Rocío Romero (Córdoba, 28 de mayo de 1998). Descendiente de una familia aficionada al mundo del toro, su padre siempre la llevó a los toros siendo muy niña, lo que provocó en ella desde muy pronto un gran amor hacia este mundo. Fue en 2011, cuando en la Plaza de Dos Torres, pueblo de donde procede, torea su primera becerra. Su nombre era Sorpresa, y fue la «culpable» que hizo que Rocío llevara para siempre un capote y una muleta con ella. Aquí comenzaba un largo camino, ya que a partir de ese instante dedicaba su vida al toreo, una de las expresiones artísticas más importantes que existen. Hoy desde la finca El Añadío, lugar con paisaje ondulado salpicado de encinas, acebuches y lentiscos en el que conviven 300 reses de lidia y caballos, nos cuenta como ha sido su preparación durante el confinamiento, sus ambiciones, así como su opinión respecto al tratamiento que le da el gobierno a la fiesta, además de cómo lleva ser mujer en un mundo liderado por hombres.

-El pasado 11 de abril hubiera toreado en Cabra, sin embargo la crisis del coronavirus lo impidió, ¿qué siente al tener que frenar la actividad habiendo subido un escalón tan importante tras su debut en América debido a la pandemia?

-En primer lugar, y a pesar de la decepción por no poder torear en Cabra y de perder también otros compromisos que estaban prácticamente cerrados, sentí una gran incertidumbre por la situación en la que quedó sumido nuestro país, con una pandemia desconocida y un gran número de afectados y muertos. Creo que en ese momento la salud y las personas estaban por encima de cualquier cosa, y si bien es cierto que hasta ahí la prioridad eran los objetivos profesionales, llegados a ese punto había que priorizar cuidándonos a nosotros mismos y a los demás.

-La fiesta actualmente no pasa por su mejor momento y más con el virus todavía presente. ¿Qué le parece la política que tiene el gobierno sobre la tauromaquia?

-Lo de no pasar por su mejor momento es algo que llevo escuchando prácticamente desde que tengo uso de razón y también desde que me dedico plenamente al toreo. Parece como si esa etiqueta persiguiese siempre a la tauromaquia y, sin embargo, aquí sigue, muy presente y resistiendo incluso a una gran pandemia mundial. Es cierto que esta crisis ha sido un golpe duro, pero creo que la salida será positiva. Yo soy optimista y pienso que cuando todo pase, si somos capaces de resistir con responsabilidad y actuar con sensatez, uniendo fuerzas y no dividiendo, el toreo puede salir reforzado. Sin duda, hay muchas trabas en esta situación, y una de las más importantes e injustas es la que el Gobierno está poniendo a tantos profesionales, dejándolos desamparados y solos ante la crisis. Familias cuya única fuente de ingresos es la tauromaquia y que lo están pasando muy mal, sin ningún tipo de ayuda económica que deberían de estar recibiendo, como las han recibido otros trabajadores de distintos sectores culturales.

-¿Cómo lleva ser mujer en un mundo como este, liderado por hombres?

-Con mucha naturalidad. No lo pienso ahora ni lo he pensado nunca. Desde el primer momento encaré esta profesión de igual a igual, y a pesar de que es evidente que la mayoría son hombres en el mundo del toro, nunca me he sentido tratada de manera diferente ni me he visto perjudicada por mi condición de mujer. Creo que conseguir más o menos en el toreo me lo va a dar mi capacidad para estar a la altura de las circunstancias, para superarme a mí misma y para lograr triunfos en el ruedo.

-¿Cómo ha sido su preparación durante el confinamiento?

-Afortunadamente ha sido muy intensa. En las primeras semanas primó mucho el aspecto físico, ya que el confinamiento reducía bastante la movilidad, aunque por suerte la mayor parte del tiempo la pasé en el campo. Después, cuando se autorizaron los tentaderos, he tenido la fortuna de hacer bastantes y de trabajar a nivel técnico.

-Ahora que ya está empezando a haber eventos taurinos por diferentes lugares de España, ¿tiene en su agenda próximos acuerdos cerrados?

-Por ahora no. La mayoría de las ferias de novilladas con picadores, que se celebraban en septiembre, han sido canceladas, y en la actualidad prácticamente todos los festejos programados o pendientes de programar están siendo corridas de toros. Hasta el momento, no hay fechas previstas, aunque cada día entreno con la esperanza de poder torear y de que el día que se presente la ocasión me pille preparada. Ahora miro con optimismo el futuro, pensando en que todo este tiempo que está pasando no está siendo tiempo perdido, ya que se está empleando en una mayor y mejor preparación.

-¿Cómo ha sido la sensación al ponerse por primera vez delante de un astado después de tanto tiempo encerrada en casa?

-Realmente siempre es la misma sensación cuando llevas tiempo sin ponerte delante, ya sea después del confinamiento, como ha sido el caso, o después de un tiempo en el que por otras circunstancias no tienes la ocasión de torear. Sin duda, el sentimiento predominante fue el de felicidad, porque poder hacer lo que más me gusta, es lo que me hace feliz.

-Lleva ya un camino marcado habiendo ganado varios certámenes en 2017, ¿se vería como la primera Califa mujer de la ciudad algún día?

-Eso son palabras mayores. El camino es largo, y como has comentado, he tenido la satisfacción de lograr muchos objetivos desde que comencé, como ganar varios certámenes y triunfar en alguna plaza, como Sevilla, que en mi mente era un sueño muy lejano. Todo ha sido fruto del trabajo y de ir paso a paso, día a día. Por eso no pienso cambiar mi mentalidad. Ser Califa del toreo, para un torero de Córdoba, es lo más grande, y para mí lo es, pero es una meta a la que se llega como consecuencia de haber recorrido un camino largo y de haber logrado muchos y valiosos objetivos. Así que en mi mente está el seguir cumpliendo metas y plantearme nuevos retos. Ojalá algún día pueda conseguir tantos triunfos como han conseguido, no ya los Califas del toreo, que como he dicho son palabras mayores, sino otros tantos y buenos toreros cordobeses a lo largo de la historia.

A Rocío a través de la luz de las encinas se le refleja una mirada especial, la cual alberga las ganas y la pasión con la que afronta esta época de incertidumbre, en la que día tras día trabaja como si fuera el último para conseguir sus objetivos y estar más preparada que nunca para cuando llegue esa fecha en la que pueda volver a mostrar ante cientos de ojos lo que más le gusta hacer en la vida, así como su admiración al animal que más ama, el toro bravo.