De la agonía y la incertidumbre a la tranquilidad que otorga el poder regresar a casa. Los jugadores del Córdoba CF, José Ruiz y Luismi Redondo, por fin están en España después de su caótica experiencia en Baréin. Los positivos por covid que arrojaron justo antes de partir del Golfo Pérsico les impidieron formar parte de la expedición blanquiverde que volvió el pasado lunes a la ciudad. Tanto el lateral como el extremo, acompañados del consejero delegado, Javier González Calvo, presenciaron el duelo en El Arcángel frente al Xerez Deportivo FC, una circunstancia que hasta hace unos días parecía muy lejana y que otorgó el necesario y definitivo descanso a la plantilla.

Sobre el verde del estadio arribaron prácticamente una hora antes de celebrarse la contienda. Allí, pese al cansancio acumulado de todo el viaje emprendido, quisieron entrar al vestuario para hacer grupo. Ese factor, en concreto, fue uno de los más ensalzados por todos los protagonistas que expusieron su punto de vista en torno a lo llevado a cabo en el continente asiático. El Córdoba, una auténtica «piña» -constatado a pocos minutos del inicio del choque en pleno césped ribereño-, solo ansía apretar al máximo durante la segunda vuelta de la competición para sellar el ascenso.

Especial atención merece la situación protagonizada por José Ruiz. El defensor valenciano dio positivo al poco de aterrizar en Manama, lo que convirtió su estancia en una pesadilla. En la habituación, sin poder entrenar, jugar ni hacer las visitas programadas con sus compañeros, estuvo sin «libertad» -como reconoció Crespo en sala de prensa-. No obstante, siguió trabajando con el material facilitado hasta la conclusión del periplo perpetrado. Luismi, que lo padeció en la recta final, sí sumó algunas sesiones en las instalaciones futbolísticas bareiníes, lo que no quita que también pasara por instantes duros y que a buen seguro no olvidará jamás. El lunes, en la Ciudad Deportiva, se les espera para retomar la actividad.

Un ambiente enrarecido entre los aficionados

La grada, haciendo referencia a la presión y al empuje, también se dejó notar. Los más de trescientos aficionados llegados desde Jerez de la Frontera ofrecieron un plus desde la Preferencia Alta a los suyos. Sin embargo, los altercados previos al duelo -que no pasaron a mayores- y el cruce de insultos durante el partido causaron que el buen ambiente se tornara en un crispamiento absoluto. El acierto anotador del Córdoba, además, mermó esa ilusión con la que arrancaron. A eso se le añadieron los problemas físicos que azotaron a los dos equipos. El portero Camacho y el atacante Javilillo, en los xerecistas, y el central José Alonso, en los anfitriones, no pudieron aguantar el desarrollo del envite.

El cordobesista, que ya arrastraba molestias desde hacía semanas, pidió inmediatamente el cambio tras evitar una gran oportunidad visitante. Como pudo llegó a la zona de los banquillos y allí obtuvo el cariño de todos los presentes mientras a la situación poco a poco se decantaba para los locales. Los goles del Córdoba, lejos de relajar la tensión en el campo, se transmitió incluso entre los propios jugadores. César, el guardameta del Xerez DFC, lanzó un esférico hacia el Fondo Sur, motivo que le costó el enfado del público. Pese a ello, justo al final, auxilió a Simo Bouzaidi cuando al de Olot se le subieron los gemelos ganándose el aplauso del respetable. El 4-0, más allá de ofrecer tres puntos, mantuvo la condición de invicto para un conjunto cordobesista que hizo pleno: diez de diez en casa para diferenciarse del resto.