ventana a la naturaleza

Los grandes incendios forestales

En los últimos años se asiste a un bombardeo de noticias relacionadas con los fuegos forestales: bien por temas referidos a los propios dispositivos de lucha contra ellos o por la profusión de los grandes incendios que se han escapado de su control y se autoalimentan generando situaciones peligrosas

Monte quemado por el fuego en la provincia de Córdoba.

Monte quemado por el fuego en la provincia de Córdoba. / R. Arenas

Para que exista un incendio se tienen que dar cuatro condiciones: material combustible para que se provoque la ignición y el incendio siga su marcha, altas temperaturas, baja humedad y velocidad del viento para que insufle oxígeno y siga ardiendo con más velocidad y fuerza. En el ámbito de los incendios forestales siempre se ha dicho que suele operar la regla del 30: más de treinta grados de temperatura ambiente, menos de 30% de humedad relativa y más de 30 km/hora de velocidad del viento. Cuando se dan esas condiciones los dispositivos deben aumentar el celo, tanto en vigilancia como en respuesta automática de los medios aéreos disponibles.

El cambio climático hace que cada año se vengan batiendo los récords de temperaturas máximas y mínimas medias de los meses estivales, del número de olas de calor y la duración en días, y una disminución de la precipitación media con independencia de las sequías. La única acción posible ante esta situación es disminuir el lanzamiento a la atmósfera de gases de efecto invernadero, fundamentalmente dióxido de carbono y metano para que no vaya a más. El objetivo es que en 2030 no se supere un incremento de temperatura media de 1,5º centígrados, lo que supone ya un fracaso de las acciones emprendidas, a pesar de las advertencias del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) desde hace años.

Ha aparecido un nuevo aspecto con los GIF, también se desarrollan fuera del período estival como el ocurrido en febrero entre Castellón y Teruel o los registrados entre marzo y abril en Asturias. El número de evacuaciones preventivas también aumentan. En lo que va de año el Gobierno de España ha comunicado que han afectado a un total de 22.300 personas. De ellas, 4.565 lo han sido en el incendio de Puntagorda y 13.019 en el incendio de Arafo, ambos en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Además han afectado a infraestructuras, como vías de comunicación, tendidos eléctricos, e interrupción de algunos servicios esenciales.

Los grandes incendios forestales

Muchas zonas han acumulado biomasa, sobre todo en áreas de repoblación. / R. Arenas

Los dispositivos contraincendios actuales fueron diseñados tras un proceso de participación pública a principios de los años noventa cuando las características de los incendios forestales eran muy distintas a las actuales, no sólo en cuanto a la meteorología sino también por la estructura de la vegetación, que tras treinta años, muchos lugares han acumulado más biomasa, sobre todo en las superficies de repoblación.

Esta nueva dimensión del problema debe ser abordada de manera similar para responder a los retos actuales, es decir con la participación social. El dispositivo tiene que redimensionarse para poder afrontar con eficacia cualquier situación de riesgo a lo largo de todo el año. Dado que la mayoría de los incendios forestales son producidos por el ser humano se debe prevenir para evitarlos y para ello hay que trabajar con las personas mejorando su formación y concienciación. Se conocen muy bien las causas que los provocan, pues hay que trabajar con los colectivos dianas. Se debe incrementar la vigilancia con personal suficiente para que se haga cumplir la normativa de forma eficaz. Sólo hay que conocer los mínimos históricos en los que se encuentran los agentes de medio ambiente, la escasez de personal del Seprona y de la unidad adscrita de la Policía Nacional en Andalucía. Los primeros se han visto reducidos en casi un 50% desde los años ochenta, las jubilaciones no se han venido cubriendo.

Los dispositivos contraincendios actuales fueron diseñados a principios de los noventa

En las últimas décadas también se han incrementado los incendios en la interfaz urbano-rural-forestal, lo que obliga a concentrar medios de extinción para proteger las viviendas en detrimento de la defensa del terreno forestal. Así, fuera de control puede llegar a otras zonas habitadas. Una prioridad deben ser los planes de autoprotección para las casas aisladas y las urbanizaciones en el medio forestal.

Otra cuestión primordial es que deben desarrollarse medidas de gestión que reduzcan la carga de combustibles finos en sitios estratégicos que es donde se inician los incendios forestales. En las masas forestales deben ser prioritarias las inversiones para ejecutar las infraestructuras contra incendios forestales y aquellas necesarias para disminuir la continuidad horizontal y vertical. Estas medidas deben ser evaluadas para garantizar su eficacia y que sean compatibles con la conservación de la biodiversidad. En este aspecto no debe olvidarse el trabajo que puede hacer la ganadería extensiva. Para ello hay que incrementar el presupuesto destinado a estos menesteres que a partir de la crisis de 2011 se ha reducido a un cuarto de lo que se venía destinando y que ya era insuficiente.

Suscríbete para seguir leyendo