Cuando le preguntas a Diego del Pino Romero que por qué viaja en autocaravana no duda ni un momento en la respuesta: «Esto es como una droga, pero una droga buena, porque te da mucha independencia para viajar, sin dar explicaciones a nadie, con medidas de seguridad, y podemos aparcar en cualquier sitio si se hace de noche». «Libertad e independencia», esas son las dos cosas que más valora de la experiencia que le da esta casa sobre ruedas con la que él, su mujer y sus dos hijos se han recorrido medio mundo. Lo que empezó como unas vacaciones en tienda de campaña en cámpings, primero, y bungalós, después, se convirtió en un viaje con la casa a cuestas, primero en caravana y después en autocaravana, que estaciona en Córdoba en una nave compartida con otra treintena. Diego apenas ve desventajas en esta modalidad de viaje, en el que, además, cuenta con la ayuda de las nuevas tecnologías con aplicaciones que le sugieren los sitios seguros donde descansar.

Su hermana, Conchi, usuaria de este medio de transporte, que compagina con otros modelos de alojamiento, ve como ventaja «la libertad que nos da» y como inconveniente, que hay que «preparar todo como cuando te vas a un piso, toallas, sábanas...». Conchi, que viaja con su marido, empezó con una caravana y se pasó a la autocaravana, que es «como si me alojara en mi casa». Aun así, reconoce que no es barata y que «un apartamento se revaloriza pero una autocaravana, no». Como usuaria, cree fundamental la existencia de áreas.

Para Pedro Miguel González, que ha tenido caravana durante quince años y tiene autocaravana desde hace cuatro, en este tipo de viajes «las desventajas hay que convertirlas en oportunidades».

Conchi del Pino, en su autocaravana en uno de sus viajes. CÓRDOBA