Diario Córdoba

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VENTANA A LA NATURALEZA

Los drones y su posible impacto sobre las aves

Esta nueva tecnología, que ha venido para quedarse, proporciona acceso a áreas remotas, datos e información de resolución a escala fina a relativamente bajos costos | Sus usuarios deben considerar los efectos secundarios que puede tener en la vida silvestre

Área de nidificación del buitre negro al norte del Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos. Rafael Arenas

Cada vez son más recurrentes las imágenes obtenidas desde aparatos aéreos no tripulados en las que se observa todo lo que acontece en nuestro entorno. No hay documental de naturaleza o de patrimonio cultural, pruebas deportivas en el medio natural y estudios diversos en los que no participe esta tecnología que ha venido para quedarse por las grandes utilidades que ofrece. Proporcionan acceso a áreas remotas, datos e información de resolución a escala fina a relativamente bajos costos.

Hace varios años que comenzaron a circular en las redes videos de drones siendo atacados, principalmente por rapaces territoriales. Las interacciones, dependiendo del tamaño de los dos intervinientes, podían desembocar en situaciones graves para uno de ellos de forma indistinta o para ambos. Por tanto, los usuarios deben considerar cuidadosamente los efectos secundarios que los drones pueden tener en la vida silvestre, ya que pueden incrementar las amenazas existentes.

Investigadores franceses publicaron un estudio en 2015 donde analizaron el impacto que tuvo el color, la velocidad y el ángulo del vuelo de un dron sobre azulones en semicautividad, flamencos comunes y archibebes claros en estado salvaje en un humedal. Durante el 80% de los vuelos se pudo observar que el dron no afectaba a las aves hasta los 4 metros de distancia, aunque reaccionaron más con la aproximación de drones en vertical, posiblemente, según los autores, «porque las aves lo asociaban a ataques de depredadores». Ante estas conclusiones recomendaron acercar estos artefactos no más cerca de 100 metros de las aves y ajustándolos de manera distinta según las especies.

Científicos del Grupo de Investigación en Biología de la Conservación de la Universidad de Extremadura en el 2016 establecieron un protocolo científico para el seguimiento de aves a través de drones. Destacaron que es una forma mucho menos invasiva de acceder a algunas especies. En el caso de nidos de Buitre Negro, en una jornada de trabajo tradicional se revisan unos cinco o seis nidos. Con dron, siempre bajo los parámetros que estipularon, se podía llegar a 25 ó 30 nidos y observarlos a pocos metros, permaneciendo el observador a una distancia de 500 metros. Toda un revolución para el seguimiento de esta especie catalogada como «vulnerable» y que se ha abandonado en Andalucía.

Un dron, volando cerca de un ave. RAFAEL ARENAS

Pero no es todo tan fácil, generalmente en especies acuáticas y coloniales puede realizarse el seguimiento, el problema radica cuando queremos realizar el seguimiento de especies territoriales como las grandes rapaces. En el 2019 investigadores argentinos recopilaron los escasos trabajos científicos publicados hasta la fecha y analizaron los vídeos que se descargaban en el navegador YouTube. Encontraron que el 26% de las especies perturbadas están incluidas en alguna de las categorías de amenaza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y que las especies que utilizan hábitats aéreos y terrestres son más propensas a mostrar una respuesta de comportamiento que aquellas que ocupan los hábitats acuáticos. Estos autores llamaron la atención para que se regule con urgencia el uso de este tipo de aparatos.

Quienes usan drones a nivel profesional están obligados a tener una licencia certificada por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea que establece una serie de condiciones estrictas. Para volar drones con fines recreativos se han establecido restricciones importantes como volar a una distancia mínima de aeropuertos, evitar áreas de vuelo restringidas, no sobrepasar los 120 metros de altura a nivel del suelo y en un radio de 150 metros y, en todo momento, con control visual, y tener un seguro de responsabilidad civil.

Como casi siempre que se desarrolla una nueva tecnología, la administración, en este caso la ambiental, tarda en ordenar su uso. El vuelo de drones no está regulado en la planificación de los espacios naturales protegidos y solo la legislación de conservación permite acercarse algo al tema. No se considera necesario modificarla para incluir este aspecto, más bien sería necesaria una regulación específica para garantizar los derechos de los usuarios, la sociedad en general y evitar efectos indeseados sobre las aves. La tecnología de los drones durante los próximos años no hará más que incrementarse y popularizarse de manera exponencial. Por lo tanto, al ser el Derecho un elemento de organización de relaciones, es necesario que adopte un posicionamiento firme e innovador desde el ángulo legislativo respecto a esta nueva tecnología.

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