Tampoco voy a comentar lo de «cuñadísimo» porque ese fue un invento del periodista Ismael Herraiz, director del Arriba de 1948 a 1956. Así que vamos con los hechos.

Primer hecho: en las elecciones de 1931 Serrano no fue elegido diputado, pero lo consiguió en las de 1933 y también en las de 1936. Como diputado intervino más de 300 veces, especialmente cuando se discutió la nueva Ley de Administraciones Públicas. El 18 de julio le cogió en Madrid y ante las perspectivas de aquellos primeros días y fallida la sublevación militar en el Cuartel de la Montaña, y viendo el peligro que podía correr siendo como era cuñado de Franco, que se había sublevado en Canarias, no tuvo más remedio que abandonar su domicilio particular y esconder a su mujer y los dos hijos que tenía en ese momento en una pensión, él se refugió en casa de un amigo. Allí fue, sin embargo, descubierto y detenido por un grupo de milicianos que antes de entregarlo en la Dirección General de Seguridad lo llevaron hasta los Jardines de Rosales y por dos veces simularon su fusilamiento, sólo porque querían sacarle todo lo que supiera del Alzamiento. Pero en ambos fusilamientos tuvo la sensación de que era el final de su vida porque hasta le dispararon con balas de verdad. Luego lo entregaron a las autoridades y a los pocos días ingresó en la Cárcel Modelo, donde viviría una verdadera tragedia, pues fue testigo de la primera tanda de asesinatos que se hicieron y en la que cayeron, entre otros, Melquiades Álvarez, que había sido fundador del Partido Reformista y Presidente de las Cortes, el Dr. Albiñana, Fernando Primo de Rivera, (hermano de José Antonio), Julio Ruiz de Alda y los exministros Rico Avelló, Martínez de Velasco, Salazar Alonso y Álvarez Valdés y los generales Rafael Villegas y Osvaldo Capaz.

Afortunadamente, Serrano se salvó de aquella matanza y con ayuda del Dr. Marañón pudo salir de la Cárcel Modelo y ser conducido a una clínica para presos políticos. Cuando el presidente Azaña se enteró de lo que había sucedido en la Cárcel Modelo se hundió sicológicamente y casi a gritos dijo: «¡Esto no, esto no! ¡Me asquea la sangre y no aguanto más, esta sangre nos ahogará a todos!». Por su parte, Indalecio Prieto dijo, tras visitar la Modelo y presenciar los cadáveres de los asesinados: «La brutalidad de lo que aquí acaba de ocurrir significa, nada menos, que con esto hemos perdido la guerra».

Segundo hecho: el 20 de enero de 1937 Serrano logró evadirse de la clínica vestido de mujer con las ropas de su hermana y refugiarse en la Legación Diplomática de los Países Bajos, desde donde, con falso salvoconducto de un militar republicano, llegó hasta Alicante donde se reunió con su mujer y sus dos hijos, José y Fernando. Posterior mente, y con la ayuda del cónsul argentino, pudieron embarcar en el Tucumán, un buque de guerra argentino que los llevaría hasta Marsella. Desde allí cruzó Francia hasta Biarritz y pasó la frontera por Hendaya y se dirigió a Salamanca, capital provisional de los sublevados, donde fue acogido por su cuñado Franco, recientemente nombrado jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos. Fue el comienzo de su carrera política en la España Nacional.

Tercer hecho: Serrano, con su mujer y sus dos hijos, llega a Salamanca el 20 de febrero de 1937 y por deseos de Dña. Carmen la familia se hospeda en el Palacio Episcopal, donde Franco y familia viven desde su llegada a la ciudad castellana. Naturalmente, las dos familias conviven día y noche y eso hace que Serrano permanezca al lado de Franco en cada momento. Porque desde allí, donde se ha instalado el Cuartel General del Generalísimo, es desde donde se dirige la guerra. Pero, Serrano en ese momento solo tiene una preocupación, averiguar qué había sucedido con sus dos hermanos que habían quedado en el Madrid rojo… Muy pronto le llega la verdad de la tragedia, pues a través de los servicios de espionaje se entera que sus hermanos, José y Fernando, ingenieros ambos, han muerto, tras ser torturados y fusilados en las tapias del cementerio de Aravaca. Esa noticia le hunde sicológicamente (y esas muertes serían su pesar hasta el día de su muerte), porque los hermanos, que los primeros días del alzamiento habían podido «pasarse» a las filas nacionales, prefirieron quedarse en el Madrid rojo para ayudar a su mujer y a sus hijos y gracias a ellos pudieron salvarse. Aquellas muertes presidieron su comportamiento político a partir de ese momento. Según sus más allegados el asesinato de sus dos hermanos hizo que Serrano se entregase en cuerpo y alma en pos de la Victoria y a partir de entonces ya no tuvo otra obsesión que ayudar a Franco a ganar la Guerra. Muchos años después, y llorando junto a las tapias del cementerio donde habían sido fusilados, me confesó: «Merino ¿y cómo puedo yo olvidar que mis pobres, mis queridos hermanos, dieron sus vidas para salvar a mi mujer y a mis hijos?» (y justo en ese lugar se construiría el cementerio familiar).

Cuarto hecho: Y la colaboración de Serrano se dejó notar de inmediato. Porque en cuanto vio cómo estaba organizado el aparato de Gobierno, que en esos momentos dirigía Nicolás, el hermano mayor de Franco, que sólo era un ingeniero naval y no tenía experiencia ninguna de la administración de un Estado, le hizo ver a Franco que si quería ganar la guerra tenía que organizar la Retaguardia. No podía gobernarse la España Nacional, que ya abarcaba más de la mitad del territorio español, sin un Gobierno real y así lo entendió Franco, que desde ese momento se dedicó en exclusiva a la conducción militar de la guerra y dejó en manos de su «cuñado» la organización de la Administración. Aquello era a su llegada como diría siempre «Don Ramón», un «Estado campamental». Nicolás Franco fue enviado a Lisboa como embajador.

Inmediatamente Serrano convenció a Franco de que había que unificar los partidos y las milicias que apoyaban el Alzamiento. Y así se realizó el Decreto de Unificación (19 de abril de 1937) por el que se unían la Falange Española, la Junta de Ofensiva Nacional Sindicalista, la Comisión Tradicionalista y los grupos monárquicos, creándose un nuevo Partido Único con el nombre de FET y de las JONS. Eso fue decisivo para la marcha de la guerra y tal vez la causa mayor de la victoria del 39.

Quinto hecho: Pero, la influencia de Serrano no se quedaría ahí, como veremos en el próximo capítulo.