La habitual tranquilidad matinal de los domingos en el Campus Universitario de Rabanales se ha visto alterada por una inusual multitud que se encaminaba a sus respectivos destinos. Las aulas del recinto universitario se fueron ocupando alrededor de las ocho de la mañana por personas con edades superiores a la de los que vienen ocupando esos pupitres (ya quizás no se diga así) el resto de la semana.

Los más de cinco mil opositores a profesor de Enseñanza Secundaria, algunos de ellos con alguna experiencia docente, se han tenido de nuevo que colocar en el lado contrario a la tarima de profesor y escuchar atentos las indicaciones de los coordinadores: los requisitos de seguridad sanitaria (mascarilla, gel, separación); el procedimiento para decidir los temas de examen, para lo que en alguna de las aulas se podía ver un bombo del que salieron los fatídicos (o milagrosos) temas; el momento de la entrega y de “dar la vuelta al folio”, y la recurrente “suerte a todos”. Aunque, evidentemente, no todos la tendrán.

Algunos porque no han estudiado lo que hubieran deseado, otros porque el tema que le ha correspondido no es de los que mejor se ha preparado y alguno más porque, sencillamente, no era su día. Aunque a otros muchos se les pudo ver algún brillo de ilusión en los ojos al percatarse de que “uno de los temas que ha salido es de los que me he preparado”, se oía entre susurros, antes de que los bolígrafos se pusieran a derramar su tinta sobre los folios en los que cada uno de los aspirantes espera dejar escrito el primer día de su nueva vida.

José Luis Herrera oposita por la especialidad de Geografía. CHENCHO MARTÍNEZ

José Luis Herrera es uno de los aspirantes a lograr a una plaza de profesor de Geografía e Historia, es la primera vez que se presenta y se muestra esperanzado, “me siento bien”, apuntaba mientras el presidente del tribunal acababa de transmitir los últimos mensajes a los opositores.

Marisa Romero aspira a ser profesora de Secundaria. CHENCHO MARTÍNEZ

Marisa Romero, por su parte, reconoce que no es la primera vez que se presenta y espera “que salga bien la cosa, por ahora no ha empezado mal” (en alusión a los temas sobre los que se les pregunta) y reconoce que el año de prórroga con el que se han encontrado al haberse suspendido el año pasado le ha favorecido porque ha tenido más tiempo para estudiar.

Cristina Ciudad, opositora a profesora de Secundaria. CHENCHO MARTÍNEZ

Por su parte, Cristina Ciudad, a sus 26 años, también opta por primera vez a convertirse en funcionaria de la Consejería de Educación, y asegura venir “con la ilusión de aprobar y trabajar en lo que a mí me gusta de verdad”. Su ilusión aumenta al ver que dos de los temas a desarrollar los tiene controlados y “espero que la parte práctica sea asequible y pueda conseguirlo”.

Rosa Castillo, una de las aspirantes a profesora. CHENCHO MARTÍNEZ

Rosa Castillo también opta por primera vez a las pruebas, con la misma ilusión y esperanza de lograr un buen resultado. Reconoce que “el sorteo ha estado un poco repartido, pero he tenido suerte, aunque han sido temas muy dispares”.  

Leonor Borja espera que su hija consiga plaza de profesora de Francés. CHENCHO MARTÍNEZ

En la puerta de las distintas aulas esperan, tan o más nerviosos que los examinados, los padres y familiares. Este es el caso de Leonor Borja Domínguez, cuya hija opta a ser profesora de Filología Francesa y ha estado ejerciendo durante unos meses, merced a los refuerzos contratados por el covid. Por eso señala la madre que “como ha estado trabajando, pues es lo que pasa, que trabajo y estudios, pues regular, pero viene ilusionada”. Y nerviosa, pero señala que “estaba ayer sábado, que fue la presentación, más que hoy” y la progenitora reconoce que también está algo “nerviosilla”.

María Luisa Ballester, madre de una aspirante a profesora de Inglés. CHENCHO MARTÍNEZ

Junto a ella ocupa la espera tomando un café María Luisa Ballester. También su hija aspira a una plaza de Filología Inglesa y reconoce que “la verdad es que ha estado todo el año estudiando mucho, mucho y ha ido a un preparador a Jaén y viene bastante preparada”, por lo que albergan esperanza de que una de las 300 plazas que hay en Andalucía para esta especialidad sea para ella, por eso señalan que “los padres estamos más nerviosos que ella misma”.

Rafael Córdoba esperaba a las puertas del aulario la salida de su hija. CHENCHO MARTÍNEZ

No es el caso de Rafaela Córdoba, que espera a las puertas del aulario la salida de su hija que se presenta a Historia, de la que señala que a sus 42 años, por fin este último “la han llamado por lo del covid, y añade que su hija “no viene nerviosa porque no ha estudiado porque ha estado trabajando”, así que reconoce que no tiene “ninguna esperanza” de conseguir resultados positivos.

Sobre las nueve de la mañana se acerca al aulario de Rabanales la delegada de Educación de la Junta, Inmaculada Troncoso.  No interfiere en nada, solo entra en alguno de los tribunales para ver que todo discurre según el guion previsto, medidas de seguridad, horarios y demás, y nos informa de que el 80% de los convocados en Córdoba se han presentado, unos aspirantes que sueñan con dejar de serlo y confían en ver el próximo curso la pizarra a sus espaldas y no frente a sus ojos y llena de incertidumbres.