--¿Qué fincas eran las de su padre?

--Se llamaba Los Llanos y Cañetejo y estaba en Fernán Núñez. Ocupaba 500 hectáreas. Nos hicimos cargo del negocio y no nos fue mal. Ampliamos la explotación, y con 19 o 20 años, compramos una finca en Carmona, que luego se la vendimos al torero Antonio Ordóñez.

--¿Cómo fue la relación con Antonio Ordóñez?

--Tuve mucha relación con él. Para mí fue un caballero. La finca se llamaba La Albaida y le puso el nombre de Las 40, porque le faltaba un pago que hacer y tuvo que torear 40 corridas para abonarlo. Tenía más de 300 fanegas. La compramos por unos 3 o 4 millones de pesetas y se vendió en 12 o 13 millones a finales de los años cincuenta. Era un señor. En aquella época, conocí a toreros como Diego Puerta o Pepe Luis Vázquez.

--¿Llegó a tener alguna relación con El Cordobés?

--Lo conocía de Palma del Río, porque tenía una finca allí. Con el Pireo sí tenía mucha amistad.

--¿Qué le pareció la decisión de derruir la plaza de toros de Ronda de los Tejares y construir una nueva en Gran Vía Parque, que se inauguró en 1965?

--La plaza antigua era muy cómoda porque estaba en el centro de la ciudad, donde se puso después Galerías Preciados. Pero la nueva era muy amplia y moderna.

--¿Cuáles eran sus lugares de diversión? ¿Cómo se divertía la sociedad cordobesa en aquellos años?

--Nosotros nos divertíamos de una forma muy distinta a como lo hace la juventud ahora. Teníamos que estar en casa a nuestra hora. A mí no me gustaba la noche. Ibamos al Dunia, al Círculo de la Amistad o a Miami, al cine y al teatro. Entonces había muchos teatros. A mí me gustaba alternar con personas mayores en el Casino Mercantil. Allí se aprendía mucho en las tertulias.

--¿De qué hablaba usted con ellos?

--Del campo, sobre los cultivos, que es lo que me ha gustado siempre.

--¿Qué recuerda de los alcaldes de entonces?

-Guardo un grato recuerdo de Antonio Cruz Conde. Para mí fue un gran alcalde para Córdoba.

--Vivió también la época de Fray Albino y su apoyo a los más humildes...

--Fray Albino trabajó mucho para que se construyeran las casitas del Campo de la Verdad. La sociedad valoraba mucho lo que hizo, porque eran tiempos de grandes dificultades para muchas personas de Córdoba.