José María Romero es informático y trabaja para la empresa de programación Singular. Cuenta su experiencia personal y explica que en su empresa empezaron a mandarlos a casa en febrero del año pasado, antes de que se decretara el estado de alarma y el consiguiente confinamiento. En Singular tienen la opción de ir a la oficina, pero comenta que es pequeña y, de casi 20 trabajadores, en el espacio podrían estar cuatro cumpliendo la normativa sanitaria. Sobre el hecho de trabajar en casa, reconoce que «se pierde el contacto con los compañeros» y «se echan en falta» los ratos de descanso y socialización. Por eso mismo, afirma que «no me importaría volver» a la presencialidad, a pesar de que el trabajo a distancia «es más cómodo». La suerte, comenta, es que la compañía para la que trabaja ha facilitado a los empleados tanto el material informático necesario como el mobiliario para hacer de la jornada laboral una experiencia cómoda. A pesar de que no le importaría regresar a ese trabajo de oficina y retomar el contacto con el resto de la plantilla, sí cree que «todas las empresas que puedan aplicar el teletrabajo» deberían ofrecerlo como una alternativa a sus trabajadores.