Últimamente están reapareciendo recetas de ostras cocinadas. Una forma de hacerlas es abrirlas, guardando el agua que contengan; freírlas brevemente, sin rebozarlas en nada, y dejarlas enfriar. Se van colocando luego en los recipientes que las vayan a albergar, antes barrilitos de madera, hoy normalmente tarros de vidrio que cierren herméticamente. Por otra parte, se mezclan vinagre y vino blanco en cantidades iguales y adecuadas a la cantidad de ostras que se vayan a preparar, se añade el agua colada de las ostras, algo de laurel y pimienta negra en grano. Se fríen unos ajos, enteros y con piel, en el aceite en que se frieron las ostras; se retiran cuando empiezan a tomar color y se une el aceite a la mezcla anterior, una vez haya enfriado. Luego hay que cocer la salsa a fuego lento hasta que el vinagre no sepa a crudo. Fría ya, se vierte sobre las ostras, cubriéndolas por completo; se cierran los tarros y se meten en la nevera unos días antes de consumirlas.