Aurelio González, CEO de Zocóptica, se erigió en protagonista en la semana previa a la coronación pontificia de la Virgen de la Paz y Esperanza. El motivo fue la donación de un cuadro –una auténtica joya- de la pintora montillana María José Ruiz. Lo compró para donarlo, un gesto colmado de generosidad que agradecieron tanto la artista como Enrique Aguilar, hermano mayor de la cofradía que rinde culto a la Paloma de Capuchinos. La obra apenas le duró unos días en casa, lo suficiente para enamorarse perdida mente de ella y concederle un punto más de valor a esta bonita historia de mecenazgo.

No sé si es consciente que Zocóptica tiene ya un sitio en la historia de la Paz y Esperanza gracias a la donación del cuadro.

Si ya era para enmarcar la lámina que Diario CÓRDOBA entregó este sábado con el periódico, no pueden imaginarse lo que es tener ante los ojos la obra original. No es mi intención formar parte de esa historia de la hermandad, mi intención al hacer la donación no es otra que devolverla a sus justos ‘propietarios’.

Usted es amante del arte y una persona religiosa ¿Qué siente al realizar una donación de estas características?

A mi familia la precede una dilatada tradición mariana. Mi abuelo ‘Pepe Rivas’ fue fundador de la Hermandad de la Virgen de los Dolores de Moriles, yo más tarde formé parte de esa cofradía, soy Hospitalario de Lourdes por vocación, mis hijos son hermanos de La Cena, que tiene entre sus titulares a la Esperanza del Valle. Luego no tan solo al hacer la donación, siento un gran respeto y admiración hacia cualquier cosa que tiene que ver con nuestra Madre. El día de la entrega le decía al Hermano Mayor que en el cuadro no veía solo a la Paz y Esperanza, veía a la Esperanza del Valle, a la Virgen de Lourdes, a la Virgen de los Dolores, al margen de las distintas advocaciones, lo que se refleja en ese cuadro es la belleza de la Virgen María, la paz, la esperanza, el dolor, el amor que transmite; el cuadro en sí mismo es una catequesis completa, y ya sabemos que la catequesis es evangelizar.

«En el cuadro veo a la Madre, ya que capta cualquier advocación mariana».

Decía el propio hermano mayor, no sé si en broma o en serio, que a él le habría sido muy difícil haber donado la obra después de haberla comprado y tenido en casa. ¿Le ha ocurrido lo mismo?

Sabía perfectamente en el momento de la adquisición que la obra iba a ser donada. En ningún momento me he sentido propietario de tanta belleza. Estoy seguro que la hermandad sabrá darle la visibilidad suficiente como para que no solo sea yo o mi familia quienes la disfrutemos, sino que sea el máximo de personas posible quienes puedan hacerlo.

María José Ruiz sostiene que la Paz y Esperanza está muy «macarenizada». ¿Ve usted realmente a la Paloma de Capuchinos en el cuadro?

Como he dicho antes y con todos mis respetos, yo en el cuadro veo a La Madre, veo un cuadro que capta y transmite perfectamente cualquier advocación que se nos pueda venir a la cabeza. Pero sí, se ve claramente de qué imagen se trata.

¿Qué siente al haber donado un cuadro de una pintora que tiene obras en catedrales y abadías tanto de España como de otros países de Europa?

María José es una persona con una sensibilidad extraordinaria, no nos conocíamos y ha sido un grato descubrimiento, vamos a tener en cuenta que un artista considera a su obra como si de un hijo se tratara, hemos sintonizado perfectamente y el hecho de saber desde un principio que el fin de la adquisición era la donación, creo que la ha reconfortado bastante, ya no solo tiene obras en catedrales y abadías, ahora las tiene también en hermandades con gran solera de nuestra Córdoba.

«Aquí veo una catequesis completa, y dar catequesis es evangelizar».

Entiendo que el día de la donación fue especial para usted. ¿Es cierto que pidió que estuviera allí un sacerdote?

Sí el fin de cualquier organización religiosa católica es evangelizar, la hermandad en sí misma no es un fin, es un medio para alcanzar esa evangelización. Considero que es necesaria la presencia de un Ministro de la Iglesia en cualquier acto de difusión. La presencia del sacerdote en el acto no era ni más ni menos que para que procediera a la bendición del cuadro antes de su entrega, como así se hizo. Nos asistió Don Tomás Pajuelo, párroco del Beato Álvaro, parroquia a la cual pertenezco.

¿Tiene previsto visitar la casa de hermandad de esta cofradía? La hermandad ha hecho público a través de sus redes su agradecimiento.

La hermandad y yo los próximos días estamos condenados a vernos, hay que hacer aún trámites para formalizar esta donación y por supuesto me encantaría ver el emplazamiento final que la cofradía ha decidido para el cuadro.