La parálisis en el Córdoba CF continúa cuando se ha superado un mes desde que finalizó la Liga para el conjunto blanquiverde. La ausencia de noticias desde Baréin se debe, principalmente, a que las decisiones que ha de tomar Infinity Capital tras su primera temporada al frente del Córdoba CF han de tener muy en cuenta todo lo ocurrido en el último año y medio y, principalmente, en los últimos nueve meses. ¿Continuidad o remodelación drástica? Las opciones están sobre la mesa.

Se estudian con detalle acontecimientos que abarcan desde lo social hasta lo institucional, pasando por lo económico y, lógicamente, lo deportivo. Una vez que los inversores bareiníes elijan a la cúpula que ha de haber, sea la actual -modificada o no- u otra completamente diferente, los acontecimientos en el Córdoba CF se sucederán en cadena. Las aristas no son pocas y, algunas, bastante puntiagudas. Cada día que pasa sin una determinación alimenta las dudas y condiciona el plan de futuro que, una vez más, contempla medidas de hondo calado para remontar posiciones en el mapa del fútbol nacional. ¿Qué puntos es tán sobre la mesa?

Estreno con un fracaso histórico

El capítulo deportivo, por desgracia, se resume en una sola frase: el Córdoba CF ha firmado la peor temporada de su historia. El conjunto blanquiverde descendió por segunda vez a la cuarta categoría del fútbol español en sus 67 años de vida con el segundo presupuesto más alto de entre los 102 clubs que jugaron la última campaña de Segunda División B.

Asimismo, a pesar de algunos mensajes positivistas enviados desde el club, el presupuesto del filial (625.000 euros, reconocido por su consejero delegado, Javier González Calvo) daba para mucho más que para pelear en el grupo intermedio por una plaza en Segunda RFEF. Evidentemente, las temporadas del segundo equipo blanquiverde o del femenino no llegan al fracaso de la primera plantilla, pero no se pueden catalogar como buenas, ni mucho menos.

En el fútbol base, al menos en lo que se refiere a resultados, la 20-21 dista mucho de ser una de las mejores temporadas de los últimos años. Por lo tanto, el balance deportivo en general fue mediocre, con el rejón negro de la temporada firmada por la primera plantilla.

Los capitanes Javi Flores y De las Cuevas, tras el descenso ante el Cádiz B. Francisco González

El desapego social puede ser mayor

En descargo de los dirigentes del Córdoba CF bajo el control de Infinity Capital en su primera temporada completa, hay que recordar que esta se produjo durante una pandemia. El Arcángel a puerta cerrada o con una presencia testimonial impidió una cercanía no solo con el equipo, sino con el propio club.

El confinamiento, llegado apenas tres meses después de que se tomara el control no hizo sino hibernar de alguna manera la nueva dirección en el club en lo que a relaciones se refiere. Si el propio club controlaba las relaciones del primer equipo por miedo, entre otros motivos, a contagios, las relaciones sociales de la entidad, en sí, se quedaron en contactos apenas anecdóticos. En definitiva, el Córdoba CF quedó aislado de todo, también de su propia masa social, en una burbuja.

La política de precios de abonos, en el verano del 2020, poco ayudó. En algunas zonas de El Arcángel llegaron a aumentar un 30%, a pesar de que se intuía ya entonces que no habría público en los estadios. Y ese malestar se remató con la campaña deportiva. Cuando un club no está en un buen momento social solo se puede agarrar a los resultados. Y estos no llegaron. Muy al contrario, supusieron un fracaso histórico. Al Córdoba CF, socialmente, le queda mucho por andar.

Si el desembarco de Infinity Capital en el club, en diciembre del 2019, se hacía incluso con puntos positivos a favor por lo ocurrido semanas antes, en junio del 2021 no solo se ha esfumado esa ventaja, sino que la temporada 21-22 se inicia con puntos negativos. Habrá que remontar y será una tarea intensa de los dirigentes blanquiverdes, sean los que sean.

Aficionados del Córdoba CF en El Arcángel en el último partido de Segunda B. Francisco González

Una tensa tranquilidad institucional

El de Infinity Capital en el Córdoba CF «no es un proyecto solo de club, sino de ciudad». Fueron, prácticamente, las primeras palabras del consejero delegado de la entidad blanquiverde, Javier González Calvo, que verbalizaba entonces que el nuevo Córdoba CF tendría un marcado acento institucional, alejado de enfrentamientos y con un aire colaborador pregonado por el extremeño casi desde el inicio.

Así se entendió, al menos, cuando los representantes en la ciudad del fondo bareiní llegaron a la ciudad. Y por mucho que las palabras discurrieran por un camino, los hechos lo hicieron por otro. El máximo ejemplo de lo ocurrido tiene que ver con el aspecto legal: los tribunales no les dieron la razón con los servicios médicos que se encontraron a su llegada, Clínicas Beiman, que ganaron en los tribunales lo que el club entendía que era una rescisión correcta. Tampoco con empleados. Uno de ellos fue readmitido cuando el juzgado correspondiente le dio la razón y, antes de abonar la compensación económica correspondiente, el Córdoba CF le readmitió. Tampoco con Iván Robles, que se lesionó en la pretemporada con el consiguiente cruce de acusaciones públicas entre sus agentes y el propio club. Finalmente, el Córdoba CF debió compensar al jugador, vía judicial, con una cantidad de dinero nada menor.

Asimismo, y más allá del eterno contencioso con la Ciudad Deportiva, el ejemplo máximo de que institucionalmente al Córdoba CF le queda mucho camino por recorrer, se plasmó con el Ayuntamiento y la lona de El Arcángel. El club la colocó por la vía directa, a pesar de algunos avisos en contra y definitivamente debió desmontarla a las pocas semanas de su instalación, expediente urbanístico de por medio y con su multa correspondiente. Las declaraciones amables, incluso con la generosidad del Gobierno local, no lograron tapar lo chirriante de la situación.

Tampoco hay que desdeñar el malestar de algunos patrocinadores, que no han visto cubiertas sus expectativas por la mala línea deportiva de la primera plantilla, pero a los que tampoco el club ha dado alguna alternativa. Un conjunto de actuaciones y decisiones a lo largo de una temporada que marcan, claramente, una tensa tranquilidad. Por supuesto, la regularización de la cesión de El Arcángel continúa siendo el mismo proyecto que era hace 20 años. Y una cesión que abarque su explotación, una entelequia. Un bloqueo endémico que sigue siendo una asignatura pendiente, sea para los actuales dirigentes u otros, en una decisión que sigue pendiente de Infinity Capital.

Visita de los rectores de Infinity a El Arcángel. Francisco González

El clásico agujero negro en la economía

Y, finalmente, el dinero. Porque si de un grupo inversor se trata, la causa económica es otra a tener en cuenta por Infinity Capital a la hora de su decisión. A pesar de tratarse de «un proyecto de ciudad», la inversión en el primer año largo se ha ido casi a los diez millones de euros y el retorno, que ya se intuía que no podría ser económico en el primer año, deportivamente ha resultado negativo.

Se asumió una plantilla que en los últimos tres años, como mínimo, se ha mostrado como un agujero negro financiero. Hablar de un gasto de 3,8 millones en la primera plantilla para Segunda División B resulta casi obsceno, y gran parte de esa cantidad proviene de épocas en las que ya entonces se veían como excesos. La ficha de algún jugador de la plantilla de la 20-21 triplicaba el mínimo interprofesional de Segunda División A. Quizá en ese detalle habría que centrarse cuando los actuales dirigentes, algunos de los anteriores y hasta entornos de futbolistas defienden con entusiasmo que «todos quieren venir al Córdoba CF» o que hay jugadores que esperan a una renovación.

Pero la economía no abarca solo, aunque sea lo principal, a la primera plantilla. La nómina mensual para el club sigue siendo inasumible. El Córdoba CF, ya en la terminada 20-21, era un club sobredimensionado en personal, por lo que estando inmerso en la cuarta categoría del fútbol español, la tijera es obligada. El adelgazamiento debe llegar a todos los departamentos, porque ya lo avisaron los propios dirigentes elegidos por Infinity Capital: la intención es hacer un club sostenible y no una entidad en la que siempre se aporte dinero.