El Gran Teatro ha sido el lugar de enseñanza y aprendizaje de un público que, con más de media entrada, puso un ambiente alegre a la clase que iban a contemplar. La chirigota infantil Los elementos de los elementos abrieron el telón. Una agradable lección para comenzar, ya que estos científicos explicaron cómo utilizar los elementos para conseguir el producto de la alegría de Febrero y el sabor del compás del 3x4. Esa intención es la que demostraron los universitarios de Los Juntaletras, que se graduaron con nota y cuentan con el tiempo --que les deje el jurado-- para expresar su mundo interior a través de la pluma. Aunque perdieron la noción del tiempo, los exploradores de la chirigota Los comecocos sienten el aroma propio del mes de Don Carnal.

Muy lejos quieren volar los superhéroes de Los que saltan de azotea en azotea, aunque ahora sólo se centran en cantar por carnavales. En cambio, los mineros de La Galería enseñaron el mundo desconocido que se esconde bajo tierra y su crudeza, conectada también con la cotidianeidad de la superficie. Una superficie llena de peligros, pero los artificieros de Si se me cruzan los cables te reviento mostraron la mejor manera de hacer frente a dichos riesgos: con cachondeo y risas.

En pleno siglo XXI, el conocimiento viaja a la velocidad de la luz gracias al poder de la tecnología, con la que hay que tener un contacto permanente y Los Hipstanos de Rute dieron muestra de ello. Aunque el sabor añejo de las cosas también puede convertirse en una inagotable fuente de inspiración. Para que no se pierdan todas esas ideas fabulosas que crean comparsas, están los aguaciles del siglo XVIII de Piedra Escrita, la comparsa de Miguel Amate que regresó al Gran Teatro con su sello de identidad. Y como última lección, un recorrido animado con las guías turísticas de la chirigota Welcome to Córdoba.