REPORTAJE

Las caras de arcilla, ¿arte o qué?

Un grupo de artistas y críticos cordobeses dan su opinión sobre las figuras que ya han aparecido en cuatro localizaciones de la ciudad y que ven como una práctica graciosa, sin valor artístico, que empieza a aburrir

Recuerdo 8 Una mujer fotografía con su móvil las caras de la calle Caldereros. | A.J.GONZÁLEZ

Recuerdo 8 Una mujer fotografía con su móvil las caras de la calle Caldereros. | A.J.GONZÁLEZ / ARACELI R. ARJONA

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

Cuatro veces en tres años y medio. Ni las caras de Bélmez se aparecieron tanto. Primero fueron una multitud de caras de arcilla adheridas a la muralla de la Puerta de Almodóvar, en junio de 2019. Menudo revuelo se montó, con presencia de autoridades y retirada urgente para evitar daños al lienzo. En diciembre de 2020, otro par de caras de barro se aparecieron frente al Alcázar. A punto estuvieron de borrarse antes de ser vistas, pero no, salieron en los papeles. En enero del año pasado, otro puñado de caras vino a decorar una pared del Parque de Miraflores, un lugar muy rebuscado si el artista buscaba notoriedad, para culminar este mes de enero con una cuarta entrega en la calle Caldereros, esta vez, bien pintaditas de blanco, pegadas con sumo cuidado y esmero muy top a la pared de una casa deshabitada. Escasos de elementos disruptivos amables como este, los medios locales (y nacionales), incluidas las televisiones, se han hecho eco por cuarta vez de un acontecimiento que, de no ser porque el autor sigue oculto en el anonimato, si es que es el mismo y no ha tenido relevo en este tiempo, no levantarían mayor revuelo. No es la primera vez que Córdoba amanece con una actuación de este tipo. El hombre río que dos artistas espontáneo depositaron una noche en el Guadalquivir a su paso por la ciudad ya sorprendió a la ciudadanía y se granjeó el agrado de los cordobeses hasta tal punto que el Ayuntamiento les encargó una segunda obra que se llevó la corriente, pero de la que sigue habiendo huella en una placa instalada junto al puente de Miraflores. Luego fue el callejero pirata, obra de una pareja de artistas que fue dosificando el interés del público, renombrando durante sucesivas noches distintas vías con frases sugerentes sin perder el anonimato hasta mucho tiempo después.

¿Arte, vandalismo o qué otra cosa?

Diario CÓRDOBA ha preguntado a artistas y expertos en arte sobre la cuestión y hay opiniones diversas, aunque todos coinciden en una cosa. No son arte ni vandalismo. Y no está mal que la realidad nos sorprenda de vez en cuando. Aunque la repetición, que para algunos alimenta el misterio, a otros empiece a provocarles tedio.

«Me gusta verlas, esas intervenciones que aparecen de repente generan curiosidad y tienen su interés»

Nieves Galiot

— Artista

La artista plástica Nieves Galiot cree que las caras de arcilla que, como champiñones, brotan cada cierto tiempo en las calles de Córdoba «no son una genialidad, pero causan un efecto sorpresa que la gente agradece». Para la artista, las caras en sí, algunas de las cuales ha ido a ver, están bien resueltas y no molestan, al contrario, «me gusta verlas, para mí esas intervenciones urbanas espontáneas que aparecen de repente generan curiosidad y solo por eso creo que tienen su interés».

«El callejero pirata tenía una dimensión más poética, esto tiene su gracia, pero no un sentido artístico»

Óscar Fernández

— Comisario de arte

Al comisario de exposiciones y coordinador de la sala Vimcorsa y centro de arte Pepe Espaliu, Óscar Fernández, le parece algo anecdótico que, «sin ser una genialidad ni un acto vandálico», adolece de cierta profundidad como intervención. «El callejero pirata tenía una dimensión más poética, esto de las caras tiene su gracia, sirve para romper la rutina, pero no le encuentro un sentido artístico», afirma, «el arte público es más complejo que lleve a alguna reflexión y que esté más elaborado». Para él, «no se ve que haya algo más allá que un gesto divertido». En su opinión, está claro que el propósito no es hacer una gamberrada sino generar una marca y dejar un rastro en la ciudad, «esa es su virtud, porque no es ofensivo, y su defecto, porque no tiene profundidad».

«No es igual colocar las caras en un monumento o bien protegido que en una tapia de un polígono industrial»

María José Ruiz

— Artista

La pintora María José Ruiz no ha seguido la historia y hace un análisis benevolente de la iniciativa. «A mí me parecen bonitas, sobre todo, estas últimas blancas, por lo que veo en las fotos, están bien hechas», afirma, «imagino que la consideración de si algo sea una obra de arte o vandalismo depende de varios factores. En una intervención artística prima la calidad estética, el valor técnico y estilístico. También depende del sitio donde aparezcan, no es igual que coloquen las caras sobre un monumento o bien urbano protegido que en una tapia de un polígono industrial».

«Para mí, esto de las caras no pasa de ser algo anecdótico y carente de interés que empieza a ser cansino»

Tete Álvarez

— Artista

El artista plástico Tete Álvarez, no lo considera vandalismo porque no atentan contra el patrimonio, pero como intervención artística, asevera, «para mí esto no pasa de ser algo anecdótico y carente de interés que empieza a ser cansino aunque imagino que quien las pone se vendrá arriba cuando ve el seguimiento que se le hace».

«Banksy mola porque tiene un criterio social y expresa una crítica al sistema, esto no sé qué sentido tiene»

Fernando Vacas

— Músico y artista

«No creo que tengan valor artístico, yo no capto el mensaje, solo veo alguien que busca llamar la atención»

Jesús Alcaide

— Crítico de arte

Fernando Vacas, artista polifacético e impulsor del proyecto Ciudad de las Ideas, encuentra cierta gracia en la intervención. «Creo que tienen cierto valor artístico, siniestro, pero lo tienen», afirma, aunque sin mayor trascendencia. «Banksy mola porque tiene un criterio social y expresa una crítica contra el sistema», apunta, «esto no sé qué sentido tiene». Tampoco le encuentra ningún sentido a la intervención el crítico de arte Jesús Alcaide. «No tengo opinión sobre el tema, ni me provoca ningún interés», asegura, «no creo que esas caras tengan valor artístico, yo no capto el mensaje si es que lo hay, ni una intención, algo falla, yo solo veo alguien que quiere llamar la atención y ocupar un espacio en los medios», sentencia rotundo.

«El arte es otra cosa, esto es algo llamativo, curioso, está bien como ocurrencia, pero nada más»

José Manuel Belmonte

— Escultor

El escultor cordobés José Manuel Belmonte lo considera una forma de «graffitti volumétrico». A diferencia de las primeras intervenciones, cree que las últimas, halladas sobre la pared de una casa, están «hechas a conciencia, con cuidado, esto no se ha hecho en media hora». Para Belmonte, no hay delito o vandalismo si bien la actuación, venga de quien venga, ha perdido el factor sorpresa. «El arte es otra cosa, esto es algo llamativo, curioso». En su opinión, «está bien como ocurrencia, pero nada más». Para Belmonte, «lo rompedor no es ponerte a pintar donde se te antoje, y pegar caras con cemento en según qué sitios puede causar algún destrozo y eso no tiene gracia, por eso lo de la muralla no me gustó». Por eso apostilla que sería más interesante que los artistas ocuparan un día la calle para hacer una demostración pública de cómo se crea una obra, «eso sí estaría bien, ocupar espacios públicos sin permiso... no lo veo».  

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