Tres cooperantes que trabajaban en la comunidad católica de Bangassou, junto al obispo cordobés Juan José Aguirre, fueron repatriados ayer por Francia hasta Madrid, a la espera de que la situación política se estabilice y se restablezca la normalidad en Centroáfrica, tras hacerse con el poder los rebeldes de la Seleka.

Los tres cooperantes, que tenían contrato para dos años, solo han podido trabajar seis meses debido a la oleada de violencia que mantiene en vilo a la población del país, según Miguel Aguirre, hermano del obispo de Bangassou, que explicó ayer a este periódico que Juan José Aguirre se resiste a abandonar la zona y se mantiene refugiado en la capital, Bangui, a la espera de que se abran los caminos y pueda regresar a la misión, "donde se han producido gravísimos daños materiales sin registrar víctimas mortales".

EN LA CAPITAL Según Aguirre, "aún se escuchan esporádicamente disparos de metralleta en la capital, aunque es difícil saber si son de los rebeldes o de los saqueadores que por la noche asaltan la capital". Desde la ciudad de Bangui, el obispo de Bangassou dirige la diócesis, donde "poco a poco la violencia empieza a remitir, una vez la guerrilla ha expoliado todo lo que había".

El control del país está ahora en manos de la Seleka, según Aguirre, que, tras huir el anterior presidente al Congo, "ha proclamado a uno de los rebeldes presidente de Centroáfrica y ha anunciado que suspende la Constitución y que gobernará a partir de ahora por decreto".

De momento, ni Francia, antigua potencia colonizadora del país, ni la ONU han intervenido para pacificar la zona, tal y como solicitaba recientemente el propio obispo de Bangassou, que no entiende que las fuerzas francesas actuaran en Mali y que se haya dejado Centroáfrica en manos de la guerrilla.