acostumbradas a una climatología de estas características. Su estado se agrava cuando la mayoría está en situación de pobreza energética, sin permitirse la instalación de aire acondicionado o sin poder acceder a zonas de baño. "Pero son detalles de la vida que, tarde o temprano, se solucionan, como cuando repartimos pases para las piscinas públicas", ha incidido Ana. Lo que sí genera una verdadera ansiedad es la incertidumbre de no saber cuándo acabará la guerra en una tierra donde tantos siguen sin poder salir, con la angustia generada de intentar cuidar del resto de la familia, a distancia. "Varias mujeres han tenido que volver a Ucrania porque no podían trabajar, al no saber el idioma y no tener dónde dejar a los hijos, por lo que no podían enviar dinero a sus casas", ha explicado la representante. "Otras sencillamente han vuelto por tener a sus padres enfermos", ha añadido.

La incertidumbre y el temor por quienes han dejado atrás es la mayor problemática a la que se enfrentan

Cuando llegaron a España como refugiadas tuvieron que pasar por varias fases de integración hasta lograr una cierta autonomía, una vivienda y un sueldo. En este proceso, "la acogida de la ciudad sido realmente buena, desde el día a día de las mujeres, hasta las muestras de compañerismo con los menores en los centros educativos", ha señalado Kostyuk, para quien "el destino, por algo, nos trajo a esta ciudad con el corazón tan grande". Pero la angustia por lo dejado atrás no cesa y el hogar siempre hace su llamada fuerte, a lo lejos. "Yo me siento muy integrada en España, pero he necesitado más de veinte años para lograrlo y no es nada fácil; se necesita tiempo", ha incidido. Por ello, quienes actualmente residen en la ciudad consideran su situación como algo temporal y "en el 99 por ciento de los casos sólo piensan en el final de esta guerra para volver a casa" y así empezar a reconstruir su historia para avanzar de nuevo hacia el futuro.

Suscríbete para seguir leyendo