Opinión | Escenario

Mañanitas de abril

Kira, que es una perra urbanita y casera, friolera y comodona

«Las mañanitas de abril son muy dulces de dormir, y las de mayo no tienen fin ni cabo», pero Kira y yo somos madrugadoras y llevamos ya casi dos meses -entre la proliferación de procesionarias, las lluvias y los vientos- sin subir al Muriano. (Los cordobeses no solemos decir el nombre completo y nos comemos el Cerro; lo mismo que cuando nos referimos a Trassierra nos comemos a Santa María. Igual ocurre con muchos municipios de la provincia: Villanueva, Villafranca, Carteya, Aguilar, Almodóvar, Cañete...). La cuestión es que Kira me ha visto sacar las botas del campo y ha enloquecido de alegría; parece mentira que vaya a cumplir diez años, que en edad perruna serían setenta más o menos, porque salta, corre, anda sobre dos patas y da volteretas como si fuera una cachorrilla.

Y es que Kira, que es una perra urbanita y casera, friolera y comodona, en el campo se transforma y recupera sus instintos más primitivos. Como los perros siempre deben tener agua a su disposición, en cuanto llegamos le lleno hasta arriba un gran lebrillo en el que pega tres lengüetazos de cortesía, porque a ella donde le gusta beber es en el charco que se ha formado en el alcorque que hay al pie del limonero o del peral o de cualquier otro árbol o, directamente, del chorro que sale de la manguera. Le encanta chapotear en el agua y revolcarse en el barro. Sigue rastros metiéndose entre zarzas y escarbando en la tierra hasta la obsesión: de vez en cuando estornuda para afinar su olfato liberándolo de impedimentos. Casi siempre vuelve triunfante llevando en la boca algún trofeo: camisas de serpiente, pájaros muertos, huesos y otros restos animales que es preferible no identificar. Recorre minuciosamente todo el perímetro de la valla y, por fin, se tumba al sol, sin perder de vista la cancela, alerta y preparada para acudir prestamente ante cualquier situación que a ella le parezca fuera de lugar.

Dicen mis amigos cazadores que los teckel de pelo duro son extraordinarios compañeros de caza y que hay que verlos enfrentándose a un jabalí. No lo dudo, pero a pesar de comprobar las inocentes, aunque valientes, hazañas campestres de mi perra, me cuesta creerlo, porque cuando llueve en Córdoba no quiere ni salir a la calle y, si la obligo, va muy pegada a la pared, buscando la protección de las cornisas. Raquel, la chica de la panadería se parte de risa al verla mirarme con expresión reprobatoria y dice: «¡Qué arte tiene la perra! No le falta más que hablar». Y le contesto: «!No, no, mejor que no hable. Sabe Dios las inconveniencias que diría!». Y hablando de arte, hoy hace 572 años que nació Leonardo da Vinci.

  • Académica

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