Ni contigo ni sin ti. El lujo de trabajar puede convertirse en una bomba de relojería si no se controla.

Según una encuesta llevada a cabo por el Colegio de Psicología de Andalucía Occidental, en el año 2013 se pudo constatar que a casi un tercio de los cordobeses les cuesta desconectar del trabajo en vacaciones, lo que es contraproducente tanto para la empresa como para el empleado al no dar al cuerpo y la mente el merecido y necesario descanso. El resto lo hace sin problemas, aunque un porcentaje muy mínimo de éstos que desenganchan mantiene cierto contacto con sus empresas.

Según este informe, las principales causas por las que los cordobeses no desconectan de su vida laboral son variadas y van desde estar pendiente de lo que el jefe pueda requerirles a que siempre queda algo por resolver, mientras que otros esgrimen hacerlo por su sentido de la responsabilidad.

Según la psicóloga cordobesa Gema Delgado Luque, hay dos datos que se desprenden de este informe que llaman poderosamente la atención. El primero de ellos es que un tanto por ciento no muy elevado manifiesta que continúa trabajando en vacaciones porque le gusta trabajar. Y el segundo, y casi esperable dada la situación económica y laboral que atraviesa el país, es que un 15 por ciento de los cordobeses se ven en la obligación de seguir trabajando por miedo a perder su empleo.

UNA TENDENCIA EN AUMENTO Todo ello hace que la falta de capacidad para desconectar vaya en aumento. Si hace relativamente poco tiempo la media de días que se necesitaban para empezar a desconectar era de una semana, cada vez son más las personas que necesitan entre una semana y quince días. "El estrés laboral ha aumentado en los últimos cuatro o cinco años enormemente", reconoce la psicóloga, que asegura que es un problema que "vemos a diario" en las consultas.

"El que tiene trabajo y teme perderlo está presionado porque estamos ganando menos, pero hay que rendir más. Hay que sacar la empresa para adelante, mantener los empleos, por lo que se trabaja mucho más. Por otro lado, la situación del que está en paro es horrorosa, porque su problema no es solamente el estrés, sino los conflictos que se generan a nivel familiar y social", continúa Gema Delgado.

La capacidad de desconexión va en función de varios factores como, por ejemplo, el tipo de trabajo que se desempeña. En este sentido, Delgado reconoce que "no es lo mismo un profesor de instituto que termina su curso escolar y se va a su casa dos meses, que un ejecutivo, un directivo o, en general, quien trabaja en una empresa privada, que siempre le costará más". Así, el tipo de responsabilidad que se tiene en la empresa y el nivel formativo (a más nivel más difícil resulta salir de la rutina) son determinantes.

En cuanto al sexo, a las mujeres, en un porcentaje ligeramente superior, les cuesta más olvidar el trabajo que a los hombres porque "no terminamos de desconectar en la vida", manifiesta Gema Delgado, que considera que, "aunque es poca la diferencia", aún en vacaciones, la mujer sigue sintiéndose responsable de numerosas cuestiones de la vida doméstica.

En cuanto a edades, los jóvenes entre 18 y 24 años que comienzan su incursión en el mundo laboral son los que mejor desconectan porque tienen claro que las vacaciones son para descansar. "Ellos tienen muchas menos responsabilidades fuera y dentro del trabajo, suelen ser solteros, sin hijos, y desconectan en dos horas", según la psicóloga.

A juicio Gema Delgado, "si algún dia salimos de la crisis no vamos a volver a lo de antes, pero van a aflorar muchas más enfermedades de las que hay ahora".