Todo tiene arreglo, salvo la muerte", afirma el dicho. O quizá también en el caso de la Buena Muerte. Fue lo que hizo la hermandad de la Madrugada cordobesa, que puso puntualmente su cruz de guía en la calle y que se encontró que la hermandad precedente en carrera oficial, Las Angustias, acumulaba retraso por los numerosos cambios adoptados en la jornada del Jueves y ante la necesidad de parar su cortejo por una intervención sanitaria en la poco accesible calle Deanes.

Así, la hermandad de silencio, para no cruzarse con Las Angustias de regreso a San Agustín, solo parecía tener una alternativa: esperar más de una hora, con sus nazarenos de silencio siempre firmes, ante carrera oficial. Pero tanto la Buena Muerte como la Agrupación de Cofradías encontraron una solución: como ya la carrera oficial para la Buena Muerte estaba perdida con el retraso, el cortejo se dirigió directamente a la Catedral marchando por el mismo camino de vuelta. Una decisión sin precedentes en las últimas décadas (variar un itinerario sin que lo obligue la lluvia una vez comenzada la procesión) pero necesaria y que permitió que el Viernes Santo comenzara con su primera hermandad llegando a la Catedral. Eso sí, con mucho público y hasta policías sorprendidos y despistados por el cambio.