José Manuel Sánchez Ron, catedrático de Historia de la Ciencia y académico de la Real Academia de la Lengua, pronunció ayer una conferencia en el campus de Rabanales de la Universidad de Córdoba, dentro del programa de actividades diseñado por la facultad de Ciencias para la conmemoración del Año Internacional de la Tabla Periódica.

-¿Es la tabla periódica de Mendeléiev uno de los proyectos más colosales de la Ciencia?

-Sí. Es en realidad el depositario en una ordenación bastante simple de todo, porque todo es decir el Universo, nosotros mismos, que estamos formados de esos elementos. Y tiene además algo que es especialmente valioso y que revela un orden subyacente en la variedad y diversidad de lo que existe en la naturaleza. Es uno de los iconos de nuestro tiempo. Yo comisarié hace tiempo, en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, una exposición que se llamaba Cosmos y como parte de ella, en una de las salas, había una gran tabla periódica en una pared. Era de los lugares más admirados por los visitantes. Y no me extraña. Yo suelo decir que hay partes del conocimiento científico que deberían formar parte de la cultura de cualquier persona, como las tres leyes de Newton, el teorema de Pitágoras y la tabla periódica.

-¿Todavía puede darnos la tabla periódica alguna sorpresa?

-Sí. Se han ido creando. Cuando Mendeléiev crea en 1869, no sé si eran 69 elementos químicos entonces conocidos. Ahora son 118. Se van fabricando, digamos. Los últimos que existen en la Naturaleza y que se pueden encontrar porque todavía no se han desintegrado, su vida media es suficientemente larga, es el uranio y con mayor dificultad el plutonio, pero a partir de esos elementos, y estoy hablando del 94, ya las vidas medias son efímeras. El último, el organesson, tiene una vida de milisegundos. Pero en ese fabricar de los elementos se piensa que a lo mejor se llegará en el futuro a lo que se conoce como «una isla de estabilidad», en la que los elementos creados, fabricados, pueden tener una vida media, es decir una existencia, de horas e incluso de algunos días.

-¿La tabla periódica es más práctica para los científicos y los estudiantes que para la industria?

- Es indisoluble la relación entre ciencia e industria. La tabla periódica ha permitido entre otras cosas encontrar nuevos elementos, porque había huecos que tenían que ser rellenados. Pero decir ahora que la industria necesita de la tabla periódica, no. Lo que necesita la industria es de los elementos, de las propiedades físicas y químicas de esos elementos, que tienen su cabida, su acogida, dentro de la tabla periódica.

-¿Se difunde hoy más la ciencia?

-Se difunde más porque la gente es consciente de que, lo conozca o no, vive rodeada de artilugios científicos. El mantenimiento de su salud y de su familia depende mucho del conocimiento científico en el área, en este caso, de las ciencias biomédicas. Todavía muchos piensan que la ciencia es otra cosa, que no forma parte de la cultura. No puede existir una cultura plena sin que acoja a la ciencia. En ese sentido, tiene más difusión y se apoya más en esa vida cultural a la literatura, el teatro, la música, que a la ciencia.

-¿Se sigue llorando en España todavía por la investigación?

-Sí, sí, sí. Especialmente en la llamada crisis, de la que parece que hemos salido bastante, una de las grandes víctimas fue la investigación científica en España. Se está recuperando algo, pero no lo suficiente. Ha constituido una gran pérdida. El problema es que la ciencia es un instrumento que da poder económico, industrial, social, político también, de manera que un país que aspire a estar entre los mejores del mundo necesita ser poderoso en investigación científica y desarrollo.