Diario Córdoba

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PERFIL

Perfil de Alejandro Hernández, número 1 por Córdoba de Vox a las elecciones andaluzas

Entre sus pasatiempos están la lectura, el buen cine, la música clásica, la bossa nova y el jazz

Alejandro Hernández, número 1 de Vox por Córdoba. A.J. GONZÁLEZ

Alejandro Hernández Valdés, cabeza de lista de Vox por Córdoba, nació en Madrid el 23 de enero de 1964, está casado, tiene cuatro hijos y un nieto que ha nacido en Estados Unidos y al que va a conocer en unos días. Su infancia y juventud transcurrió en Madrid, donde estudió primero en el Colegio San Viator y más tarde Derecho, en la Universidad San Pablo CEU, donde se licenció en 1985. Tiene además un máster en Dirección de Empresas y el título de Experto Universitario en Derecho Registral e Inmobiliario por la Universidad Complutense.

Su primer contacto con Córdoba fue haciendo la mili como alférez de Infantería en Obejo, pero reside en la capital cordobesa desde 1993, más de media vida. Ha estado ejerciendo la abogacía 26 años, aunque también trabajó como agente de la propiedad inmobiliaria titulado en Madrid y Córdoba. Como abogado ha tenido despacho propio (ubicado en Reyes Católicos), que tuvo que cerrar cuando recogió el acta de diputado autonómico, un cargo que reconoce no intuyó que implicara tantas horas de trabajo. «Siempre he sido abogado de pleitos pobres, de provincias», declaró Hernández a un medio digital cuando fue nombrado portavoz del grupo parlamentario de Vox tras la destitución fulminante de Juan Serrano. Cosas de la política, su partido también lo sustituyó en mayo del 2021 sin dar muchas explicaciones --al menos públicas-- por Manuel Gavira, que ha ejercido la portavocía de la formación hasta el final de la legislatura. 

En lo político, Hernández era un afiliado desencantado del Partido Popular, formación a la que se afilió en los años duros del terrorismo, pero en la que nunca había participado de manera activa ni pública. En 2016, animado por su hija empezó a interesarse por el mensaje de Vox y terminó afiliándose al partido el 23 de septiembre de aquel año. Vox estaba aún en formación en Córdoba, con una estructura muy necesitada de manos y Alejandro prestó las suyas a la causa. Fue vicepresidente de un comité ejecutivo provisional y ha sido presidente desde que se constituyó oficialmente el partido en la provincia.

Su salto a las instituciones, se produjo en diciembre de 2018, cuando salió elegido diputado electo por Vox en el Parlamento de Andalucía. En esta legislatura ha sido secretario en control de la RTVA y de sus sociedades filiales, vocal en Desarrollo Estatutario, en la Comisión de Investigación de la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo. 

Durante este tiempo, este hombre clásico en el vestir y templado en los modos, que habla sin levantar la voz, con corrección política y alejada del lenguaje más ácido de algunos de sus compañeros (los que tiran más de términos del diccionario de Vox, el otro Vox, como «la paguita», «los chiringuitos», «la reconquista» o «las feminazis»), protagonizó una polémica con la presidenta de la Cámara, Marta Bosquet, a la que mandó «a la porra» y un poco más lejos porque le cortó el micrófono. «Me enfadé porque puedo aguantar que me digan ultraderecha, nazi, fascista, pero cuando nos compararon con Bildu tuve que reaccionar, porque ahí se estaba rebasando una línea», explicó entonces a este periódico.

Entre sus pasatiempos están la lectura, el buen cine --«esas películas en las que se ve crecer la hierba» apostilla--, la música clásica, la bossa nova y el jazz. Se reconoce «extremadamente radical» en una cosa: su aversión al reggaetón. Tampoco le gustan nada los programas de telerrealidad.

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