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ENTREVISTA Jesús Tamayo Presidente de Proyecto Hombre en Córdoba

«La mujer tiene más riesgo de perder el trabajo si reconoce su adicción que el hombre»

Jesús Tamayo Proyecto Hombre

Jesús Tamayo, presidente de Proyecto Hombre en Córdoba. A.J. González

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Jesús Tamayo, presidente de Proyecto Hombre en Córdoba. Paula Lara

Jesús Tamayo (Córdoba, 1975) es el presidente de la oenegé Proyecto Hombre en Córdoba y fue él quien inauguró el pasado jueves la ampliación del centro de Huerta de la Reina para atender a más personas y mejor. Para Tamayo, el adicto no es un enfermo, sino «una persona con dificultades importantes» en cuya recuperación el papel de la familia supone el 40% de la garantía de éxito.

Es presidente de Proyecto Hombre de Córdoba desde 2017. Le ha tocado vivir la pandemia y la crisis económica que sufrimos. ¿Malos tiempos para presidir una oenegé?

No son ni malos ni buenos tiempos. Al presidir una oenegé siempre hay buenas noticias que agradecer o algún escollo que salvar. Es cierto que el temor no podemos evitarlo con todas las noticias que hay respecto a la crisis económica.

¿Cree que el aislamiento de la pandemia o la actual crisis económica están provocando un aumento de las personas con adicciones?

Las crisis económicas suelen conllevar un abuso de alcohol y si se prolonga en el tiempo se puede convertir en una adicción. Tomando como referencia la última crisis económica de 2012, el consumo de alcohol y psicofármacos aumentó en un 40% en las mujeres mayores de 40 años de edad. Lo notamos por el aumento de la demanda y a día de hoy todavía nos llegan casos rezagados. Desde luego, lo fácil es recurrir a aquello que me alivia inmediatamente de la frustración. Sí, creo que va a haber un aumento, pero que va a depender de cómo la sociedad responda a la problemática que se nos viene encima.

El jueves se inauguró la ampliación del centro de Proyecto Hombre en Huerta de la Reina, ¿a qué proyectos se va a destinar?

Ya se estaba utilizando, pero no en el estado que se encuentra ahora. La vamos a utilizar para atender a un mayor número de personas, que no nos cabían, como las personas sin hogar. También vamos a iniciar un recurso con salud mental con patología dual, que ya estaban siendo atendidas, pero le vamos a dar más eficiencia que hasta ahora. También se va a utilizar el espacio para atender a menores, diferenciándolo del de los adultos. Además, podemos darle una sala concreta a los grupos de mujeres. Las nuevas instalaciones eran totalmente necesarias, porque no teníamos espacio.

«El alcohol es la droga legal más consumida tanto en adultos como en menores»

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¿Cuántas personas atienden al día? ¿Ha crecido mucho la demanda a lo largo de este año?

Los recursos donde la necesidad es más exigente, digamos más profunda, han crecido al doble. Si antes atendíamos a diez, ahora atendemos a 20, que son los recursos de mañana. Son los recursos de ambulatorio como los residenciales los que se están manteniendo estables, que yo entiendo que irán creciendo a lo largo de esta año. Son aquellos que demandan personas que aparentemente mantienen una vida más normalizada pero que tienen un hábito de consumo de fin de semana o de entre semana, que empiezan a notar problemas en la vida laboral o familiar. Estos son los programas de apoyo. Por la mañana, unas 25 familias al día y por la tarde entre 30 y 40. No son todos los que nos gustaría atender, porque la necesidad es mucho más grande. Sabemos que por el norte de la provincia de Córdoba, donde nos gustaría empezar a posicionarnos, hay muchísima demanda. A esa población nos está costando llegar. El resto de la provincia sí lo atendemos con grupos de voluntariado, si atendemos a 40 personas sabemos que hay el doble que precisan ayuda. Sabemos que están en la calle y que no están acudiendo a nuestro centro, ni a ningún otro. Hay veces que la demanda nos supera, pese a tener un grupo grande de voluntarios, solo en Córdoba capital son 44. Hay momentos en los que no se da abasto para dar respuesta a todo el mundo. Atendemos a una media de 160 personas diarias, en la comunidad terapéutica no bajamos de 40 ó 50 residentes y en Lucena en la asociación Despertar a 60 personas. No atendemos ni siquiera al 15% de la población de Córdoba que lo necesita.

¿Es muy vulnerable la población de Córdoba a las adiciones? ¿A qué se engancha más? ¿A las drogas, nuevas tecnologías, compras...?

No se diferencia mucho de Andalucía, ni de España. Sí es cierto que en Córdoba, en porcentaje de población ha sido de las provincias con más población atendida. El alcohol es la sustancia más consumida tanto en menores como en adultos. Si hablamos de drogas ilegales, la cocaína es la más consumida por los adultos y el cannabis en los menores, lo que se conoce como porro con hachís o marihuana. Es preocupante y diferente respecto al resto de la nación que el 25% de los menores estudiantes cogen una borrachera al mes. Estamos hablando de que un cuarto de la población joven se emborracha normalmente los fines de semana. No solo se trata del consumo, sino que ese hábito va a generar un estilo de vida en nuestros futuros adultos. Hace 10 ó 15 años, los consumidores de cocaína eran de fines de semana y ahora ya consumen a diario. Antes de trabajar consumen, después, e incluso en el trabajo. Esto sucede en Córdoba y en Andalucía.

¿Hay una tendencia al alza en los adolescentes de clase media o alta al consumo de cannabis?

No hay una diferencia clara por clase social, la única diferencia está en el poder adquisitivo. A mayor manejo económico, mayor facilidad para acceder al cannabis. Sí hay una facilidad por parte de adolescentes de clase media o alta que les permite tener ese tipo de sustancias, independientemente del nivel cultural. A mayor nivel cultural se supone que tienes más conocimientos de los riesgos. La realidad es que nos está viniendo una demanda tanto en menores como en adultos de un alto nivel cultural, hablamos de personas que tienen carreras importantes y que desempeñan puestos de trabajo también importantes en áreas empresariales que han desarrollado una conducta adictiva que tiene más que ver con dificultades personales que no han superado o con vivencias de valores que permiten la cabida de ese tipo de comportamiento en su vida.

El presidente de Proyecto Hombre en Córdoba, Jesús Tamayo, posa en la sede de Huerta de la Reina. A. J. GONZÁLEZ

Últimamente se está relacionando el consumo de drogas con la aparición de enfermedades mentales. ¿Ha percibido esa realidad? ¿Por qué cree que se produce, por el consumo o por qué existe en la persona una causa anterior?

Nadie se atreve a decir qué es primero si el huevo o la gallina. No tenemos estudios que nos avalen para saber si la patología mental existía previamente al consumo. Sí es cierto que cuando la persona tiene un consumo se desestructura más mentalmente y provoca si existe ese trastorno mental que se evidencie. En pocos casos tiene retroceso. Cuando la persona se rehabilita, la mayoría de ellas mantiene el trastorno que le ha aparecido durante el consumo. Hay algunos casos con la cocaína o drogas sintéticas que provocan un deterioro cognitivo que en muy pocas ocasiones llega a recuperarse al 100%. En los últimos cinco años, hablábamos de un 30 ó 35 % de personas que atendíamos en los programas exigentes, en los residenciales, y en estos dos últimos años se ha estabilizado hasta alcanzar el 40% de las personas que atendemos. No solo por la cantidad, sino por la profundidad y gravedad de los trastornos. Antes venían con lagunas mentales o episodios paranoides. Pero ahora presentan un trastorno que les impide convivir con los demás. La complicación está en los tratamientos, que hay que afinar y que hay pocos precedentes. Nosotros vamos creando sobre la marcha, porque no hay un recurso, ni herramientas con suficiente antigüedad para decir esto es lo que hay que hacer. El mayor problema viene de que son personas que aunque se rehabiliten van a tener limitaciones para convivir en su día a día en determinados ambientes como el laboral.

«La prevención es fundamental. El menor tiene que aprender a decir no a las drogas»

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¿Es difícil concienciar a las personas de que tienen que convivir con ese problema?

Parte de nuestro trabajo es concienciar a la persona para que acepte cuáles son sus límites, a raíz de su trastorno, que su familia también lo entienda y que lo asuma. La persona tiene que reconocer esos momentos de tensión que le afectan y tiene que saber cómo manejarlos. Si la persona no ha aprendido esas habilidades la tendencia es a recurrir al consumo de alguna droga, que ha conocido en el pasado como un alivio para este tipo de tensión. Se meten en un pozo oscuro, del que realmente no saben salir. No es cuestión de querer, sino de poder.

¿Cualquiera puede caer en una adición si no tiene las habilidades emocionales para salir de una mala situación?

Todos nacemos con una tabla rasa, aunque traemos una predeterminación genética y una determinación familiar y del entorno. Lo genético está ahí y dependiendo de lo que yo encuentre en mi entorno familiar y más cercano voy a ir sumando factores para asumir una conducta adictiva o no. Lo que Proyecto Hombre lleva trasmitiendo desde hace 20 años es que la prevención es fundamental. Tenemos que entrar en los colegios, hablar con las familias, tenemos que llegar a todos los ámbitos sociales y trabajar con los factores de protección para nuestros menores. Las personas más jóvenes tienen que saber defenderse emocionalmente, identificar claramente cuáles son los roles familiares, quién tiene que tomar la última decisión desde la responsabilidad y que haya una autoridad a la que respetar o consultar. Tienen que aprender a decir «no» a las drogas cuando sientan una presión de su grupo de coetáneos. También tienen que aprender a comunicar cuando les suponga una desorientación en sus vidas y necesiten que alguien les oriente. Cuanta más presencia tengamos en los centros educativos y en los entornos para llegar a las familias más nos estamos asegurando de que el futuro adulto tenga muy pocos factores de riesgo para desarrollar una adicción.

¿Cómo definiría la ayuda que prestan? ¿Es un programa de reeducación?

A los más jóvenes lo que les proporcionamos es una fortaleza en sus habilidades para prevenir el desarrollo de conductas adictivas. Y a los adultos, un cambio de hábitos, un conocimiento y un crecimiento personal que les permite situarse en la vida desde otro punto de vista diferente para que se inserten en los distintos ámbitos sociales sin necesidad de recurrir a conducta que provoque adicción.

Hace poco han puesto en marcha un teléfono directo de ayuda y un programa solo para mujeres. ¿Es mayor el tabú de la mujer ante las adicciones que el del hombre?

La mujer tiene más barreras para acceder a programas de tratamiento. Se debe a que en nuestra cultura la mujer sigue siendo el sustento fundamental de la estructura familiar y en nuestro mundo laboral, aunque se ha cambiado un poquito, sigue existiendo una discriminación con respecto a que haya desarrollado una conducta adictiva. Una mujer que reconoce una adicción en un puesto de trabajo tiene más riesgo de perderlo que un hombre. Las principales adiciones de la mujer son el consumo de alcohol, de benzodiacepinas y, en menor medida, de cocaína. Entre el 20 y el 30% de la población que atendemos son mujeres, cuando hace tres años no llegaba al 15%.

¿Considera que existe un interés real en prevenir y frenar las adicciones desde la política?

Yo creo que sí. La Junta de Andalucía nos ha llamado a sentarnos para entender cómo trabajamos la prevención e incorporar nuestra aportación para sus próximas políticas. La Comisión Mixta de la Dependencia en el Congreso se ha interesado también por nuestra opinión. También asesoramos a la UE en materia de intervención y prevención de drogodependencias. Qué pasa, pues que hoy hay muchos más problemas que resolver socialmente. Habría que darle más importancia a las adicciones y dotar su tratamiento con más respaldo económico. Pero, no porque nos sintamos abandonados ni desplazados por la clase política, sino porque la demanda que hay es mucho más grande.

«No atendemos ni siquiera al 15% de la población de Córdoba que lo necesita»

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Cuentan con bastantes subvenciones, pero me acaba de decir que no son suficientes.

Si se cuantifica respecto a otras entidades, no tenemos motivos para quejarnos. Ahora, la realidad es que vivimos en la carencia. La Administración pública dota en Córdoba a Proyecto Hombre de subvenciones bastantes cuantiosas que agradecemos y valoramos y que rentabilizamos al 200% , pero supone el 40% del presupuesto que necesitamos para sostener los programas terapéuticos.

Entonces, ¿las cuentas no salen?

No. Si solo contáramos con las subvenciones, no. Tenemos donativos, tenemos empresas que colaboran con becas de tratamiento, entidades bancarias que apuestan por la prevención y nos dan subvenciones anuales para intervenir en determinadas zonas. El Ayuntamiento de Córdoba financia cuatro plazas de emergencia social. Y, también, las aportaciones de las familias que acuden a los programas y de socios que se hacen donantes.

También tratan otras adicciones menos graves como la compra compulsiva....

Sí, nos preocupa el perfil de personas que desarrollan esas adiciones, pero no suelen venir por ese problema sino por otros. Son personas que en sus necesidades básicas de relacionarse en el día a día tienen algunas carencias. Por ejemplo, últimamente nos han venido personas que tienen muchísimo trabajo y no gestionan bien los tiempos y recurren a la compra compulsiva como vía de escape, incluso en sus horas de trabajo. Son personas que están encasquilladas en hábitos o tareas que no llegan a satisfacerles. El fondo de todo esto tiene que ver con la realización personal. Si lo que hago en mi día a día no me llena como persona busco algo que me llene. Hay personas que buscan algo que les llene y caen en una adicción.

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