Francisca Sánchez: "Mi familia me ayuda, pero no quiero causar molestia"

Francisca Sánchez es viuda desde hace años y, como muchas personas de su edad, no tiene otra opción que estar sola en casa. Tiene el apoyo de sus hijos, pero su máxima preocupación es no suponer un obstáculo en sus vidas, por lo que prefiere estar sola a causar problema alguno en sus familiares. A su avanzada edad hace malabares para poder hacer su comida y valerse por ella misma, pero la vista le impide hacer algunas cosas; por eso, sus nietas le ayudan con la limpieza.

Para sentirse menos sola suele visitar a sus vecinas, con las que tiene muy buena relación. Además, en verano, cuando vuelve de estar con sus hijos en el campo, pasa un rato tomando «el fresco» con ellas en la puerta de su casa. Durante la pandemia no ha notado la falta de atención de sus familiares, aunque no ha podido tener el mismo contacto por miedo al contagio. El virus también tocó su puerta por un contacto con uno de sus hijos, que se mudó a su casa durante los diez días que pasaron confinados para cuidar de ella y hacer todo lo que necesitara. «Lo que peor llevo es la vista, que no me permite hacer lo que yo quiero. Cuando vienen a ayudarme les digo que se vayan que no quiero molestar, eso es lo que menos me gusta. Prefiero hacer todo poco a poco a que me lo tengan que hacer», dice, quien reitera que no le falta una visita a diario para que se sienta menos sola. 

Alejandro Povedano: "Llegar a casa y estar solo es mi momento de paz"

Alejandro Povedano es peluquero y después de haber compartido piso, haber vivido con pareja y en familia afirma que prefiere vivir solo, por la tranquilidad, la independencia y la libertad que supone. Hace unos años decidió emprender su propio negocio, primero en Barcelona y después se trasladó a Castro, el pueblo de su familia en el que había pasado veranos y vacaciones. «Tengo una peluquería y paso muchas horas rodeado de gente; cuando llego a casa lo que me apetece es estar solo y tranquilo. El momento de acabar de cenar, sentarme en el sofá y disfrutar de la tranquilidad de la soledad es mi mejor momento del día», comenta Povedano.

Alejandro Povedano. MANUEL MURILLO / CÓRDOBA

Aunque vive solo, pasa muy pocas horas en casa porque su trabajo requiere mucha atención y cuando tiene tiempo libre decide disfrutar saliendo y divirtiéndose. Además, siempre está rodeado de su familia. De hecho, «el confinamiento lo pasé con mi hermana y mi madre porque vino de sorpresa y no sabíamos qué iba a pasar». Otra de las ventajas de no compartir hogar es el orden, algo primordial para él. Durante el día a día se encarga de mantener la casa, cocinar y demás tareas pero, por su carga laboral, cuenta con una persona que limpia a fondo la casa. 

Lola Molina: "Lo que más me cuesta es cerrar la puerta en la noche"

Lola Molina lleva ocho años viviendo sola. Confiesa que lo que más le ha costado desde entonces es cerrar la puerta por la noche y estar sola. Aún así, raro es el día que no tiene compañía, ya que pasa, prácticamente, todos los días rodeada de sus nietos pequeños a los que cuida. «Vivo sola, pero muy bien acompañada», apunta. Sus tres hijos, y especialmente su hija pequeña, necesitan de su ayuda y esto le sirve de distracción. No obstante, Lola es una persona muy activa y siempre tiene algo que hacer. La costura, uno de sus pasatiempos, la tuvo ocupada todo el confinamiento.

Lola Molina. MANUEL MURILLO

Además, dos tardes en semana acude a una asociación cultural de su barrio a la que pertenece y otro día más a clases de mindfulness impartidas por su médica de familia en el ambulatorio de Guadalquivir. «Yo siempre intento ser positiva y tener la mente ocupada. En la casa siempre hay algo que hacer», añade. Sin embargo, confiesa que hay ratos en los que le gusta disfrutar de la soledad, ver sus telenovelas favoritas y relajarse en el sofá. Ella se encarga de hacer las tareas del hogar, se organiza y lo hace todo. 

Cristina de los Ríos: "Ahora mismo no me queda otra opción que vivir sola"

Cristina de los Ríos vive sola, pero con un incondicional amigo, su perro Indo. A pesar de que es estudiante, ha tenido mucha dificultad para compartir vivienda y que lo acepten. Por eso hace poco más de un año decidió mudarse a casa de su tío y comenzar una vida sola para que ambos tuviesen más espacio. No puede negar que ha sido una decisión arriesgada debido a que vive de la ayuda de sus padres y la beca de estudios y los gastos son superiores viviendo sola, algo que hace que apenas se pueda permitir tener vida social a su edad por el gasto económico que supone.

Cristina de los Ríos. MANUEL MURILLO / CÓRDOBA

«Tengo una vida muy rutinaria, que pasa por recoger la casa, estudiar y cuidar a Indo, él me obliga a salir cuando no es necesario y es algo muy importante», señala. Con poco más de 20 años se hace cargo de todas las tareas del hogar, acude a clase y apenas le queda tiempo libre. «Uno de los problemas de vivir sola es que ante cualquier imprevisto que surja en la casa no tienes a nadie que te ayude y hay días que son complicados», apunta. «A veces paso tiempo con mi pareja y quizá me gustaría vivir con él, pero ahora mismo no me queda otra opción», indica.