Radiografía del campo cordobés. Evolución de la superficie agraria

Así va el cielo, así va el suelo

El largo déficit hídrico, que ya va para cinco años, junto a la calurosísima primavera de 2023 y la crisis de altos costes han condicionado los cambios en la superficie agrícola de Córdoba

Labores de recolección de la aceituna en un olivar de Córdoba de secano, durante la anterior campaña.

Labores de recolección de la aceituna en un olivar de Córdoba de secano, durante la anterior campaña. / Miguel Párraga

Juan M. Niza

Juan M. Niza

La evolución de la superficie agraria y de sus tipos de cultivos en la provincia de Córdoba en 2022 no fue ajena, ni lo es en este 2023, a las durísimas circunstancias que condicionaron la campaña pasada y en la presente, como las crisis de costes y de abastecimiento de ciertas materias primas y, por supuesto y principalmente, la sequía.

La superficie de ajo, el cultivo que más varía de un año para otro, cayó un 35% en 2022.

Pero, antes de nada, hay que hablar del marco general del país y de cómo Córdoba, pese a las circunstancias adversas (o quizá en respuesta a las mismas) marcó una tendencia contraria al global nacional. Al respecto, hay que recordar que en el ámbito nacional se ha venido perdiendo constantemente y cada año, entre 2010 a 2022, tierra destinada al cultivo hasta llegar a un significativo 2,17% de la superficie total, que podría parecer poco hasta que se habla de cifras absolutas: 372.586 hectáreas. Para hacernos una idea: una superficie similar a la mitad de la provincia de Cádiz.

Sin embargo, en Córdoba, y aunque en este mismo intervalo de 12 años ha descendido la superficie agraria incluso en mayor proporción (un 3,44%), presenta picos de sierra según las campañas, sorprendiendo sobre todo el notable ascenso en el pasado 2022 al aumentar la tierra cultivada respecto al periodo anterior en algo más de un 2%, hasta llegar a los 671.379 Ha, según constata la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce) del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Pero, ¿cómo es posible este repunte de la tierra cultivada en Córdoba pese a circunstancias tan duras como las vividas? La explicación, sin olvidar que todos estos condicionantes citados afectaron en mayor o menor medida a todo el campo, hay que buscarla analizando el impacto sobre cada cultivo.

Trabajos mecanizados de siega en una explotación de cereal en una finca de Córdoba. Al fondo, olivos en pendiente.

Trabajos mecanizados de siega en una explotación de cereal en una finca de Córdoba. Al fondo, olivos en pendiente. / Expósito

Ajo

Un buen ejemplo inicial es el ajo, importantísimo en el panorama agrícola cordobés por su valor añadido y los jornales generados, y que proporcionalmente es el que viene presentando mayor variación de un año para otro, con 2.692 Ha sembradas en la última campaña, tan lejos de las 4.134 de la temporada 2021-22 y aún más de las 6.817 Ha de 2017-18, como también distante de años con bajísimas cifras. Por ejemplo, en la 2020-21 solo se plantaron 1.510 Ha. La explicación de este descenso está en el alto coste de siembra por hectárea y en los meses en los que se plantan las dos variedades de ajo (noviembre-diciembre y febrero-marzo), en donde las previsiones de riegos no eran nada optimistas.

Girasol

En el lado contrario se encuentra el girasol, un cultivo que ha ido descendiendo imparablemente en Córdoba la última década hasta llegar en 2021 a 27.192 hectáreas plantadas, y que el pasado año subió de golpe un 25% pese al aumento de costes, la falta de lluvia y la brutal reducción de riegos, más aún al madurar en plenas olas de calor estival. La razón de este ascenso contracorriente se encuentra en el aumento de su rentabilidad como consecuencia del desplome de las exportaciones ucranianas, aunque después, con la sequía, tampoco llegara a compensar a muchas explotaciones.

Olivo y cereal

Por supuesto, otra forma de analizar la evolución de la superficie agraria es si atendemos a la extensión, lo que nos lleva a hablar del olivo y los cereales. Respecto al primero, hay que recordar las enormes singularidades e importancia en Córdoba del olivar, el principal cultivo con diferencia en la provincia (supone ya el 55,77% del total), el que genera más riqueza, más exportaciones, el que da más trabajo... Y que en 2022 vino a consolidar un techo que se mantiene en los últimos cuatro años sobre las 374.000 Ha de superficie (concretamente el pasado año, 374.405 Ha), pero acumulando un ascenso del 9,72% desde 2010.

374.405 Ha de olivar, lo que supone más de la superficie cultivada en Córdoba, aumentando a un 55,7%.

Del olivar hay que recordar que disfrutó de altos precios el año pasado y ‘estratosféricos’ al inicio de la campaña 2023-24. Sin embargo, hay que felicitarse porque no haya perdido superficie. ¿Cómo es posible esta aparente contradicción? Pues porque a pesar del alto margen después de años de penuria, la bajísima producción y altísimos costes de la pasada campaña llevó a numerosas explotaciones (sobre todo de olivar de Sierra) a dejar la aceituna en el árbol, al no salir tampoco las cuentas. Las previsiones para la próxima campaña van por esos mismos derroteros: el astronómico precio que ya alcanza el aceite en los mercados no garantiza que en algunas explotaciones la cara pero escasa producción valga menos que todos los costes para recogerla. Otro factor a tener en cuenta: los movimientos de compra de tierras que están realizando fondos de inversión internacionales, que pueden permitirse horizontes de rentabilidad a muchos años vista, y que buscan tierras de regadío de olivar intensivo y superintensivo.

Trigo

A mucha distancia del olivar, pero también relevante por su enorme superficie en Córdoba, está el trigo, ocupando un 11,7% de todas las tierras cultivadas en la provincia en 2022. El trigo aumentó el pasado año de golpe en Córdoba un 22,3% (78.561 Ha), también como consecuencia de la crisis del grano creada por la guerra en Ucrania y con los mayores precios en 14 años. Concretamente, fue el trigo duro el que tiró del carro al aumentar el suelo que se destinó a esta variedad un 37,8%, mientras el trigo blando se mantenía en unas 24.000 Ha, posiblemente por las incertidumbres en las fechas de siembra de cada variedad. Las expectativas no se concretaron porque la sequía y el sofocante calor de marzo, abril y principios de mayo arruinó la cosecha, y muchas explotaciones llegaron a vender el cultivo para forraje.

Recogida de la almendra en la finca El Viento, en  Santaella, un cultivo particularmente castigado por la sequía en la presente campaña.

Recogida de la almendra en la finca El Viento, en Santaella, un cultivo particularmente castigado por la sequía en la presente campaña. / Francisco González

Avena y cebada

Capítulo aparte, la apuesta por el trigo al perderse buena parte del granero ucraniano puede ser también la responsable del brutal descenso en 2022 en Córdoba de superficie destinada a otros cereales, como la avena (de 21.343 Ha a 13.229 Ha el pasado año, con un descenso del 38%) o la cebada (de 16.192 a 11.515 Ha, un 29% menos).

Esyrce 2023

También si analizamos la Esyrce, centrándonos en el apartado de cultivos emergentes, obtenemos relevantes datos, empezando por el almendro cuya implantación en Córdoba está siendo, sencillamente, abrumadora. En 2022 la superficie se incrementó en otro 15,1% hasta llegar a las 16.982 Ha, lo que coloca a la almendra ya como el cuarto cultivo en superficie. Su despegue comenzó en 2015 quintuplicando las apenas 500 Ha de cultivo que había por entonces. Echen cuentas. El gran acelerón llegó en el año 2020, incrementando la superficie cultivada de almendros en casi 5.000 Ha y superando a los cítricos en la provincia, pese a seguir aumentando este otro cultivo moderadamente en la última década tras un bache de 2017. Volviendo a la almendra, la sequía dio un buen susto a los agricultores este año y, previsiblemente, se verá reflejado en esta tendencia al aumento de superficie. No tanto por la producción (baja en general y más aún con los precios impuestos por una gran cosecha registrada en California), sino por el riesgo de que los árboles plantados en Córdoba, la mitad de ellos con menos de 5 años y que aún no dan fruto, se secaran. Hubiera sido una auténtica catástrofe. Las lluvias de finales de mayo fueron realmente providenciales para este cultivo.

El almendro es ya el cuarto cultivo en extensión en la provincia, con 16.982 Ha, y aumentando en un año un 15,1%.

En este capítulo, pero en el lado contrario, se encuentra un viejísimo y emblemático cultivo unido a la historia de Córdoba y el Mediterráneo en general, que pese a todo ha vuelto a perder otras 256 Ha hasta llegar a 5.052 Ha, en la lenta pero inexorable sangría que sufre el viñedo desde finales del siglo XX. Desde 2010, y salvo un repunte en 2014, la caída mantiene la tónica y se han arrancado en esos 12 años una de cada cinco vides.

En resumen, un año muy difícil que a buen seguro tendrá en todos los cultivos, incluidos otros con menores superficies como la colza, el algodón o las legumbres, un impacto en la encuesta de la Esyrse de 2023.