El periodista y escritor Álvaro Vega presenta hoy su último libro, sobre la participación de Antonio Jaén Morente en la constitución de la II República.

-¿Anhelamos la República?

-La República que don Antonio Jaén anhelaba era la de una España que no estuviese mordida por el odio y el resentimiento y que respondiese a las promesas y compromisos que había provocado con su proclamación incruenta. Así lo expresa en las Cortes al pronunciar la frase que da título al libro, en un contexto de crítica a la situación y contra las arbitrariedades que había

-¿Qué papel jugó Antonio Jaén Morente en la constitución de la II República?

-Premonitorio. Cuestionó el traspaso de la educación a las llamadas regiones autónomas porque tenía miedo a que se rompiesen los lazos que unían a los españoles y que se convirtiese en una incubadora del separatismo, como así ha sido, planteó la dificultad que suponía el avance de las lenguas que hoy son cooficiales, vio la necesidad de que el Estado asumiese la propiedad de todos los monumentos, permitiendo los cultos religiosos, un tema tan de moda, y articuló por primera vez en España el concepto de autonomía municipal.

-¿Fue Jaén Morente un republicano de pro o un exaltado? Sus discursos se pueden considerar algo violentos.

-Los dos momentos en los que tuvo una actitud, digamos, fuera de tono, fue en la restitución del ayuntamiento de abril de 1931 tras la victoria del Frente Popular en 1936, en que rompió de un bastonazo el cristal de la mesa de la Alcaldía porque no se respetó el resultado de las municipales y se nombró alcalde en virtud de los votos de las generales, y cuando en mayo de 1936 hizo una propuesta peculiar sobre la Mezquita, imposible de contextualizar al no tener información para analizarla y la que hay está dirigida por la extrema derecha, que la utilizó para atacarle.

-Jaén Morente pasó de ser hijo maldito de Córdoba a ser hijo predilecto

-Dejó de ser hijo maldito en pleno franquismo, en 1949, porque un alumno suyo, Alfonso Cruz-Conde, poco después de ser designado alcalde, remedió la injusticia porque sabía que lo que le habían achacado para declararlo hijo maldito, el señalamiento de objetivos civiles en los bombardeos de Córdoba, no era verdad.

-¿Ha dejado de ser para siempre Antonio Jaén Morente un hijo maldito de Córdoba?

-El papel de su biógrafo, el profesor Manuel Toribio, fundamentalmente, y el ánimo de sus nietas están sirviendo para poner en valor su figura, pero aún queda camino que recorrer.

-‘El papel de la prensa en Córdoba durante la II República’, ‘La república que tanto anhelamos’ son dos obras suyas ¿Qué es para usted la república?

-Supone un sentido laico y social de la libertad, nada que ver con la dicotomía donde monarquía era igual a dictadura y república se asimilaba con democracia.

-¿Se conoce la figura de Antonio Jaén Morente en Córdoba?

-No parece que entre las prioridades de las élites locales esté conocer más allá de la musa gitana y la Córdoba sultana, que es lo entretenido y lo que distrae.

-¿Qué pretende con esta su sexta obra?

-Poner al descubierto las virtudes y las miserias del régimen a través de cómo lo vive en su propia piel don Antonio y su huella en la Constitución de 1931.

-¿Continuará escribiendo con la República como temática?

-Parece que ya va siendo hora de que vuelva a los inicios y regresar a la ficción.