David Yubero, un joven funcionario de la Diputación de Córdoba, y su novia, Alicia, enfermera granadina, acaban de llegar a Córdoba en coche después de una larga odisea de 15 días atrapados en Perú y un viaje de más de 20 horas. El duro confinamiento por el coronavirus impuesto el 17 de marzo en el país sudamericano, en el que se encontraban por viaje de placer desde el 17 de marzo, les ha obligado a posponer su regreso al cancelarse los vuelos que tenían contratados y no encontrar alternativa pese a la consulta constante a la Embajada de España, que según relatan "se ha portado fatal con los españoles".

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David y Alicia llegaron a Perú el 1 de marzo con la intención de volver el día 23, pero cuando las cosas empezaron a ponerse feas en España debido a la pandemia de coronavirus decidieron adelantar el vuelo y compraron otro para el 17 de marzo. "Nos cancelaron los dos", explica David. "La Embajada española no nos ha ayudado a nada, hay países que han repatriado a sus ciudadanos, pero a nosotros nos ha costado bastante dinero regresar y algunos no han podido porque no tenían para pagarlo", señala. En esos 15 días de más que han permanecido en el país, la situación ha sido "muy dura, ya que muchos hoteles cerraron y nos reclamaban unas cantidades muy elevadas por el alojamiento". Ellos, afirman, no han pasado hambre "pero otros españoles sí". Lo que sí han pasado es frío "porque no había agua caliente o nos hemos tenido que calentar con hornillos" y hemos comido fatal "días a base de galletas o pan de molde con algo de embutido que allí es muy caro". En estos días, David ha perdido cinco o seis kilos, afirma "por la tensión acumulada, el comer mal y las noches en vela".

Hasta el momento, ya tienen acumuladas reclamaciones por más de 2.600 euros "entre los vuelos que nos han cancelado, los alojamientos extra, tours que teníamos contratados y no hemos podido disfrutar, transportes, etcétera", una media de 1.400 euros por persona, calculan.

Tras muchas "llamadas de teléfono, whatsapps, mails... y una gran descoordinación por parte de las autoridades españolas allí, que no han estado a la altura de las circunstancias para nada, conseguimos plaza en un vuelo que llegó hoy a Madrid a las cuatro de la mañana", comenta David, que lamenta el trato recibido no solo por las Fuerzas de Seguridad de Perú, "que nos veían a los europeos y en concreto a los españoles e italianos como apestados", sino por los responsables de los españoles en Perú "que se supone que tendrían que haber mediado para atendernos y lo poco que han organizado ha sido un desastre, como buscarnos un hotel con manutención por 120 euros la noche en un país donde el salario medio es de 300 euros".

Una vez en España, les ha sorprendido que "aunque en el vuelo viajábamos todos con mascarillas y esperábamos medidas de seguridad al entrar", en el aeropuerto de Madrid, centro importante de contagios, "solo hemos pasado por un breve control de pasaporte y cada uno se ha ido donde ha querido". En su caso, han conseguido plaza en un AVE a Málaga, alojados en un vagón en el que solo viajaba una persona más y tras recoger el coche, que tenían en un parking desde que se fueron, se han puesto en marcha en carretera para llegar a Córdoba. "La gente de aquí tampoco entendía que quisiéramos venir con urgencia", comenta David decepcionado por la respuesta de algunos conocidos. "Nos decían que aquí la cosa no estaba mejor, pero no se daban cuenta de que al menos ellos estaban a salvo en sus casas, con sus comodidades y sus familiares cerca mientras nosotros estábamos atrapados en un país a miles de kilómetros y en condiciones muy precarias". Y sentencia: "No sabes las ganas que teníamos de estar en casa". Alicia aún tendrá que viajar hasta Granada, donde ya hay 80 muertos por coronavirus. Allí se incorporará a su puesto de trabajo como enfermera, según está previsto.