El hecho de que un domingo a mediodía, con las tiendas abiertas y en pleno periodo navideño, pueda uno dejar el coche en la primera planta del subterráneo del parking de La Victoria ya dice mucho de cómo se han comportado los cordobeses durante este día festivo. Lo normal es que las calles del centro comercial y del casco histórico estuvieran atestadas de visitantes y, no es que estuvieran desiertas, pero tampoco se veía la multitud y las aglomeraciones habituales.

La presidenta de la Asociación de Empresarios y Comerciantes de la Judería, Laura Roda, lo sintetiza muy bien: “La mitad de los cordobeses están confinados y los turistas han dejado de venir”. Y es que entre el omicron y la lluvia han conseguido que este día 26 de diciembre los que se han atrevido a salir hayan podido disfrutar de la ciudad muy tranquilamente.

En los comercios había clientes, pero las colas de las cajas no eran tan largas como acostumbran. Solo una, la del acceso a la exposición del Jardín de la Magia, en el Palacio de Congresos, sí parecía responder a la expectativas; y en la miniferia del bulevar no eran demasiados los menores que esperaban su turno. Lo demás, se puede decir que se ha desarrollado a ralentí, aunque a medida que ha ido acercándose la hora de la cerveza, las terrazas han empezado a notar mayor concurrencia. Un ejemplo de ello es La Corredera, con algunos de sus incondicionales y algún turista, o el Bar Correo, cuyos clientes conversaban en la confluencia de la calle Jesús y María y Las Tendillas. Aún así, algún trasiego había. Un ir y venir de cordobeses entre los que algunos, muy pocos, andaban sin mascarilla y fueron interpelados por un agente de la Policía Nacional para que, cumpliendo con las nuevas (otra vez nuevas) normas, recordaran que es obligatorio llevar mascarillas en el exterior.

En el deambular del paseante del último domingo del 2021 ha dado tiempo a interrumpir a un corredor urbano para felicitarle las fiestas o saludar a un amigo de la infancia que ha salido a pasear con su prole apenas ha dejado de llover.

Dos chicas observan una tienda de recuerdos en una calle Deanes casi vacía. FRANCISCO GONZÁLEZ

La concurrencia (escasa) de la calle Deanes demuestra que este domingo no es normal. Lo corrobora de nuevo Laura Roda, “hay tan poca gente que algunos compañeros de las tiendas de recuerdos han optado por cerrar y darle descanso a su personal” y lo de los restaurantes, añade, “han visto como se han cancelado la mayoría de las reservas igual que los de pequeños hoteles de la Judería, y hoy domingo se ve algo más, pero ayer, nada de nada”. Un ejemplo de estas palabras es el bar Santos, donde eran bastante pocos, en comparación con otros momentos, los que degustaban su tradicional tortilla junto al muro de la Mezquita.

En la Puerta del Puente, la Ribera y el Puente Romano se ven algunos grupos más. Familias y turistas, por cuyo acento deducimos que no son de muy lejos, aprovechan para fotografiarse con el viejo Betis de fondo, ahora que baja con agua abundante. Mientras, miran hacia arriba porque las nubes anuncian que no será ese solo el agua que verán a lo largo la jornada. Sobre las dos de la tarde, regresan tímidamente de nuevo las gotas que presagian una nueva tarde de mesa camilla, televisión y paracetamol.