Ciudad Jardín está lleno de contrastes. El bullicio y el tráfico de grandes avenidas como las del Aeropuerto, Medina Azahara, Gran Vía Parque o, incluso, Antonio Maura y la plaza de Costa Sol choca con la tranquilidad de otras calles menos castigadas por el mundanal ruido. La decrepitud de algunos edificios, que soportan el peso de décadas y envejecen sin el cuidado que merecen, chirría con la estampa que ofrecen los bloques recién nacidos que sustituyen a los que sucumbieron a la soledad y el abandono. El trajín diario en calles, tiendas y bares contrasta con la desolación de los locales cerrados que pueblan todo el barrio confiriéndole un aspecto cada vez más fantasmal.

Si el comercio de Ciudad Jardín ya estaba tocado, el covid le ha dado la puntilla. El presidente de la Asociación de Comerciantes de Occidente y Ciudad Jardín, Ramón Luque, explica que "el no haber tanta gente en la calle afecta a las ventas" y "hay incertidumbre y miedo". Luque calcula que el 30% de los locales de Ciudad Jardín están vacíos y muchos de ellos se están convirtiendo en apartamentos turísticos o residenciales. El presidente de los comerciantes de Ciudad Jardín piensa que "hay que dinamizar el barrio y hacerlo más competitivo".

Colchonerías Damasco, ubicada en la calle de la que toma su nombre, lleva medio siglo en el barrio. "Primero estuvo mi padre y ahora nosotros", explica Jesús Núñez, que asegura que "desde hace años la situación del barrio está mal", "está obsoleto", con "muchas tiendas cerradas y la mitad de los locales vacíos". Además, hay "muchas personas mayores y muchos pisos de estudiantes". Jesús ve complicado revitalizarlo, ya que "el poder adquisitivo que hay es muy bajo".

Jesús Núñez en Colchonerías Damasco. FRANCISCO GONZÁLEZ

Ana Lavirgen Pulido se encarga también de una tienda que procede de sus padres, Persianas Lavirgen, que lleva más de medio siglo en Camino de los Sastres. A su juicio, Ciudad Jardín va "cuesta abajo y sin frenos", "fatal, porque cada vez cierran más comercios". Ana recuerda la antigua calle Colina y Burón, hoy Alcalde Velasco Navarro, cuando estaba llena de tiendas y vida, al igual que Costa Sol, Alcalde Sanz Noguer o Damasco. Uno de los problemas que ve es que "hay muchos pisos sin ascensor y la gente joven se va a otros barrios" como el Zoco o Arroyo del Moro. Por ello, piensa que poniendo ascensores "la juventud se quedaría cerca de los padres y no se iría". Ahora, asegura, en el barrio solo quedan, además de mayores, "inmigrantes y estudiantes que van de paso y buscan alquileres económicos". "Antes era un barrio muy bueno pero ahora salir sola por la noche asusta", señala.

Ana Lavirgen, en su tienda. FRANCISCO GONZÁLEZ

"El barrio está dejado de la mano de Dios", comenta una vecina de la calle Alderetes que prefiere mantenerse en el anonimato. "Me iba del barrio y de Córdoba ahora mismo", asegura mientras relata los problemas, principalmente de suciedad, que detecta.

En la parada de taxi de Alcalde Sanz Noguer tres taxistas conversan mientras esperan clientes, Juan López, Carlos Alberto Bravo y Manuel Ruz, que llevan 27, 20 y 26 años, respectivamente, en el barrio, por lo que lo conocen bien. "Ahora mismo está muerto", y "peor, bastante peor que antes, más decaído", aseguran. Entre las necesidades citan los aparcamientos y la rehabilitación de edificios, ya que hay "muy antiguos". También creen imprescindible promover el comercio local.

López, Bravo y Ruiz, en la parada de taxis. FRANCISCO GONZÁLEZ

En una de las calles arregladas durante el anterior mandato, Previsión, se encuentra desde hace más de 30 años la pescadería en la que trabaja Raquel Burgos, que percibe cómo ha cambiado el barrio, en el que "ahora hay mucho extranjero, estudiantes y personas mayores". Estos últimos, con el covid, apenas salen. A pesar del mejor aspecto de la calle, lamenta la pérdida de aparcamientos con las plataformas de los árboles.

Raquel Burgos en la calle Previsión. FRANCISCO GONZÁLEZ

Antonio Arjona preside el centro de mayores de Vistalegre. Además de la falta de ascensores, cita otros problemas como la suciedad, el mal estado del acerado, la falta de poda y de recogida de naranjas, el saneamiento y la basura. Entre sus demandas está el adecentamiento de paseos y jardines, que "el bulevar de Gran Vía Parque esté en condiciones" y que pongan bancos en la avenida del Aeropuerto.

Para todos los gustos

No todos ven el barrio de la misma manera. Mercedes, residente en Ciudad Jardín desde hace 40 años, piensa que "está ahora mal", "con muchas cosas cerradas", pero por el covid, y cree que "más o menos se mantiene". Mari Paz Ledesma, que lleva 30 años, ve «muy bien el barrio», «está muy bien abastecido», por lo que está "muy contenta" desde que se mudó. Por su parte, a Carlos Jesús Galea, un estudiante que reside en Ciudad Jardín con otros compañeros, le gusta porque "tiene prácticamente de todo y está cerca de sitios de interés para los estudiantes como la estación de trenes y autobuses". Aun así, piensa que habría que aumentar las plazas de estacionamiento, ya que "esta zona está un poco masificada y es difícil encontrar aparcamiento si no dispones de cochera".

Juan Manuel Sabio piensa que Ciudad Jardín ha cambiado poco y que está mejor que antes. Pese a ello afirma que hace falta que se arreglen las calzadas, sobre todo, en Gran Vía Parque, que haya más aparcamientos, "porque estamos aburridos, no hay forma de aparcar", y que se coloquen ascensores.