Aunque ya nos asustamos y sorprendemos ante pocas cosas, aún hay ciertos reparos y pícara curiosidad con determinadas modas o productos como el que acaba de llegar a Córdoba, el pollofre, un gofre con forma de pene que desde el pasado viernes ha hecho que muchos ciudadanos se acerquen, algunos de puntillas, al nuevo establecimiento recién ubicado en la calle Concepción. Se trata de La Pollería, una franquicia que desde el barrio madrileño de Chueca ha exportado a otras muchas ciudades españolas los dulces con forma fálica, una idea con su controversia incorporada, sobre todo en unos tiempos en los que aún se lucha contra la falocracia.

Y lo que para unos es un síntoma más de machismo u ordinariez, para otros se ha convertido en una "divertida experiencia" que relaciona la comida y el sexo, "algo tan antiguo como la propia humanidad", según señalaba Carlos, un joven que esperaba su turno ante la puerta del establecimiento. 

El cartel que reza en la puerta solicitando trabajadores ya es toda una declaración de intenciones: "¿Eres una persona extrovertida, con don de gentes, sentido del humor y sin tabús? Te estamos buscando".  Y esas son las cualidades de Antonio Estévez y Marina Morales, los dos jóvenes que están detrás del mostrador de  La Pollería cordobesa, que aconsejan "dejar la vergüenza en la puerta". "La gente ha acogido muy bien la iniciativa y son muchos los cordobeses que están probando el producto, desde jóvenes a mayores y tanto hombres como mujeres", señala Estévez, que explica que la oferta se ampliará la próxima semana con helados con la misma forma, los pollolos, y más adelante con los coñofres, el reverso femenino de este dulce, cuyos ingredientes no varían en absoluto de los de su forma habitual.

Bromas y picardías

Para Morales, "es un disfrute trabajar aquí", mostrándose "encantada" de su nueva labor, con la que derrocha un gran sentido del humor. "Me gusta bromear con los clientes con insinuaciones, pero sin groserías", continúa la dependienta, que asegura que es una manera "de interactuar con ellos y hacerles pasar un buen rato", ya que el éxito de esta franquicia también se basa en ese trato tan especial con la gente, que "viene a pasárselo bien", por lo que bromas y picardías forman parte del negocio.

Patricia y Lucía esperaban ayer su turno en La Pollería con cierta timidez, además de curiosidad y apetito. "Hemos venido a indagar, nos parece algo singular", aseguraron las dos amigas entre risas pícaras, mientras otro grupo de jóvenes hacía comentarios sobre el nuevo producto que ha llegado a la ciudad. "Yo estoy aquí porque me apetece un dulce, aunque reconozco que tengo curiosidad, a lo mejor el hecho de tener esa forma te da una sensación distinta, ya veremos", explicaba Jesús ante el resto de sus amigos, aunque algunas chicas del grupo fueron "arrastradas a la experiencia", y no precisamente por pudor. Y es que este proyecto que ha causado furor en Madrid y en otras capitales del país no ha estado exento de críticas por "el machismo o el mal gusto" que puede desprenderse de él.