Esperanza Ocaña tenía 33 años cuando sufrió un accidente laboral que le dejó una incapacidad permanente que ahora se traduce en cojera, inestabilidad en una rodilla y la necesidad de llevar un alza en una pierna. Este 28 de abril se celebra el Día de la Seguridad y la Salud en el Trabajo y Esperanza ha querido ofrecer su testimonio para evidenciar lo que para ella es una "lacra silenciosa", los accidentes laborales.

El 17 de abril del 2008 Esperanza se empleaba como oficial de albañil haciendo trabajos de limpieza en el foso de la presa de la Breña II, en Almodóvar del Río y a 70 metros encima de ella había una máquina picando hormigón. El desprendimiento de una piedra de entre 15 y 20 kilos a raíz de esos trabajos le provocó una fractura abierta de la tibia y el peroné, la pérdida del gemelo y le causó daños en el ligamento cruzado de la rodilla derecha.

Esperanza relata que le llevaron en primera instancia al Hospital Reina Sofía, pero después fue trasladada al San Juan de Dios, donde le operaron de urgencia y donde estuvo un mes ingresada. De allí salió en silla de ruedas, elemento que tuvo que usar durante medio año más, y se sometió a un total de seis operaciones, incluido un trasplante de piel, hasta que cinco años después consiguió el alta médica.

Las consecuencias físicas ya están descritas, pero no fueron las únicas, tanto para ella como para su familia. Obviamente, debido a las secuelas no se puede emplear en ninguna labor parecida a la que ejercía en la presa, donde, entiende ella, no se cumplieron las condiciones mínimas de seguridad. "A 70 metros por encima de donde hay personas trabajando no debería haber una máquina picando hormigón", comenta Esperanza, que apunta que el operario que conducía esa herramienta no sabía que había debajo gente trabajando.

Tras el accidente vino un camino judicial "angosto", tal y como lo define Esperanza. Ella trabajaba para una subcontrata, que se echaba la pelota con la empresa principal para ver quién había tenido la culpa. Ella denunció a las dos empresas y finalmente se le concedió un recargo por prestación de ambas.

Esperanza lanza un mensaje a la administración y a las empresas, donde cree que las medidas de seguridad "son escasas". Además también pide a los trabajadores que cuando se les diga que hay que ponerse un EPI "se lo pongan, por su seguridad". Más allá de todo esto pide sacar a la luz un problema que cada año se lleva muchas vidas por delante, los accidentes laborales. "Las víctimas que sufrimos somos muchas y si cada uno pusiera de su parte no tendríamos todo esto", entiende Esperanza, que recuerda que tanto quien sufre el accidente en primera persona como sus familias "vemos truncadas nuestras vidas".