Ser cordobesista es tener la oportunidad de experimentar episodios que rozan lo imposible. Que aficionados de tres generaciones puedan compartir la alegría de festejar por primera vez un título de su equipo es algo que solo podría suceder en El Arcángel. Abuelos, padres e hijos se emocionaron juntos abrazados a la blanquiverde. Las vitrinas del club se abrieron como el sarcófago de Tutankamón para recibir el brillo de la Copa RFEF, un título cuya trascendencia se multiplica por las circunstancias. Para el Córdoba CF, levantar un trofeo no es el final de la historia, sino el principio de una nueva, un estimulante punto de partida para dejarse ver como aspirante -y, ahora sí, con argumentos- a recuperar un lugar en el mapa del fútbol profesional en España.
El estribillo «puede ser mi gran noche» de la mítica canción de Raphael, que tantas veces sonó por la megafonía casi como un chiste macabro ante la colección de desgracias recientes, se ha transformado desde ya en el himno cooficial cada vez que se recuerde este 23 de noviembre de 2021. El Córdoba CF es campeón. Marcó el gol Javi Flores, un chico del barrio de Fátima que salió desde el banquillo y terminó recogiendo el trofeo de manos de Luis Rubiales, presidente de la Federación Española, en el palco de El Arcángel. La foto es ya un símbolo de una nueva época, la bisagra entre el Córdoba CF desquiciado y estrambótico y una entidad que se está impulsando después de poner el pie en el fondo del fondo. Lo que se ganó esta noche memorable es el derecho a soñar con un mañana mejor, con un Córdoba que vuelva a levantar pasiones entre los suyos y a ser admirado por su grandeza. Ahora está en cuarta división. El plan es salir de aquí cuanto antes.
El cordobesismo recuperó el orgullo y sintió que hay algo más que palabras en este nuevo capítulo de la película. El capitán, Javi Flores, dejó clara la cuestión. «Hemos jugado esta competición porque no hicimos bien las cosas el año pasado», dijo ante los micrófonos cuando aún retumbaban los fuegos artificiales. No hay mayor felicidad que saldar una deuda.
