En tu casa, con la gente arropándote a millares y portando la vitola de favorito para alzar el trofeo. Todo ello quedó traducido como el guion perfecto para hacer historia frente al CD Guijuelo. Así se presentaba el Córdoba CF ante la gran oportunidad de sumar el quinto título de su existencia. La Copa RFEF, un campeonato que ya ganara el RCD Córdoba allá por el año 1951, esperaba dueño en una tarde-noche lluviosa y repleta de nervios. Y no era para menos, ya que el "pellizco" que la gran mayoría llevaba en el alma dejó escenas para el recuerdo.

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Celebración del Córdoba CF en su victoria de la Copa REF A.J. González

Un sufrimiento transformado en gloria

Cerca de 12.000 aficionados -incluso un centenar de valientes arribados desde la provincia de Salamanca- se dieron cita en El Arcángel en pos de añadir cierta mordiente a los suyos. La ocasión era la soñada en el conjunto cordobés después de una auténtica carrera de obstáculos. El desarrollo de dicha competición, cabe reseñar, dibujó unas eliminatorias cargadas de dificultad para el club y, en su mayoría, a domicilio. Muy lejanos parecían los envites contra la Real Balompédica Linense, el Juventud de Torremolinos CF y el Xerez CD, tres fechas cruciales que condujeron a los de Germán Crespo a las semifinales coperas y, además, a la ansiada Copa del Rey. El penúltimo escollo, ya en el feudo ribereño, fue un voluntarioso CD Ebro que ofreció batalla con el objetivo de superar al claro favorito. No obstante, Luismi Redondo se encargó de dilapidar las esperanzas mañas y disparar las andaluzas.

Diferentes generaciones de cordobesistas miraban con ilusión al verde. Si ya había costado trabajo -y sufrimiento- obtener el ascenso a Primera División tras 42 años sin pisar la élite, no querían ni imaginar el hecho de celebrar, in situ, un entorchado nacional -por muy menor que se quiera considerar-. En cualquier caso, el ente federativo hizo lo posible para dotar al partido de un aroma a fútbol profesional por los cuatro costados. El presidente, Luis Rubiales, estuvo en el palco de autoridades y sería el encargado de entregar la copa al vencedor. Además, otros detalles como el balón personalizado para la ocasión y el considerar "campo neutral" a las instalaciones de El Arenal -con la imposibilidad de poner el himno por megafonía a la salida de los equipos- agregaron un prisma distinto a lo habitualmente estipulado.

Eso sí, daba igual que la letra de Queco no atronara por los altavoces. Ahí aparecían los fieles para llevar la garganta al límite de sus posibilidades, un canto único que unía sentimientos y, de paso, provocaba que más de uno mirase de reojo al cielo recordando a los que ya no están. Bufandas al viento, que ni el agua frenara el espíritu combativo de los dispuestos a convertirse, por derecho propio, en el socorrido jugador número doce, el que aprieta y ahoga cualquier atisbo de disgusto en forma de avanzada rival.

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Las imágenes del partido Córdoba CF Guijuelo A.J.González

Cánticos y fuegos artificiales

La gloria llamaba a la puerta y el Córdoba quería firmar un 23 de noviembre inolvidable, de los que se escriben cada año empleando para la causa los mejores testimonios y material fotográfico existente. No fue para nada sencillo. Costó y mucho llegar a tener la ocasión decisiva, pero apareció Javi Flores para desnivelar la balanza y otorgar un triunfo, por la mínima, que causó el auténtico estallido en el estadio. Al acabar, precisamente, los fuegos de artificio resonaban mientras el "campeones, campeones" era la melodía que cerraba la noche.

Los jugadores cordobesistas dan la vuelta de honor con los fuegos artificiales de fondo. A.J. González

El pitido final sirvió a modo de liberación. La mala fortuna que acompañaba al Córdoba desde el descenso a Segunda División de 2015 propuso una necesaria tregua. Porque sí, era más que necesaria una alegría tras más de un lustro de decadencia, de malas artes y de ser noticia por situaciones rocambolescas gestadas lejos del terreno de juego. El balompié es tan simple y llano como acercarte al que tienes al lado, gritar lo más fuerte posible un gol de tu equipo y saber que tu locura no precisa de cura alguna. Y si tienes que soltar alguna lágrima mientras los futbolistas ofrecen el trofeo a la grada, hazlo, que nadie te cohíba a la hora de expresarte como buenamente te dé en gana.

La euforia se desató también en los rectores del club, que festejaron al lado de los aficionados el éxito del equipo. Los consejeros Javier González Calvo y Adrián Fernández Romero se mezclaron con los seguidores del Fondo Sur y lleqaron a entonar cánticos triunfales junto a ellos.

Javi Flores, el más buscado

En los entresijos del estadio se juntaban las dos caras de la moneda. La expedición guijuelense, cabizbaja pese a la buena labor realizada, acudía a su vestuario con el "casi" grabado a fuego en la mente. Llegar a una final y toparte contra un Córdoba intratable impidió a los de Mario Sánchez escribir su nombre entre los vencedores de la competición. Por contra, la alegría y el jolgorio que quedó constatado en el terreno de juego tuvieron su continuidad a lo largo de la zona mixta.

Algunos aprovechaban para hacer estiramientos, otros no perdían el tiempo para meter a los más pequeños a resguardo por las bajas temperaturas. Y Javi Flores, el de Fátima, uno de los cordobeses de la plantilla, no paraba de atender a los medios de comunicación ante una fecha que ya estará junto a otras de ascensos y momentos vitales de los blanquiverdes.

Ahora, aunque uno no quiera ser catalogado de "aguafiestas", solo queda pasar página y centrar las miras en la AD Mérida. El sábado, nuevamente en El Arcángel, los de Crespo procurarán recuperar la senda triunfal y demostrar que el primer puesto en el Grupo 4 de la Segunda RFEF solo está al alcance de una entidad. Y esa no es otra que la cordobesista.