Diario Córdoba

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CRÓNICA

Sobredosis de mayo y tradición

María del Mar Prats e Inmaculada Luque ofrecen un exaltado pregón de las fiestas a dos voces, con flamenco en directo de fondo

En el centro, María del Mar Prats e Inmaculada Luque junto a Ana Jiménez, Raúl González y Nicolás Jiménez. Manuel Murillo

Pregonar una fiesta popular como el mayo cordobés no debe ser tarea fácil, como tampoco elegir a la persona indicada para hacerlo. Quien se enfrente al folio vacío corre el riesgo de pecar por exceso o por defecto. Encontrar la justa medida a la hora de lanzar elogios, metáforas, versos y metaversos dedicados a las flores, al vino y el resto de elementos que definen las fiestas de Córdoba sin caer en los tópicos ni cargar en exceso al respetable es una misión complicada que este año ha visto duplicada la dificultad al haber dos pregoneras en vez de una.

Años asistiendo a pregones de todos los colores permiten ver con perspectiva la gesta de cada pregonero. Aún resuena en la memoria de muchos el pregón de Fernando Tejero, más por el silencio que dejó tras su rapidísima intervención que por el discurso propiamente dicho. El de esta noche pasará a la historia justo por lo contrario, ya que si en algo pecaron las protagonistas fue en el derroche semántico y la adjetivación a la hora de describir con todo lujo de detalles el esplendor del calendario mayístico (si se me permite el palabro). Quizás era esa la intención, llenar el vacío que han dejado dos años de pandemia con un torrente verbal que no dejara lugar a la melancolía sino a la exaltación de la tierra por encima de todas las cosas. A eso se han entregado las dos pregoneras de este año, quién sabe si con más pena o más gloria (para gustos, los colores), en un mano a mano digno de campeonas.

Público asistente al doble pregón del Mayo Festivo cordobés. Manuel Murillo

Aunque sus nombres no sean tan conocidos como el de algunos de sus predecesores, su intención de llenar el escenario y ofrecer a los presentes un espectáculo a la altura de los mejores oradores ha quedado clara. Imposible narrar lo acontecido sin recurrir a la literalidad de las palabras, que pueden dar la medida de la proeza. María del Mar Prats inició su loa acudiendo a la belleza, a Julio Romero de Torres y los jazmines diciendo así: "Cuando los días alargan y el invierno se adormece, despierta la primavera y Córdoba se embellece. Una explosión de colores que no hay en el mundo entero, son dignos de la paleta del pintor Julio Romero. Y en sus patios y sus plazas, sus fuentes y surtidores calman la sed a las niñas que beben pidiendo amores. Aún me acuerdo de mi abuela cuando se adornaba el pelo con ramitos de jazmines que olían a gloria del cielo".

Inmaculada Luque, conocida por sus pregones de hermandades, se centró en las fiestas de gloria y repasó todas las Vírgenes ligadas de algún modo al mes de mayo, desde la Virgen María a la de Linares o la Salud, sin olvidar a la Virgen del Rocío (esperemos que en Huelva no se molesten por la apropiación). Y entonces rezó así: "Soy de Córdoba y no me culpes por ello, porque Dios puso en la tierra a cada uno su sello. Os habla una cordobesa de pura raza en el tiempo. De cal blanca y fuente en la plaza, y maestros en el toreo. Y os repito, soy de Córdoba, no me culpéis por ello". Seguro que con ánimo constructivo, también dejó caer su poquito de crítica al referirse a la Feria, por esa fea costumbre de transformarse en discoteca a partir de cierta hora. En el tramo final, rozó el éxtasis: "Mayo del alma mía, aquí estamos rindiéndote obediencia. Aquí tienes mi tiempo que se demora. En pasar en tu presencia. Porque en mayo todo pasa y se evapora. Ante tu belleza que es caudal. De mi cadencia y locura que me devora. Mayo preparada estoy. Aquí te traigo mi descendencia. Porque tu amor siempre aflora. Y aunque pases por mi vera. Y creas que no te he notado. No te asustes. Que soy de Córdoba y no vengo de prestado. He dicho".

Raúl González, en la primera de sus intervenciones. Manuel Murillo

En el primer pregón del gobierno municipal del PP y el primero postpandemia no todo fueron palabras. También hubo lugar para el flamenco cantado, en las voces de Ana Jiménez y Nicolás Díaz, y el flamenco bailado en la figura de Raúl González, que sorprendió primero con su atuendo mezcla de torero y bailaor de axila depilada y pecho descubierto, y después con la capa y sombrero cordobés con que interpretó el Vito. Acabado el evento, ante tal sobredosis de mayo y tradición, no quedó más remedio que entregarse a la primavera, una estación que, como el mes de mayo, cada uno entiende a su manera.

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