Hay aficionados que fueron por última vez a El Arcángel en marzo de 2020 para ver un Córdoba CF-Cartagena con la ilusión de asistir a una de esas remontadas épicas que llevaran a los blanquiverdes a acercarse a "los 40 principales", término acuñado por el carismático entrenador navarro Enrique Martín para referirse al mapa de la LFP cuando tomó las riendas de un equipo que a día de hoy, apenas quince meses después, es otro. Aquel día no hubo reacción. Llegó una pandemia mundial. Cambiaron directores deportivos, entrenadores y jugadores. El Córdoba de Infinity, de González Calvo, de Adrián Fernández, de Miguel Valenzuela, de Juan Gutiérrez 'Juanito' y de su costeadísima plantilla -"la mejor de la categoría", un eslógan que se quedó en chiste- se fue a pique. El curso terminó con descenso a la Segunda RFEF, la cuarta división del país, un campeonato de 90 clubs de perfil humilde cuyo poder de seducción es nulo. Económicamente, será un seguro de pérdidas. El propio club le puso la etiqueta al balance: hecatombe. Ha pasado un mes desde el lamentable evento y, desde entonces, no ha ocurrido nada. Nada. La dimisión de Valenzuela -se daba por hecha- y un runrún permanente de operaciones en curso han dibujado el día a día de un cordobesismo perplejo, hastiado y dolorido. Porque aunque los ojos del hincha no vean, su corazón sí que siente.

El Córdoba CF sigue felicitando puntualmente cada día el cumpleaños a sus abonados y ofertando merchandising con descuentos a través de sus canales oficiales. Por lo demás, las fechas pasan a la espera de que los dueños del fondo Infinity determinen si habrá cambios o si apuestan por la continuidad en la gestión de la entidad. Nadie tiene el puesto garantizado. Y sin un jefe designado -o ratificado-, pocas negociaciones se pueden cerrar. Si hay un "sí" a González Calvo, todo se acelerará después de "apretar el botón", tal y como expresó gráficamente el extremeño en su última comparencia pública, un coloquio en el Ateneo Cordobesista. El Córdoba "de cuarta", ahora, es solo un esbozo. Y mientras arranca o no, se prepara la alternativa. Además, con una figura de peso.

Carlos González, a escena otra vez

Carlos González reaparece en escena en un momento clave en el titular futbolístico de la ciudad. El tinerfeño jamás se ha desligado del todo de una entidad en la que, no se olvide, tiene intereses económicos derivados de aquella venta -no abonada en su totalidad por el comprador, León, y cuyo juicio en Madrid, visto para sentencia, tendrá resolución inminente- del paquete accionarial del Córdoba CF SAD. González vuelve a entrar en el juego por una doble vía: la judicial y la deportiva. Los primeros pasos para su retorno los ha dado y la pisada es potente. En un momento de crisis deportiva absoluta, con el club metido en el fango hasta el cuello, González siempre podrá enarbolar la bandera de unos tiempos de esplendor sobre el campo. A mediados de la pasada década se calificó como fracaso el no haber ascendido a Primera División -el equipo cayó finalmente en la prórroga de las semifinales de play off ante el Girona- por no haber reforzado la plantilla de Oltra en el mercado invernal. Así eran las cosas y así son ahora. Se puede fallar, y hasta hacer el ridículo, en cualquier categoría. Todo depende de a dónde caes: si hay colchón decente o si es un matojo de zarzas.

González está de nuevo el escaparate. La Audiencia Provincial de Córdoba admitió el recurso interpuesto por Azaveco (Carlos González) contra la declaración de concurso voluntario de acreedores del Córdoba CF y la posterior puesta a la venta de la unidad productiva. El juez Caballero inadmitió en su día la petición de González por razón de «impertinencia». Esta vez, la demanda ha prosperado. El Mercantil tendrá que argumentar por qué se abrió un nuevo concurso en 2019 cuando aún estaba en curso el anterior, de 2011. Ese movimiento fue clave para la autorización de la venta de la unidad productiva del Córdoba a Unión Futbolística Cordobesa (UFC), con capital bareiní. Si la resolución del Mercantil fuera ratificar todo el proceso, dando validez al segundo concurso y a la venta de la UP, Azaveco recurrirá a la Audiencia y, si llega el caso, al Tribunal Supremo. Hay batalla por delante.

Paralelamente, González ha admitido su intención de sacar un equipo en la última categoría con el Córdoba CF SAD para competir en la temporada 21-22. La RFEF ya anunció que, al igual que la pasada temporada, los clubs tendrán que inscribirse en las competiciones y que el 30 de junio se publicará la circular con el modelo y los requisitos correspondientes. Habría un mes, hasta final de julio, para formalizar las inscripciones. Si González logra un plan de viabilidad tras un acuerdo con los acreedores, la opción de un nuevo Córdoba en Córdoba tomaría cuerpo.

El cordobesismo, mientras tanto, contempla el declive de su equipo -de Primera a cuarta en seis años- con la sensación creciente de que la entidad se va convirtiendo en algo ajeno. Que en la capital se produzca una situación parecida a las que se han vivido en Murcia, Jerez de la Frontera, Logroño o Salamanca es una posibilidad más real hoy que ayer. Prepárense para debates sobre el equipo genuino y el postizo, con mezclas obscenas entre los argumentos sentimentales y los intereses financieros. Si con un Córdoba no hay bastante, pues que convivan dos. Y que gane el mejor.