La buena organización de la que se presumía el Jueves Santo se truncó (o quizá hay que decir que se puso a prueba) entrada la Madrugada del Viernes Santo, cuando un parón producido por la hermandad de las Angustias, a consecuencia de una intervención de la Cruz Roja a la altura de la calle Deanes, provocó un retraso de casi una hora, con el consiguiente problema de no dejar la calle San Fernando libre a tiempo para que pudiera pasar la hermandad de la Buena Muerte, la única cofradía de la Madrugada del Viernes Santo.

Ante este imprevisto, la Buena Muerte decidió, sobre la marcha y con el visto bueno de la Agrupación, no hacer la carrera oficial a la inversa como estaba previsto (y que por otra parte con el retraso ya no tenía sentido), ya que de lo contrario tenía que esperar un larguísimo tiempo. Así, optó por bajar directamente por Jesús María, Angel de Saavedra, para buscar Deanes y y cumplir el compromiso de esta Semana Santa de todas las cofradías de llegar hasta la Catedral.

Tras hacer estación de penitencia en el interior del primer templo, y con la carrera oficial ya desmantelada, la hermandad volvió a su templo de nuevo por el mismo recorrido de ida.

Ya por la tarde, el Viernes Santo volvió a estar marcado por el buen tiempo, con un ascenso considerable de la temperatura que hizo que de nuevo se llenaran las calles de público para ver a las cofradías, sobre todo en las inmediaciones del primer templo y su Patio de los Naranjos. Hay que decir que pocas veces se han visto tantos visitantes extranjeros en una jornada de la Semana Santa cordobesa.

La primera en poner su cruz de guía en la calle fue la hermandad de los Dolores, que puntualmente abandonó una abarrotada plaza de Capuchinos. La Virgen lució exornada con rosas blancas y como estreno su remozada peana, una de las piezas más antiguas de la Semana Santa cordobesa. Mientras, el Cristo de la Clemencia se pudo ver con un elegante exorno de rosas rojas.

Poco después, el Campo de la Verdad comenzó a llenarse de capirotes rojos para acompañar al Cristo del Descendimiento. Cabe destacar, además de la animación que acompañó a la cofradía, el Simpecado que estrenó la hermandad, una de las últimas creaciones de fray Ricardo de Córdoba, quien firma el diseño, mientras que la ejecución corrió a cargo del bordador cordobés Antonio Villar.

Poco a poco, la carrera oficial iba tomando forma con una ocupación considerable de las sillas. La primera en pasar fue la Virgen de la Soledad, que volvió a cruzar su antiguo barrio exornada con un original friso a base de distintas variedades florales.

Le siguió la hermandad de la Expiración con una salida marcada por el recuerdo a su exhermano mayor Manuel Recio, fallecido el pasado miércoles. En su memoria la cofradía de San Pablo dispuso que la Virgen del Rosario saliera de su sede canónica a los sones de