José Luis Garrido, abogado por «vocación», es decano del Colegio de Abogados de Córdoba, que ahora recibe el premio Cordobeses del Año por sus valores sociales.

-En primer lugar, enhorabuena por este reconocimiento a los valores del Colegio de Abogados. ¿Cómo se siente al respecto?

-Me siento muy agradecido tanto al Diario Córdoba como a los miembros del jurado por tener en consideración al Colegio de Abogados de Córdoba y a su historia. Desde que naciera hace 250 años, siendo la institución civil más antigua de la ciudad, realiza una labor de ayuda a los más desfavorecidos que ahora se ve reconocida por la sociedad cordobesa.

-¿Qué supone para usted estar al frente de una institución con tanta historia?

-Soy hijo de abogados, mi padre fue vicedecano del Colegio y, lógicamente, esto era una aspiración personal para mí. Siempre he creído que desde esta institución es realmente donde se defienden los intereses profesionales de la abogacía y los intereses de los abogados. Este será mi décimo año de mandato y no puedo estar más orgulloso. Sobre todo, porque, aunque el decanato tenga muchos momentos de soledad y de tomar decisiones difíciles, las satisfacciones son enormes. El hecho de que te llame un compañero para agradecer el cómo le has ayudado o para ponerse en tus manos, no tiene precio.

-En alguna ocasión también ha señalado que el Colegio de Abogados está impregnado de la Historia de España. ¿Cree que ahora se está abriendo un nuevo capítulo para ambos?

-A nivel jurídico, han sido los tres meses en los que más normas se han publicado. Esto va a generar un cambio importante en, por ejemplo, las relaciones profesionales entre abogados. Antes nos costaba mucho trabajo el tema de las videoconferencias y ya nos hemos familiarizado, evitando muchísimos desplazamientos y gastos. También hay que atender al nuevo proyecto del Ministerio de la adecuación digital de los procedimientos judiciales para mitigar el parón de los tres meses que hubo en la justicia

-¿Qué hace el Colegio de Abogados por sus letrados y por la ciudadanía cordobesa?

-Organizamos todos los servicios del turno de oficio y, además, solucionamos problemas que puedan surgir entre los abogados y los clientes, regulamos disciplinariamente la profesión. Cuando un cliente está descontento con la labor que ha realizado su abogado pues, lógicamente, lo pone en conocimiento del Colegio y este inmediatamente depura las responsabilidades que pudiera haber. Desgraciadamente, los procedimientos que se abren y terminan en expedientes disciplinarios son muchos cada año. Cuando hay que sancionar actitudes que no se encuadran dentro de nuestros estatutos o nuestro código deontológico, se hace. La abogacía es un campo profesional en el que hay que ser muy cuidadosos para actuar conforme a nuestra ética, nuestra honestidad y normativa deontológica.

-¿Hay algunos principios que priman en esta deontología desde su punto de vista?

-La idea general de cualquier código deontológico es la honestidad y el respeto al contrario. Sobre estos dos principios se fundamente absolutamente todo. Si una persona se rige estos dos, no le hará falta saberse las normas de memoria. Ahora sí, hay veces que nos encontramos con que los propios letrados desconocen la regulación y hay que estar algo más pendientes. Aun así, nuestro colegio es modélico en su práctica profesional.

-Un debate frecuente cuando se trata de ética en el trabajo es si para ser un buen profesional hay que ser una buena persona. ¿Cómo lo ve si hablamos de abogados?

-No es que lo crea es que, con total franqueza afirmo, para ser buen abogado hay que ser buena persona. Uno puede tener mucho éxito comercial vendiendo pleito de cláusula suelo pero eso no te convierte en un buen abogado. Ser honesto, tener unos valores y un norte es fundamental.

-¿Cuáles son sus principales demandas para la Justicia cordobesa?

-Son las mismas que han sido siempre pero con una carga de urgencia y necesidad que antes no existía. La Justicia se ha visto muy afectada por el covid-19.