El campo tiene derecho a exigir, pero también a responder y seguir avanzando en su modernización y en mantener la calidad para aprovechar, de una vez, el valor añadido en las zonas de producción. Se han producido situaciones de gran crisis en la agricultura, aunque la actual es definida por la patronal como la más grave. Ningún sector se escapa de la incertidumbre al que se han visto arrastrados por la actual crisis económica y financiera. Es lícito pedir medidas que amortigüen la caída de precios y exigir una defensa real del sector por parte de las distintas administraciones. Pero, y desde hace años se viene insistiendo, es más deseable que nunca que los agricultores se convierten en empresarios. Entonces cambiarían muchas cosas.